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Pensamiento Oriental - Orientalismo


Enviado por   •  2 de Abril de 2014  •  2.375 Palabras (10 Páginas)  •  299 Visitas

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JEAN PAUL ROSSI RINCÓN

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TRABAJO FINAL ARGUMENTACIÓN

TESIS

El hombre se da en un determinado régimen de discurso inmerso en un determinado momento histórico, discurso que ha de ser dinámico en función de dicho momento histórico, siempre cambiante. Evidenciamos también que lo que hay son procesos racionales determinados (temporales, sujetos a una lógica de turno), entonces no hay un sujeto que permanece de manera intemporal en los diversos momentos históricos.

JUICIO CRÍTICO

La invasión a Egipto por parte de Inglaterra fue para algunos una muestra de la grandeza y el poder de occidente, para otros, una muestra del impertinente y constante espíritu imperialista de las naciones europeas, en cualquiera de los dos casos, en general se presenta una sociedad que legítima su proceder a partir de ciertos elementos que trataré a lo largo de este texto; me referiré principalmente a aquellos que se fundamentan sobre la premisa de la existencia del Hombre, asumido éste como sujeto temporal y trascendente, respecto a cualquier momento histórico.

Se supone que existe un sujeto humano por todos reconocible y que posee "derechos" de alguna manera naturales: derecho de supervivencia, de no ser maltratado, de disponer de libertades "fundamentales" [de opinión, de expresión, de designación democrática de los gobiernos, etc.]. Estos derechos se los supone evidentes y son el objeto de un amplio consenso. La "ética" consiste en preocuparse por estos derechos, en hacerlos respetar.”

La sospecha de Badiou efectivamente recae sobre la supuesta existencia de ese sujeto humano, susceptible de ser reconocido por cualquiera y quien se hace acreedor de ciertos derechos por el simple hecho de existir, derechos que deben ser respetados por los demás, para lo cual se crean diversidad de dispositivos especializados (instituciones) para que ese respeto sea una realidad. De hecho resulta paradójico que muchos “sujetos” parecen nacer sin conocimiento de ese derecho, para lo cual también hay dispositivos de reorientación tanto de pensamiento como de acción (pedagogía, escuela, etc).

Concebir la existencia del Hombre ha degenerado en concepciones que proponen una discriminación en términos culturales y étnicos de un Hombre superior a otros Hombres, es decir, si bien no se concibe un Hombre en términos absolutos, si se adopta en términos locales para así circunscribirle a un determinado contexto cultural, de manera que con dicho perfilamiento se sugiere una cierta superioridad que deviene en la colonización como necesidad (supremacía de una cultura sobre otras; el triunfo del Hombre de occidente sobre otros Hombres, como el de oriente o el de américa). Pensamientos de esta índole se materializan, por ejemplo, de la siguiente forma:

“Inglaterra conoce Egipto, Egipto es lo que Inglaterra conoce; Inglaterra sabe que Egipto no es capaz de tener un autogobierno, Inglaterra confirma que, al ocupar Egipto, Egipto es para los egipcios lo que Inglaterra ha ocupado y ahora gobierna; la ocupación extranjera se convierte, pues, en “el fundamento principal” de la civilización egipcia contemporánea; Egipto necesita –de hecho, exige- la ocupación británica.”

Consecuente con la anterior sospecha, en el apartado del texto de Badiou (¿La muerte del Hombre?), se muestran elementos interesantes que conllevan a cuestionarse la existencia de ese sujeto Hombre, de naturaleza intemporal y universal (acá se debe tener en cuenta que la afirmación del Hombre en términos locales también es susceptible de la misma crítica):

1. En aquella época Michel Foucault había escandalizado anunciando que el Hombre, concebido como sujeto, era un concepto histórico y construido, perteneciente a un cierto régimen de discursos, y no una evidencia intemporal capaz de fundar derechos o una ética universal. El anunciaba el fin de la pertinencia; de este concepto, por el hecho mismo de que el único tipo de discurso que le daba sentido estaba históricamente perimido.

2. De igual manera Althusser anunciaba que la historia no era, como pensaba Hegel, el devenir absoluto de] Espíritu, el advenimiento de un sujeto-sustancia, sino un proceso racional reglado, que él nombraba un "proceso sin sujeto", al cual únicamente tenía acceso una ciencia particular, el materialismo histórico. De ahí resultaba que el humanismo de los derechos y de la ética abstracta no eran sino construcciones imaginarias -ideologías- y que era preciso comprometerse en la vía que él llamaba de un "antihumanismo teórico".

3. Al mismo tiempo, Jacques Lacan intentaba sustraer al psicoanálisis de toda tendencia psicológica y normativa. Mostraba que era necesario distinguir absolutamente el Yo, figura de unidad imaginaria, y el Sujeto. El sujeto no tenía ninguna sustancia, ninguna "naturaleza"; dependía tanto de las leyes contingentes del lenguaje, como de la historia, siempre singular, de los objetos del deseo. De ello resultaba que toda visión de la cura analítica como reinstauración de un deseo "normal" era una impostura, y que, más generalmente, no existía ninguna norma de la que pudiera sostenerse la idea de un "sujeto humano" cuyos deberes y derechos la filosofía hubiera tenido la tarea de enunciar.

Tenemos entonces varios rasgos importantes: el hombre se da en un determinado régimen de discurso inmerso en un determinado momento histórico, discurso que ha de ser dinámico en función de dicho momento histórico, efectivamente cambiante. Evidenciamos también que lo que hay son procesos racionales determinados (temporales, sujetos a una lógica de turno), entonces no hay un sujeto que permanece de manera intemporal en los diversos momentos históricos. El problema se gesta en el momento en que un determinado discurso tenga la pretensión de ir más allá de su momento histórico pues es altamente susceptible de terminar siendo un discurso de tipo hegemónico; tiene lugar un imposición moral y ética, para la muestra un botón:

“Él (Balfour) sabe lo que sienten porque conoce su historia, la confianza que tienen en hombres como él y sus expectativas. No obstante, Balfour habla por ellos, porque, quizá, lo que ellos dirían si se les preguntara y fueran capaces de contestar, confirmaría de manera superflua lo que ya es evidente: que son una raza sometida, dominada por una raza que los conoce y que sabe mejor que ellos lo que les conviene.”

En contraposición con lo anterior, la manera adecuada de adentrarse en esa dinámica conceptual (pues tampoco se puede entrar en

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