Loa Avaros Del Mundo

Los avaros del mundo

He aquí una historia sobre Nasrudin, quien durante siglos fue personaje central de las leyendas orientales:

Un vecino fue a pedir prestada a Nasrudin una cuerda para tender la ropa.

“Lo siento”, dijo, “pero estoy secando harina en ella”.

“¿Pero, cómo puedes secar harina en una cuerda?”

“Es menos difícil de lo que te imaginas cuando no la quieres prestar”.

Está historia sobre Nasrudin la relaciono con Euclión, el personaje central de La Olla de Plauto, pues me hace recordar a tantas personas egoístas, avaras, tacañas, codas, que conozco, y efectivamente, son capaces de inventar cualquier pretexto con tal de no compartir. Para mí, la avaricia es una de las debilidades humanas más desagradable y humillante, porque si de algo estoy convencida es que de este mundo no nos llevamos absolutamente nada. Y que por el contrario, la mezquindad se suma a otros detestables defectos como la insociabilidad, la fácil irritabilidad, la desconfianza, la agresividad. Lacras que notamos en Euclión, personaje del año 218 a.C. en la Aulularia de Platón, el cual tomó de otra historia griega más antigua todavía. Por lo cual deduzco que la tacañería nada tiene que ver con las Wall Street, Dublín o PEMEX sino que es tan natural como el hombre mismo.

Al estar leyendo La Olla de Plauto empecé a recordar algunos otros avarientos famosos de la literatura universal, aunque en la vida real también tenemos notables avaros.

El primer avaro con el que tuve contacto en mi infancia es el famoso Scrooge de Un Cuento de Navidad de Charles Dickens. Recuerdo que cuando era niña tenía un terrible pavor a que se me aparecieran los espíritus de la Navidad pasada y futura, por lo cual siempre en esas fechas decembrinas procuraba ser lo más compartida y piadosa posible. Por otro lado Scrugge me producía una gran lástima pues pensaba que a pesar de todo su dinero era un hombre infeliz y de qué le servía el dinero si la Navidad no representaba nada para él. Scrugge y Euclión son desdichados debido a su ruindad, el primero pierde el amor de su vida por darle prioridad al dinero, y el segundo no es capaz de pensar en la felicidad de su hija por cuidar una olla con monedas de oro.

Otro personaje de mi infancia que me vino a la mente es El Rey Midas de Charles Perrault un rey muy avaricioso que era fabulosamente rico, pero deseaba ser mucho más rico todavía. Midas no gastaba mas que lo indispensable, siempre andaba regañando a su tesorero por los gastos hechos; se la pasaba en los sótanos contando sus riquezas. Euclión también adoraba su olla llena de oro. La diferencia entre el Rey y el viejo es que uno era rico y a pesar de eso quería

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