Una Visita Al Cerro

Una visita al cerro

Carmen Yazbel Amador Tabasco

Antes de realizar las visitas domiciliaras me cuestionaba ¿Cuánto tiempo debo permanecer?, ¿cómo debo de iniciar mi presentación? , ¿Qué tema voy a tratar? No obstante, cualquier información que otorgaban los papás era valiosa, por mínima que fuera; finalmente, para dialogar con las familias decidí emplear la plática libre sin ninguna pregunta como guía a responder, y sin olvidar ponerme a su disposición.

Una de las visitas que realice fue a casa de María, quien llegaba a la escuela acompañada de algún familiar y a la salida casi siempre iba su hermano a recogerla.

Al ir subiendo por la pendiente del cerro, veía como María iba esquivando con agilidad las piedras que se interponían en su trayecto; yo iba igual, era un poco difícil el terreno por lo accidentado del suelo, veía como algunas gotas de sudor corrían por la sien de la niña, pero ella continuaba ascendiendo.

Cuando finalizamos el ascenso del cerro, María dijo: “ya vamos a la mitad del camino profe, ¿no se a cansado?”, le conteste que no había problema, continuaba percibiendo a lo lejos unas casas, hechas de cartón, otras de la lamina de cartón con pintura negra, pasamos por un desnivel de piedras donde había chollas, cactus, cuando llegamos al extremo final del cerro, en su parte superior, observe salir de una casa de cartón a la mamá de la niña.

La información que adquirió en la visita a casa de María mostraba la realidad que vivía María, la comunicación que se logro tener con la mama, me dio muchas respuestas de por qué no asistía su hija a la escuela, menciono que no le gusta que María se valla sola a la escuela porque el bario es muy peligroso

Comprendí que por su situación María no llevaba los materiales, la pensión que recibe el papá no les alcanza, una duda que aclaré fue por que María tiene un grupo reducido de amigos ya que en grados anteriores le quitaban el dinero y su comida.

Con esta visita me auxiliaba para evitar continuar con “creencias” personales acerca de la realidad de mi alumna; olvide ideas como el que se trabajaba de una niña a quien se le prohibía ir a la escuela por ser mujer. Probablemente yo provocaba su ausentismo, al pensar que había una negación y devaluación del servicio educativo por parte de su familia, o al imaginar que María olvidaba llevar el material por no comentarlo con sus padres, o bien, por percibir que ella no deseaba la amistad de algunas personas al considerarlas inferiores.

Fue posible contrastar estas y otras “ideas” duración las visitas domiciliarías.

En esos momentos, era difícil para mí comprender las reacciones de cualquier ser humano de mi grupo, logré obtener aproximaciones más congruentes, evitar expectativas negativas y faltar al carácter sensible de un profesor y entonces puede entender qué sucedía realmente en

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