El Culb De Los Emperadores

Se narra la relación entre el Profesor William Hundert, que enseña cultura clásica en un colegio de Estados Unidos, y un alumno nuevo llamado Sedgewick Bell, que es hijo de un poderoso senador y además un adolescente inteligente, rebelde, caprichoso y protegido por el poder de su padre. El profesor considera que es su misión inculcar al alumno los valores que define la escuela utilizando los contenidos de su asignatura como medio para forjar el carácter y la responsabilidad personal.

El Profesor William Hundert con innegable vocación para la enseñanza también tiene sus debilidades. ¿Quién no pecaría en un momento dado de injusto, al observar que su pupilo díscolo por fin empieza a tomarse interés por las cosas? Y a pesar de todo, su sentido de la justicia emerge cuando se rompen las reglas del juego. Tras un continuo tira y aflojo con el joven Sedgewich, parece que este comienza a sentir interés por las cosas. Ello lleva a que el Profesor Hundert llegue a cometer una injusticia con otro alumno para afianzar la confianza del adolescente, al que realmente llega a tomar mucho efecto.

Al cabo de veinte años, cuando el profesor está a punto de retirarse, se reúnen de nuevo los alumnos de aquel curso y entre ellos reaparece Sedgewichk, convertido en un hombre poderoso y de éxito. En esa reunión Hundert descubre que Sedgewich sigue siendo un personaje de ética dudosa y que lo que él creía haber logrado veinte años atrás no fue más que una impostura por parte del alumno; a partir de este momento, el profesor se ve obligado a romper las normas para realizar un acto de justicia.

A modo de conclusión:

¿Hasta qué punto uno puede sacrificar sus propios principios y las justas reglas aun persiguiendo un buen fin? Es lo que el profesor Hundert se pregunta constantemente con respecto a la modificación de su evaluación al sr. Bell (en detrimento de otro alumno) con el objeto de conseguir su participación en el concurso mencionado. Pregunta sin respuesta, evidentemente en línea con esto, una frase de la película “él no te puedes bañar dos veces en el mismo río” de Heráclito. Pues eso, que no hay dos circunstancias iguales.

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