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MUY BUENA HISTORIA, JAMAS DEJES DE LEERLA


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2013  •  482 Palabras (2 Páginas)  •  416 Visitas

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MUY BUENA HISTORIA, JAMAS DEJES DE LEERLA.

Una chica muy arrogante y estirada, estaba esperando su vuelo en la sala de espera de un gran aeropuerto.

Como debía esperar un largo rato, decidió comprar un libro y también un paquete con galletas.

Se sentó, para poder descansar y leer en paz.

En el asiento de a lado se sentó una señora ya de edad avanzada, que abrió una revista y empezó a leer.

Entre ellas quedaron las galletas. Cuando la chica cogió la primera galleta, la señora también tomó una.

La chica se sintió indignada, pero no dijo nada. Solo pensó: "Qué descarada esta vieja ; si yo fuera más valiente, le diría un par de cosas y le insultaría".

Cada vez que ella cogía una galleta, la señora también tomaba una. Aquello le indignaba a la chica, tanto que no conseguía concentrarse ni reaccionar. Cuando quedaba una sola galleta, pensó: "¿Qué hará ahora esta vieja aprovechada?". Entonces, la señora partió la última galleta y con una media sonrisa en su rostro, sin decirle nada a la chica, dejó media galleta para ella.

¡Ah no! ¡Aquello le pareció demasiado!. La chica se enfureció y se molesto, muy indignada con tal situación. Tomo la media galleta, no aguanto más y se la tiro a los pies de aquella señora luego le dijo: “Vieja descarada, se ve que tiene hambre , eso es lo que usted es, una descarada”. La señora solo agacho la cabeza y no respondió nada.

Se levantaron las dos y cada quien se dirigió a su propio sector de embarque, ya que tenían distintos vuelos y se dirigían obviamente a diferentes destinos.

La chica mientras caminaba a su sector de embarque, muy indignada resoplaba la enorme rabia que llevaba.

Cerró su libro, cogió sus cosas y se dirigió a abordar.

Cuando se sentó en el interior del avión, miró dentro del bolso y para su sorpresa, allí estaba su paquete de galletas... intacto y cerrado.

Sintió tanta vergüenza que se le caía la cara y le dio tanto sentimiento con aquella señora que hasta lloro.

Sólo entonces se dio cuenta de lo equivocada que estaba. ¡Había olvidado que sus galletas estaban guardadas dentro de su bolso!. La señora había compartido todas sus galletitas con ella, y sin sentirse indignada, nerviosa, consternada o alterada. Y ya no tenía tiempo ni tenía posibilidades para dar explicar o pedir disculpas.

Pero sí para razonar: ¿Cuántas veces en nuestra vida sacamos conclusiones cuando debemos observar mejor? ¿Cuántas cosas no son exactamente como pensamos acerca de las personas?.

Y recordó que existen cuatro cosas en la vida que no se recuperan:

Una piedra, después de haber sido lanzada;

Una palabra, después de haberla dicho;

Una oportunidad, después de haberla perdido;

El tiempo, después

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