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Reporte De Lectura Juan Salvador Gaviota


Enviado por   •  5 de Mayo de 2012  •  1.342 Palabras (6 Páginas)  •  2.637 Visitas

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Juan Salvador Gaviota

Richard Bach

Resumen

PRIMERA PARTE

Amanecía, la luz del sol brillaba en el mar.

Un barco de pesca golpeaba el mar lejos de la costa, haciendo llamar a un grupo de gaviotas que se amontonaban para combatir por el alimento. Seguía otro día más.

Lejos de las barcas y playas practicaba Juan Salvador Gaviota. A cierta distancia intentaba realizar un complicado movimiento para lograr un vuelo lento. Disminuyo la velocidad hasta que el aire tranquilizo el mar. Se concentro, torció su cuerpo un poco mas… levanto sus plumas, se atoro y cayó.

Para las gaviotas, atascarse en un vuelo es para ellas humillante.

Juan Salvador Gaviota, tras intentarlo y atascarse varias veces no agachó la cabeza y volvió a intentar el vuelo una y otra vez.

Para las demás gaviotas su mayor preocupación era buscar comida, mientras que para Juan Salvador Gaviota era alcanzar la máxima velocidad en su vuelo.

Los padres de Juan Salvador Gaviota no entendían los vuelos de su hijo, para ellos era bastante saber volar, pero solo para alimentarse, como las demás gaviotas.

No entendía porque podía quedarse más tiempo a menos altura con menos esfuerzos, y sus movimientos no hacían sumergir sus patas en el mar como era normal. Sus patas plegadas tenían poca resistencia al aire. Siguió practicando, haciendo que sus padres se sintieran aún más mal.

Su madre le preguntaba una y otra vez por que era diferente al resto de la bandada, por que imitaba el vuelo de otros pájaros y no comía.

Juan Salvador, solo respondía que eso no le importaba, lo único que le importaba era saber que podía hacer en el aire y que no.

Mira, Juan, le decía su padre, con delicadeza. Viene el invierno. Los barcos son pocos, para lo único que se tiene que volar es para comer.

Juan obedeció. Así decido comportarse como las demás gaviotas, pero no le duro mucho tiempo, él no era como las demás gaviotas.

Pensaba que era inútil, dejó caer un pez a una vieja y hambrienta gaviota que lo seguía. Deseaba emplear más tiempo en aprender a volar.

Pero no pasó más tiempo, y Juan volvió al mar a seguir aprendiendo.

El primer tema fue la velocidad, practicando en una semana era ya más veloz.

A cierta altura, aleteaba con fuerza, picado hacia las olas, se dio cuenta que las gaviotas no realizaban esos movimientos abruptos.

Una y otra vez, pasaba lo mismo. Aun siendo cuidadoso, perdía el control de la velocidad.

Subía a trescientos kilómetros por hora, se inclinaba logrando así un pico vertical, pero sus alas se giraban violentamente por el viento, perdía el control, tenia que controlar las alas.

Tenia que levantar más su ala. Varias veces lo intento y al pasar poco más de cien kilómetros por hora, termino estrellándose con el agua.

Mojado, pensó que la clave era mantener las alas quietas a sesenta por hora.

Intento varias veces a setecientos metros de altura, disminuyendo en vertical con las alas extendidas, así consiguió ir a treinta kilómetros por hora, logrando un nuevo resultado de velocidad para gaviotas.

El triunfo duro poco, al momento que salió picado, cambio el ángulo, estrellándose contra el mar duro como una roca.

Reacciono, ya era de noche, se encontraba flotando en el mar a la luz de la luna. Lastimado y débil pensó arrastrarse hacia lo hondo y terminar con todo.

Mientras descendía, una voz en su interior le decía que una gaviota era limitada y pensó que lo mejor era volver con la bandada.

La voz dejo de escucharse y Juan se propuso ser una gaviota como las demás. Para que las otras gaviotas se sintieran contentas.

Agotado, ascendió del oscuro mar, regresando a tierra y recordando como volar con menos esfuerzo.

Difícilmente, aleteó luchando por regresar a la orilla.

Se dispuso a ser como las demás gaviotas. No tenía interés por seguir aprendiendo, ni más retos ni más desilusiones. Le pareció encantador dejar de volar en la oscuridad.

La voz de su interior expresó, ¡las gaviotas no vuelan a oscuras!

Pero juan no estaba atento a la voz. En el mar tranquilo es agradable el centellar de las luces en la oscuridad.

La voz seguía en su interior, diciendo que no había nacido para volar en la oscuridad, de lo contrario tendría

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