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Drogas, Una Muerte En Dosis


Enviado por   •  3 de Abril de 2012  •  6.821 Palabras (28 Páginas)  •  697 Visitas

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Trabajo Final

Tema:

DROGAS, UN SUICIDIO EN DOSIS.

Introducción:

El uso de las drogas estupefacientes es un problema social relativamente moderno, no tanto porque la sociedad haya tomado conciencia por sí misma de que el uso de estas sustancias acarrea problemas sociales y problemas individuales, sino más bien, porque solo hoy, ha adquirido un consumo masivo, desinhibido y se empiezan a reconocer los estigmas que provoca en las personas que se aprovechan de su uso.

Todos conocemos de su existencia, de su uso a nuestro alrededor existen. Unas se aceptan económica, social y culturalmente y otras se penalizan. Muchas veces no se tienen los conocimientos suficientes al respecto, y como todo en la vida, la ignorancia lleva al error, pero el verdadero problema al que la sociedad moderna se enfrenta, no son las sustancias en sí, sino, el uso y abuso que de dichas sustancias se hacen, creando diariamente millones de drogadictos en todo el mundo, desde las amas de casa que se enganchan a los barbitúricos, pasando por los ejecutivos que abusan del Prozac, hasta el que delinque buscando una experiencia mas “excitante”.

Drogas: Que son?

La dificultad de una definición aceptable para todos radica en que se trata de un conjunto de sustancias muy diversas, con pluralidad de efectos sobre el sistema nervioso humano, de las que se hace uso por razones muy diferentes. Sustancias que se pretenden limitar, regular, controlar o perseguir por motivos que van desde el dominio comercial hasta la salud.

Desde principios de siglo numerosos comités de expertos de los organismos internacionales han propuesto definiciones que chocaban con la realidad farmacológica o dejaban al descubierto los intereses y las contradicciones existentes en el control internacional. En realidad se trataba, se trata, de descubrir que características tenían en común una lista de sustancias ya prohibidas, reguladas o controladas por otras razones.

Ni siquiera cuando se firma en Viena, en 1971, el Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas aparece una definición. Serán drogas aquellas sustancias que estén “incluidas en la lista”. Era y es imposible una definición seria, en la que quepan los criterios y las razones-con frecuencia demasiado alteradas- por los que se controlaban por aquel entonces 223sustancias y no se controlaban otras muchas. Es más, las Naciones Unidas en la última Convención Contra el Tráfico de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas y Actividades Conexas (Viena 1988), sigue definiéndolas como: “Sustancias, preparados y especialidades farmacéuticas incluidos en las listas” de las convenciones y convenios anteriores. Además, ante los nuevos productos que pueden aparecer, se incluirán como drogas a todos aquellos “cuyo consumo pueda producir efectos análogos a los de una de las sustancias antes indicadas” (en las listas).

Con esos criterios, la definición es casi imposible. La cuestión de las drogas, incluidas sus definiciones, se ha construido y se sigue construyendo apoyándose en parámetros que poco o nada tienen que ver con la ciencia, ni si quiera con la farmacológica. Las hojas de coca y la cocaína se siguen clasificando como estupefacientes (según el diccionario: “Dícese de las drogas o narcóticos que suspenden o debilitan la actividad cerebral”) cuando es de dominio público que producen los efectos contrarios.

No se puede aceptar cualquier definición más o menos objetiva de drogodependencia o toxicomanía porque el alcohol quedaría incluido. No es fiable una definición que incluya fármacos con una actividad psíquica pero son fabricados a millones por una industria muy potente. Los textos de los comités de expertos de los organismos internacionales están llenos de todas estas discusiones semánticas, que parecen objetivas. Manuales considerados básicos en el tema eluden la definición.

La multiplicidad de palabras que se usan (droga, medicina, fármaco, narcótico, tóxico, estupefacientes, psicotrópico, etc.) evidencia no sólo una pluriformidad de abordajes culturales sino la diversidad de habilidades semánticas que se ponen en marcha para evitar el núcleo objetivo de la cuestión. Una visión simplemente moral, o ética, de las drogas llevaría a identificarlas con todo aquello que tiene capacidad para alienar, para hacer que las personas se evadan de su realidad.

Pero una definición de ese estilo haría que algunos considerasen, no sin razón, a la televisión o la publicidad como drogas.

Las definiciones estructuradas en torno a la idea de actividad que no se puede controlar, de hábito irrefrenable, harían necesario incluir actividades humanas compulsivas (que tienden a repetirse sin control) como el uso de las máquinas tragamonedas y el juego de azar. Algunos autores hablan entonces de la “mente drogada” y en círculos sociales mas generales se refieren ya a esa dificultad como enfermedad del juego o ludopatía.

Concluyendo con esta incertidumbre muchos autores se inclinan por la definición aportada por la Organización Mundial de la Salud la cual sostiene que Con el nombre de droga se designa en sentido genérico a toda sustancia mineral, vegetal o animal que se utiliza en la industria o en la medicina y que posee efectos estimulantes, depresores o narcóticos, a cualquier sustancia que, introducida en un organismo vivo, puede modificar una o varias de sus funciones. A efectos penales, el concepto de droga (a pesar de las diferentes formas de actuación en el organismo) engloba también las sustancias estupefacientes y psicotrópicas, naturales o sintéticas, cuyo consumo reiterado provoca la dependencia física u orgánica, así como el deseo irrefrenable de seguir consumiéndolas en mayores dosis a fin de evitar el síndrome de abstinencia. Su capacidad de crear dependencia, es uno de los factores más importantes a la hora de definir las drogas. Una de las clasificaciones más controvertida de las drogas, puede ser la clasificación según su adicción,

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