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Formativa


Enviado por   •  16 de Junio de 2014  •  974 Palabras (4 Páginas)  •  152 Visitas

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Antenor Orrego y César Vallejo, en cuanto a que la conquista española fue dañina, destructiva de las civilizaciones existentes en América Latina. Al destruirse filosofías, religiones, industrias, arte nativos y todo lo que había de vivo, orgánico y fuerte en esta parte del mundo, con las decadencias y vicios europeos trasladados a América se resquebrajaron las formas de nacionalidad existentes en los pueblos aborígenes y se impusieron estructuras sociales aberrantes que duraron hasta la etapa republicana. Vallejo recalca la necesidad del examen histórico de los pueblos de América, ya que considera útil conocer la historia de nuestros ancestros para llegar mejor al desarrollo de nuestro futuro.

2) Educación y cultura en América. Vallejo y Orrego coinciden en que América vive culturalmente de Europa. Los mejores maestros de América son maestros europizados. La universidad latinoamericana se circunscribe a la repetición de la cultura europea. La producción intelectual producida en América después de la conquista española no se diferencia de la producida en España. Una cultura traída de Europa como arma de dominación ideológica para el manejo de las formas de pensamiento. Orrego destaca que nuestras universidades no se han propuesto formar “hombres”, sino “profesionales”; es decir, no se forman hombres, calidad humana en base de principios y valores, sino sujetos hábiles en determinadas destrezas propias de cada profesión.

Para Orrego, en la formación de una cultura viva, americana, creadora de nuestro propio pensamiento en política, economía, estética e historia, deben participar, como elementos primordiales la universidad y el pueblo, el trabajador manual y el trabajador intelectual. La enseñanza universitaria debe sufrir una completa inmersión en la cultura moderna. Vallejo considera que en artes plásticas, en medicina, en literatura, en ciencias sociales, en lingüística, en ciencias físicas y naturales, se pueden verter en América inusitadas sugestiones diferentes del espíritu europeo.

Por otro lado, Orrego considera que en el porvenir no será posible la creación de un arte exclusivamente nacional: será el de un americanismo, expresión de una nueva cultura con valores propios. Vallejo, en cambio, considera que las etiquetas en torno a nacionalismos o continentalismos en arte están fuera de lugar y no debe juzgarse a los artistas en nombre de ellas.

Los dos coinciden en la noción de aceptar la existencia de un hombre nuevo; uno desde una perspectiva latinoamericana, y otro, desde una perspectiva más genérica, planetaria. Orrego afirma que el nuevo hombre de América es el nuevo órgano biológico que necesita el continente para articular su destino, producto transfundido de la raza autóctona y de todas las razas del mundo que vinieron aquí. Vallejo ve un hombre nuevo en todas partes del mundo, que está adquiriendo una conciencia creadora y crítica que le permite discernir mejor lo correcto de lo incorrecto en la sociedad o en los movimientos de la historia. Y ese hombre nuevo está también en los movimientos juveniles latinoamericanos, quienes deben tener la capacidad de reconocer lo

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