Un viaje inesperado

UN VIAJE INESPERADO

Antes de terminar la secundaria tenía que hacer algo emocionante con mi grupo de amigos, todos queríamos tener un buen recuerdo de nuestra promoción, así que planeamos tener un viaje a la ciudad imperial de Cusco, ya que es un lugar muy frecuentado y reconocido a nivel mundial; para que sea un viaje inolvidable solicitamos a los padres de familia y docentes que nos dieran una noche libre solo a los estudiantes, para así poder divertirnos donde nosotros queramos, a lo cual accedieron dudosamente a nuestra petición porque sabían que éramos un poco inquietos.

El gran día de marchar hacia Cusco, nuestro viaje tan ansiado finalmente había llegado, estábamos muy emocionados y era momento de despedirse, los padres se sentían tristes ya que temían que nos pasara algún accidente y a la vez se sentían alegres porque sabían que era un viaje tan importante para nosotros. Llegamos al hotel ubicada en el centro de la ciudad de Cusco, donde nos recibieron amablemente; transcurrieron los días de caminata por los lugares turísticos de este lugar y ya era hora de pedir nuestra noche libre como habíamos quedado para divertirnos, los hombres decidimos irnos de parranda mientras que las mujeres eligieron algo más tranquilo, ir al cine. Desconocíamos a que discoteca ir, así que le pedimos ayuda al chofer para  que nos llevara a una discoteca cercana ya que él conocía muy bien la ciudad; llegamos al lugar, era un callejón oscuro y había varias personas haciendo cola para ingresar, nos colamos, pero los de la seguridad se dieron cuenta que éramos menores de edad y no nos permitieron ingresar ya que el lugar no solo era una discoteca, sino también un burdel. Los de la seguridad llamaron a la policía, nos detuvieron y llevaron a la comisaría donde nos interrogaron del por qué estábamos ahí, si era un lugar para adultos y quiso llamar a nuestros padres, le contamos que no éramos de la ciudad de Cusco por esa razón desconocíamos del lugar ya que no teníamos la intención de ir a un burdel, sino a una discoteca para bailar y divertirnos entre amigos, cosa que el comisario no nos creyó y nos castigó mandándonos hacer planchas y sentadillas hasta que llegara nuestro tutor.

Finalmente, nuestro tutor llegó después de casi dos horas y habló con el comisario explicándole que nosotros desconocíamos aquel lugar, él entendió y nos dejó en libertad; al salir de la comisaría nos dirigímos al hotel donde nos encontramos con el chofer, le contamos lo ocurrido y el empezó a reírse ya que nos había llevado intencionalmente a ese lugar, de manera burlesca nos apodaron “promo chonguito”.

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