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Desarrollo Humano


Enviado por   •  25 de Agosto de 2014  •  1.642 Palabras (7 Páginas)  •  162 Visitas

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Este es el primer punto que quiero señalar —un supuesto científico que presupone una cierta manera de conducta humana se presta admirablemente a ser criticado: siempre es incompleto y parcial. Sería igualmente criticable el supuesto humano de una ciencia dedicada al estudio de los huesos humanos.

Es obvio que el ser humano es más que los huesos que estudia la Osteología. Criticar al homo oseum por irreal sería absurdo.

Claramente el ser humano es más complejo de lo que supone la definición extrema del homo economicus —y sin embargo, la idea de entender al ser humano como alguien racional, capaz de decidir y actuar, con conocimiento que persigue lograr beneficios personales siguiendo principios de menor esfuerzo y mayor logro, no deja de tener un tono optimista y prometedor si se analiza con mayor cuidado.

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Entro aquí al segundo punto que quiero tratar —es frecuente encontrar que las críticas del supuesto del homo economicus están más alimentadas por el ánimo de criticar al liberalismo económico que al supuesto en sí mismo.

Se afirma que el liberalismo y el capitalismo están basados en un supuesto falso, el del hombre frío y calculador al que no interesa nada más que su interés propio, y precisamente por eso el liberalismo y el capitalismo deben ser condenados.

No creo que haya que ir tan de prisa y asignar una condena tan superficial.

Es frecuente, por consiguiente, que un opositor del liberalismo argumente que esa escuela económica es nefasta porque ella adopta un modelo de conducta humana que presupone racionalidad y egoísmo extremos; y se sabe que los humanos son imperfectos y que el egoísmo daña a los demás.

No es para tanto. Se trata de una reacción exagerada.

Desear que los humanos tengan una conducta racional no es algo exclusivo del liberalismo, ni del capitalismo —supongo que esa ambición sea universal y venga desde los inicios de la filosofía, muchos decenas de siglos antes que Adam Smith, David Ricardo y los demás acusados de crear al homo economicus.

Lo que ellos intentaron, no es en realidad diferente a lo que hicieron Sócrates, Aristóteles, Cicerón, San Agustín, Santo Tomás, Copérnico, Newton y otros: querer ser racionales en nuestra comprensión del mundo.

Si, por ejemplo, necesita calcularse la distancia que algún cometa viaja en cierto tiempo, o la distancia entre la tierra y el sol, es innegable que tendremos que hacerlo de manera racional, con los cálculos y conceptos adecuados.

No veo por qué es odiosa la misma ambición de ser racional en el resto de la conducta humana, sea o no la económica —¿tendría que ignorarse la conveniencia de calcular el valor presente de una inversión porque eso supone un abominable homo economicus?

Criticar sin cuidado al homo economicus puede llevar a errores como el anterior —es decir, la involuntaria justificación de acciones opuestas al bienestar.

El crítico descuidado del homo economicus corre el riesgo de defender una visión muy pesimista del ser humano queriendo implicar que el uso de su razón es despreciable.

Desde luego, el ser humano comete errores de razonamiento y no es un emisor de razonamientos perfectos.

Suele ser señalado lo reprobable que es la meta del homo economicus —intentar hacer lo mayor posible sus logros se ve como negativo, es decir, querer vivir mejor es considerada una meta ilegítima.

Si se rechaza la idea de querer hacer más con menos, las consecuencias serán colosales: se aceptará que la pobreza es deseable y digna de mantener.

Estoy diciendo que una crítica sin sentido del homo economicus puede tener efectos desastrosos, como el rechazo al ahorro, la inversión, el desperdicio de recursos y la destrucción de capital.

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Quizá el centro de la crítica al supuesto del homo economicus es su frialdad calculadora, su egoísmo extremo y su carencia de consideraciones morales —tres rasgos del homo economicus que han servido para caricaturizarlo como un ser gélido que sólo quiere elevar las utilidades personales sin siquiera pensar en lo que eso puede lastimar a otros.

Desde luego, un ser así resultaría justificadamente despreciable y odioso.

Señalar esto no tiene mérito alguno, como odiar a Scrooge.

La realidad, sin embargo, es más intrincada que esa caricatura simplificada.

La frialdad calculadora es una expresión un tanto emocional y que contiene realmente un elemento prometedor —permite entender que el ser humano tiene habilidades para saber cuáles decisiones le son más convenientes.

Cierto, puede errar, pero es muy reconfortante suponer que la libertad humana tiene un sentido que es dado por la capacidad de poder determinar qué es lo que debe hacerse.

Si quien critica el supuesto del homo economicus se refiere a que se yerra pensando en la incapacidad de cometer errores, esa crítica tiene toda la razón.

Pero si ella se refiere a querer anular la meta de buscar la mejor decisión posible, niega un rasgo muy humano y legítimo. ¿Por qué otra cosa podría guiarse la acción humana, si no es por intentar encontrar las mejores decisiones?

El segundo rasgo, el del egoísmo extremo asignado al homo economicus tiene mayores posibilidades de análisis que las que suponen sus críticos —por lo general piensan que un beneficio logrado por alguien

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