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QUE SON LOS VALORES Y SU RELACIÓN CON LA CONDUCTA Y EL COMPORTAMIENTO


Enviado por   •  3 de Marzo de 2014  •  2.755 Palabras (12 Páginas)  •  787 Visitas

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CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

QUE SON LOS VALORES Y SU RELACIÓN CON LA CONDUCTA Y EL COMPORTAMIENTO

• VALORES, ANTIVALORES Y JERARQUIA DE VALORES

CONCLUSIÓN

FUENTES

INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo de investigación se verá, los que son los valores, antivalores, la relación de los valores con la conducta y el comportamiento, y la jerarquía de valores.

Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. También son fuente de satisfacción y plenitud.

La jerarquía de los valores implica que existe un orden jerárquico, que hay valores de rango superior y valores de rango inferior. Pero ¿cuál es el valor supremo conforme al cual debe ordenarse la vida? Esta es una cuestión difícil y muy debatida.

QUE SON LOS VALORES Y SU RELACIÓN CON LA CONDUCTA Y EL COMPORTAMIENTO

Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. También son fuente de satisfacción y plenitud.

Nos proporcionan una pauta para formular metas y propósitos, personales o colectivos. Reflejan nuestros intereses, sentimientos y convicciones más importantes.

Los valores se refieren a necesidades humanas y representan ideales, sueños y aspiraciones, con una importancia independiente de las circunstancias. Por ejemplo, aunque seamos injustos la justicia sigue teniendo valor. Lo mismo ocurre con el bienestar o la felicidad.

Los valores valen por sí mismos. Son importantes por lo que son, lo que significan, y lo que representan, y no por lo que se opine de ellos.

Valores, actitudes y conductas están estrechamente relacionados. Cuando hablamos de actitud nos referimos a la disposición de actuar en cualquier momento, de acuerdo con nuestras creencias, sentimientos y valores.

Los valores se traducen en pensamientos, conceptos o ideas, pero lo que más apreciamos es el comportamiento, lo que hacen las personas. Una persona valiosa es alguien que vive de acuerdo con los valores en los que cree. Ella vale lo que valen sus valores y la manera cómo los vive.

Pero los valores también son la base para vivir en comunidad y relacionarnos con las demás personas. Permiten regular nuestra conducta para el bienestar colectivo y una convivencia armoniosa.

Quizás por esta razón tenemos la tendencia a relacionarlos según reglas y normas de comportamiento, pero en realidad son decisiones. Es decir, decidimos actuar de una manera y no de otra con base en lo que es importante para nosotros como valor. Decidimos creer en eso y estimarlo de manera especial.

Al llegar a una organización con valores ya definidos, de manera implícita asumimos aceptarlos y ponerlos en práctica. Es lo que los demás miembros de la organización esperan de nosotros.

En una organización los valores son el marco del comportamiento que deben tener sus integrantes, y dependen de la naturaleza de la organización (su razón de ser); del propósito para el cual fue creada (sus objetivos); y de su proyección en el futuro (su visión). Para ello, deberían inspirar las actitudes y acciones necesarias para lograr sus objetivos.

Es decir, los valores organizacionales se deben reflejar especialmente en los detalles de lo que hace diariamente la mayoría de los integrantes de la organización, más que en sus enunciados generales.

Una de las principales causas del desánimo en nuestro quehacer profesional diario es la incoherencia entre los valores que predican y los que en realidad reflejan las conductas: la coherencia. Realmente, cuando decimos que un valor nos guía y sirve de referencia, resulta demoledor que nuestra conducta exprese lo contrario. Cuando los valores que decimos tener no están reflejados en nuestra conducta, los demás posiblemente nos vean como personas de poco fiar.

Por una parte, los valores que decimos tener son los que creemos que tenemos o los que nos gustaría tener, mientras que los valores que expresan nuestra conducta reflejan nuestra mentalidad inconsciente, los hábitos de pensamiento que hemos incorporado.

Realmente, es mi conducta, la conducta de cada uno de los miembros de esa organización, y no mis palabras, las palabras de los diferentes mandos ejecutivos, la que refleje cómo pienso en realidad.

Los que tienen un compromiso auténtico y franco con la organización de la que forman parte, los que generan confianza entre los demás, son aquellos que sabes que sus palabras se reflejan en su conducta.

La diferencia entre principios y valores es evidente. Los primeros son de origen natural mientras que los segundos son culturales y están sujetos a mi propia mentalidad. Mi propia capacidad de entendimiento y cultura genera un valor que puede estar o no en la propia naturaleza del ser humano, entonces admitimos que el valor de mi cultura está en línea o no con el principio de la naturaleza.

En definitiva, nuestros pensamientos son los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro propio mundo y nuestra forma de actuar (conducta) determina nuestras posibilidades, potencialidades y capacidades que, llegado el momento, deben ser la de la organización.

Entusiasmo, confianza e ilusión.

La clave para extrapolar al ámbito de la organización nuestra capacitación está en la confianza mutua entre los miembros de la organización y en la ilusión de detectar y aportar oportunidades de mejora.

El entusiasmo, la confianza en uno mismo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro, donde tiene lugar el pensamiento, exactamente en ese parte de nosotros donde se inventa nuestro futuro, donde valoramos estrategias y alternativas para solucionar los problemas y tomar nuestras propias decisiones.

Realmente, es responsabilidad de la organización y de cada persona que participa en ella, “tanto monta, monta tanto”, colaborar para generar este ambiente de ilusión y de confianza que permita que nuestros cerebros funcionen a un nivel absolutamente sorprendente.

La cualidad para inspirar y movilizar en los demás potencias – potencialidades (talantes, talentos y posibilidades) es consecuencia de un conocimiento profundo de la capacidad de superación del ser humano, de la voluntad férrea dispuesta a no abandonar.

VALORES, ANTIVALORES Y JERARQUIA DE VALORES

Desde que el ser

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