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La Tregua - Mario Benedeti


Enviado por   •  23 de Abril de 2013  •  454 Palabras (2 Páginas)  •  489 Visitas

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Y sin percatarnos, la vida nos vuelve constructores de una gran edificación dentro de la cual vivimos resguardados. El YO entre las paredes que uno se tolera, el YO con la familia y amigos que de tal modo debe o se ha acostumbrado a mirarte entre unos espacios de medidas y colores establecidos, el YO de la autosuficiencia de un trabajo mediocre o excelente, que aunque no esté contento… me hace feliz porque gano lo razonable para adornar la habitación del ego o amor propio -falso, lo suficiente, etc.

Rellenando de rutina los cimientos y cuando el pasillo de la valentía que lleva hacia la puerta de salida-realidad, está finamente construido… a personajes como el protagonista de la novela “La tregua”, Martín Santomé, se les ocurre tomar la maleta del YO sin más porque acepta vivir y decide para siempre dejar de atarse, mudarse.

Por medio de un diario Benedetti nos introduce al rutinario mundo de un hombre latinoamericano (como en algunos casos: pesimista pero inteligente), golpeado por un sistema político y social que deja mucho que desear.

Viudo de Isabel que ciertamente, deja entre ver el narrador (Martín), que es más bien viudo de un acuerdo conyugal. Padre, como consecuencia del convenio y que por falta de tiempo y de no saber tener verdaderas relaciones humanas, ser padre no era una virtud o uno de sus éxitos.

Pero la rutinaria e inventada existencia de Martín le había llegado su esperado momento de jubilación, y consciente o inconscientemente, se despide de una vida donde vivía para trabajar y ahora, su única y próxima ocupación era una sola… vivir.

Hombre perteneciente a la clase media-baja, de medias emociones, de a medias sensaciones o estímulos de una vida totalmente plena, de a medios proyectos que otorguen entusiasmo y felicidad de llevarlos a cabo, de a medias ser padre, de a medias besar y abrazar verdadero amor.

Las interpretaciones anteriores se revelan en los siguientes fragmentos del diario:

Lunes 12 de agosto

“[…] Dijo –te quiero- Entonces me di cuenta que era la primera vez que me lo decía, más aún; que era la primera vez que lo decía a alguien. Isabel me lo hubiera repetido veinte veces por noche. Para Isabel, repetirlo era como otro beso, era un simple resorte del juego amoroso.

Avellaneda, en cambio, lo había dicho una vez, la necesaria. […]”

Viernes 15 de febrero

“Lo que menos odio es la parte mecánica, rutinaria, de mi trabajo […] porque me permite pensar en otras cosas y hasta [¿Por qué no decírmelo a mí mismo?] También soñar […] hoy fue un día feliz, sólo rutina”.

Miércoles 17 de julio

“[…] Ah, yo no tengo vocación de madre. Ni siquiera estoy demasiado seguro de mi vocación de padre. […]”.

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