Como se da el Ensayo de Futilidad y sufrimiento de la vida

INTRODUCCIÓN

El sufrimiento es una noción central en la filosofía de Schopenhauer. No solamente porque la experiencia del sufrimiento inicia su filosofía, sino porque además en determinados casos permite la salvación. Es a través del sufrimiento que el individuo puede conocerse a sí mismo, percatarse de la estructura del mundo y adoptar una determinada actitud ante la vida. Es sobre esta actitud que acoge el individuo al topar con el dolor del mundo que se erige esta reflexión. Lo que pretende este artículo es analizar de qué forma la centralidad de la experiencia del sufrimiento en la filosofía de Schopenhauer fundamenta su pesimismo. Antes de nada, conviene señalar la problemática que ha despertado y despierta la cuestión del pesimismo en este autor. Aunque frecuentemente se ha tildado a su filosofía de pesimista, irónicamente esta noción es usada con poca frecuencia por el filósofo alemán. Las pocas veces que éste hace uso de ella lo hace en su forma adjetivada. El vocablo ‘pesimismo’ empieza a ser utilizado por este autor a partir de 1827; parece que la primera vez que Schopenhauer se refiere a esta categoría es en 1828 en uno de sus manuscritos.

DESARROLLO

SOBRE LA FUTILIDAD Y LOS SUFRIMIENTOS DE LA VIDA

En la etapa adulta, la vida comienza a tornarse más turbia, nos encontramos junto con otros individuos en la misma situación. Todos esforzándose, trabajando, luchando por salir adelante, sufriendo. No logra satisfacerse de ninguna manera, el hombre siempre tiene deseos inalcanzables, y, si llega a lograr uno, tendrá anhelo de obtener otro, y así sucesivamente.

El hombre, por regla general, obtiene satisfacciones de un solo tipo, la misma conservación de su existencia misma, obtenida a costa de esfuerzos diarios, de desgastamiento constante y de preocupaciones, luchando contra la fuerte necesidad y la muerte.

Todo indica que la felicidad para el hombre va a ser siempre inalcanzable, frustrada y que sólo será vista como una simple ilusión, por ende, la vida de la mayoría de los hombres es triste y corta. Los que son comparativamente felices, lo son, sólo de apariencia, o sólo en casos excepcionales como los longevos.

La vida es impredecible, se presenta en forma de engaño continuo, si ha prometido algo, no lo cumple, a menos que sea para mostrarnos lo poco agradable que era aquello que nosotros habíamos deseado con anterioridad. Si la vida nos da algo bueno, es para después quitárnoslo. La felicidad por ende, sólo la podemos encontrar en el futuro, en donde creamos planes en nuestra cabeza, e imaginamos que alcanzaremos la vida plena, la felicidad; de igual forma la felicidad la encontramos en el pasado, cuando llegan a nuestra mente los buenos recuerdos que alimentan nuestra vida; en cuanto al presente, siempre queda obscuro. El presente siempre lo encontramos insuficiente, pero el futuro es incierto y el pasado irrecuperable.

La futilidad misma es, lo único objetivo del tiempo, o sea, aquello que el tiempo expresa. Por eso el tiempo es la forma en la que se marcan todas nuestras instituciones, todo se manifiesta en él, incluidos nosotros mismos. Por lo que nuestra vida y el paso de los días es el pago constante por tenerla a ella, en donde la muerte es en donde recibimos nuestro recibo. Lo que la vida nos enseña es que nuestras aspiraciones no son más que deseos, el que tenemos que luchar constantemente por ellos, y si alguna vez llegamos a cumplir con nuestras metas, sólo será por tiempo limitado, eso es lo que nos enseña la vida, la vida es dura.

El hombre es el único que pone la barrera contra la felicidad, ya que percibimos el dolor, pero no la ausencia del mismo; sentimos el miedo, pero no la seguridad cuando la poseemos; añoramos el placer y la felicidad que nos resulta inalcanzable, pero cuando dejamos de tener problemas que antes nos dolían, no lo sentimos y no lo agradecemos. No apreciamos los 3 grandes valores de la vida, que son la juventud, la salud y la libertad cuando realmente los poseemos, sólo los apreciamos cuando ya los hemos perdido.

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