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San Agustin


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2012  •  1.910 Palabras (8 Páginas)  •  483 Visitas

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Entre los aspectos mas importantes de San Agustín tenemos:

Obispo Y Teólogo

Agustín regresó al norte de África y fue ordenado sacerdote el año 391, y consagrado obispo de Hipona (ahora Annaba, Argelia) en el 395, cargo que ocuparía hasta su muerte. Fue un periodo de gran agitación política y teológica, ya que mientras los bárbaros amenazaban el Imperio llegando a saquear Roma en el 410, el cisma y la herejía amenazaban también la unidad de la Iglesia. Agustín emprendió con entusiasmo la batalla teológica. Además de combatir la herejía maniqueísta, participó en dos grandes conflictos religiosos: uno de ellos fue con los donatistas, secta que mantenía la invalidez de los sacramentos si no eran administrados por eclesiásticos sin pecado. El otro lo mantuvo con los pelagianos, seguidores de un monje contemporáneo británico que negaba la doctrina del pecado original. Durante este conflicto, que fue largo y enconado, Agustín desarrolló sus doctrinas de pecado original y gracia divina, soberanía divina y predestinación. La Iglesia católica apostólica romana ha encontrado especial satisfacción en los aspectos institucionales o eclesiásticos de las doctrinas de san Agustín; la teología católica, lo mismo que la protestante, están basadas en su mayor parte, en las teorías agustinianas. Juan Calvino y Martín Lutero, líderes de la Reforma, fueron estudiosos del pensamiento de san Agustín.

La doctrina agustiniana se situaba entre los extremos del pelagianismo y el maniqueísmo. Contra la doctrina de Pelagio mantenía que la desobediencia espiritual del hombre se había producido en un estado de pecado que la naturaleza humana era incapaz de cambiar. En su teología, los hombres y las mujeres son salvados por el don de la gracia divina; contra el maniqueísmo defendió con energía el papel del libre albedrío en unión con la gracia. Agustín murió en Hipona el 28 de agosto del año 430. El día de su fiesta se celebra el 28 de agostO.

Obras

La portancia de san Agustín entre los padres y doctores de la Iglesia es comparable a la de san Pablo entre los apóstoles. Como escritor, fue prolífico, convincente y un brillante estilista. Su obra más conocida es su autobiografía Confesiones (400?), donde narra sus primeros años y su conversión. En su gran apología cristiana La ciudad de Dios (413-426), Agustín formuló una filosofía teológica de la historia. De los veintidós libros de esta obra diez están dedicados a polemizar sobre el panteísmo. Los doce libros restantes se ocupan del origen, destino y progreso de la Iglesia, a la que considera como oportuna sucesora del paganismo. En el año 428, escribió las Retractiones, donde expuso su veredicto final sobre sus primeros libros, corrigiendo todo lo que su juicio más maduro consideró engañoso o equivocado. Sus otros escritos incluyen las Epístolas, de las que 270 se encuentran en la edición benedictina, fechadas entre el año 386 y el 429; sus tratados De libero arbitrio (389-395), De doctrina Christiana (397-428), De Baptismo, Contra Donatistas (400-401), De Trinitate (400-416), De natura et gratia (415) y homilías sobre diversos libros de la Biblia.

En Confesiones, uno de los principales escritos del más insigne Padre y Doctor de la Iglesia, san Agustín de Hipona, éste refirió de forma autobiográfica y con un brillante estilo literario algunos de los episodios más importantes de su vida. Además, en sus páginas expuso gran parte de su pensamiento teológico y filosófico. El fragmento que sigue supone una interesante aproximación a su teoría del conocimiento.

Conocer y entender al señor es primero, permíteme que hable en presencia de tu misericordia, tierra y ceniza ya que pagas deudas sin deber nada a nadie y perdonando deudas, sin perder nada con ello y que aquellos que se callan acerca de ti, porque no son mas que mudos charlatanes.

Quien me concederá que vengas a mi corazón y lo embriagues para que olvide mis maldades y me abrace contigo, para que me mandes que te ame y si no lo hago te aires contra mi y me amenaces con ingentes miserias, que yo corra tras esta voz y te de alcance.

De los pecados ocultos líbrame y de los ajenos perdona a tu siervo, tu lo sabes señor no he confesado ante ti mis delitos contra mi, no quiero contender en juicio contigo, que eres la verdad, y no quiero engañarme a mi mismo, para que no se engañe a si misma iniquidad.

Uno desde pequeño tiene sus pecados así sea desde su primer día de nacido ¿Quién puede perdonar esos pecado Señor? A tan temprana edad no estuviera tan mal el que yo pidiese llorando cosas que me dañarían si me las dieran; ni que me indignara contra aquellas personas maduras y prudentes, y contra mis propios padres porque no se doblegaban al imperio de mi voluntad; y esto, hasta el punto de quererlas yo golpear y dañar según mis débiles fuerzas, por no rendirme una obediencia que me habría perjudicado.

Dicen que las madres y nodrizas pueden conjurar estas cosas con no que remedios. Sin embargo se toleran indulgentemente estas faltas, no porque sean nulas y pequeñas, sino porque se espera que con el tiempo hayan de desaparecer y apenas así las podemos llevar con paciencia.

Se escucha hablar sobre la vida eterna que se nos ha prometido por la humildad de nuestro señor Dios.

Proponerme a imitar a unos hombres que al momento de contar sus deshonestidades con palabras castizas y apropiadas de modo elocuente y elegante eran alabados y se hinchaban de gloria y no por el contar con sus no malas acciones se exponían con algún barbarismo o solecismo, Tu Señor, permites estas cosas, callaras para siempre, pues ahora saca de este espantoso abismo al alma que te busca que

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