Freire

Freire explica que el hombre es un ser inconcluso por su humanización y su deshumanización (dada por los opresores que antes eran oprimidos) que existe en el mundo, donde el oprimido lucha contra quien los minimizó, pero su lucha sólo tiene sentido cuando los oprimidos no se transforman en opresores, sino en restauradores de la humanidad de ambos. Esta restauración solo proviene de los oprimidos porque ellos deben construir su realidad a través de las circunstancias que generan el devenir cotidiano, donde los textos que el individuo construye le permiten reflexionar y analizar el mundo en que vive, pero no para adaptarse a él, sino para reformarlo liberándose a sí mismos y a los opresores, (el oprimido tiene que liberarse psicológicamente para no convertirse en opresor porque ellos tienden a identificarse con su contrario). Para poder llevar a cabo esto, el individuo debe crear palabras que le permitan hacer conciencia de la realidad, para luchar por su emancipación, puesto que algunos adquieren una conciencia ingenua en la que se dan cuenta de su situación, sin embargo no se esfuerzan por modificarla, se sitúan en una actitud conformista al considerarla como algo normal, incluso suelen adherirse a ella; otros construyen su realidad y se liberan de la opresión pero no para liberar contra el que luchaban.

Esto se relaciona con el texto Las iglesias, la educación y el proceso de liberación, al establecer que aquellas personas que proclaman la neutralidad pueden ser “ingenuos” en su percepción de la iglesia y la historia o “astutos”; saben encubrir su opción real. Desde el punto de vista de la liberación de los seres humanos, ambos atraviesan la ideología de las clases sociales dominantes y son atravesados por ella, pero los astutos aceptan esta ideología como suya.

Los astutos saben que con tales formas de acción retardan la transformación radical de las estructuras sociales para que se pueda dar un cambio de las conciencias que no es ni automático ni mecánico.

Los “ingenuos” al develizar la realidad, siendo a la vez por ella develizados, pueden asumir la ideología de la dominación, transformando su inocencia en astucia, como pueden renunciar a sus ilusiones idealistas; que con prédicas, obras humanitarias y el desarrollo de una racionalidad desconectada del mundo pueden cambiar las conciencias y luego transformar el mundo. En este caso retiran su adhesión a las clases dominantes y se comprometen con los oprimidos (aprendizaje con ellos). Esto significa que en la praxis de su nuevo aprendizaje tendrán que enfrentar de manera más seria y más profunda el riesgo de la existencia histórica. La primera exigencia del nuevo aprendizaje es romper su concepción elitista que habían introducido en su ideologización. Este aprendizaje requiere que hagan su “Pascua”, es decir, que mueran en cuantos elitistas para renacer, con los oprimidos, como seres prohibidos de ser. La pascua es

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