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La Cocina De La Escritura


Enviado por   •  16 de Febrero de 2012  •  956 Palabras (4 Páginas)  •  935 Visitas

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Hoy día resulta atrevido escribir y no haber leído La cocina de la escritura. Si bien circulan desde hace tiempo manuales de estilo y libros que cuentan la trastienda de algunos escritores, escasean los volúmenes como éste, orientados a la arquitectura y carpintería del texto, es decir, dedicados a cómo escribir. Y aún escasean más los libros técnicos escritos en un lenguaje tan llano que resulte comprensible para cualquier persona. Por suerte, éste es uno de ellos.

De ahí su éxito: 11 reediciones desde 1993. Un éxito lógico, dados los excelentes recursos técnicos que brinda y el novedoso enfoque que aporta. En un mercado dominado por los narradores, este profesor de Análisis del Discurso de la Pompeu Fabra dejó de lado a la (sacrosanta) literatura y abordó en profundidad el proceso de composición de un texto cualquiera. Ahí reside su gran acierto: considera que todas las personas escriben a diario.

EN FAVOR DE UN LENGUAJE LLANO

Según Cassany, en una sociedad alfabetizada como la actual, cualquier persona necesita saber escribir. Y además precisa hacerlo con cierto orden, claridad y capacidad de síntesis. Relacionarse a través de Internet, pedir trabajo o escribir cartas de protesta contra las compañías telefónicas que envían facturas erróneas, sin duda, justifican la aseveración. Por eso conviene afrontar la escritura como una destreza que se entrena, y no como un gen que se tiene o no. Más claro: cualquiera puede aprender a escribir.

¿Ah, pero no se necesitaba un aura especial? A la luz de La cocina de la escritura, no, de ningún modo. Como detalla su autor, sólo hace falta conocer los recursos técnicos que existen y trabajarlos a conciencia en cada texto. Lo demás es como tocar la guitarra o el piano: ensayar hasta lograr un pulso aceptable.

Eso sí, además de ejercitarse sin descanso, también conviene evitar determinadas ideas erróneas que circulan sobre la escritura. Por cierto, algunas de ellas muy extendidas en la tradición literaria española. A saber:

que escribir bien consiste en redactar complicado, cuanto más complicado mejor: largo, sinuoso y con un vocabulario carpetovetónico, rococó y con giros retóricos hasta el aburrimiento o la incomprensión total;

que escribir bien consiste en practicar sólo el fundamentalismo ortográfico y el talibanismo gramatical, es decir, corregir a quienes escriben water por water o váter, acentuar con aplomo palabras donde otros fallarían y mantener cruzadas templarias sobre las últimas anfibologías promovidas por la RAE;

que escribir bien está más relacionado con la genética y con las experiencias lisérgicas que con la paciente y artesanal práctica de un oficio —la escritura— no tan viejo como la prostitución, pero casi.

Además de derribar esos prejuicios a golpe de lenguaje llano, Cassany aporta un canon sobre el texto bien escrito. (Y nótese que va en cursiva lo de canon, porque tampoco lo plantea así de explícito.) La idea de este doctor en Ciencias de la Educación hará temblar a tanto

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