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Los Bandidos Del Rio Frio


Enviado por   •  20 de Abril de 2013  •  687 Palabras (3 Páginas)  •  512 Visitas

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traviado pasa de mano en mano de personas muy pobres hasta que, ya adolescente, se pone de aprendiz con Evaristo, pero al presenciar el crimen de este, huye para no ser incriminado. Durante una leva lo incorporan al ejército junto con otros dos muchachos, Espiridión, hijo de dos rancheros indígenas, y Moctezuma III, presunto heredero del infortunado emperador azteca.

Por lances del destino, el supuesto huérfano queda aislado de su cuerpo de tropa y parte para la feria de San Juan de los Lagos -hoy Lagos de Moreno, en el estado de Jalisco-, allí lo recluta Relumbrón, quien le encarga su hacienda de Arroyo Prieto sin descubrirle sus acciones criminales.

El coronel goza de la confianza del presidente, del marqués de Valle Alegre -pretendiente a la mano de Mariana, quien se resiste a la boda y enloquece-, y del licenciado Oloñeta, juez recto y digno.

Las fechorías de Relumbrón se multiplican: jefatura a los bandidos de Río Frío a través de Evaristo, inquieta las haciendas del estado de Morelos con la gente de Cataño, fabrica moneda falsa y la distribuye mediante el cuñado de Oloñeta, organiza a los ladrones de la capital con el concurso de una corredora de joyas, doña Viviana, y de un malhechor, el tuerto Cirilo; obtiene pingues ganancias del juego de barajas aliado con don Moisés, experto tahúr, y se inmiscuye en la política de Jalisco, donde anima una sublevación que fracasa.

Apremiado por sus deudas y gastos, ahora roba en persona -de lo cual se había abstenido-, la casa citadina del conde del Sauz. Eso será la causa de su perdición, pues con las prisas y el horror de los asesinatos ahí cometidos, deja caer su cartera en el lugar donde el conde guardaba el dinero.

Cuando el robo se descubre, aparece entre las monedas la cartera con el nombre del coronel. A ese hecho se añaden las denuncias de varias personas y el propio Oloñeta se encarga de reunir las pistas hasta lograr la captura y condena del coronel y sus cómplices, menos Pedro Cataño, quien se separa de su jefe y cuya participación se redujo a hostilizar ciertas haciendas, y su hijo Juan con el cual se había encontrado por azares del destino.

Padre e hijo se marchan a la hacienda del Sauz, libran al conde de un ataque indio y el aristócrata consiente en la boda de Mariana con Robreño, además de reconocer al hijo de ambos como heredero de sus bienes.

Por otra parte, Relumbrón confiesa sus crímenes y se le sentencia a morir en la plaza pública aplicándole el garrote vil, aparato con el que se estrangulaba a los reos.

La novela, calificada por Payno como naturalista, no sigue fielmente el modelo de Zola; lejos de ello, tiene un tono realista y muy dentro de los cánones morales de la época, sin que eso le impida describir las lacras de una sociedad donde los menesterosos eran abundantes, y los prósperos una minoría con una riqueza insultante.

A través de Los bandidos de Rio Frio, el lector conoce los más variados tipos sociales, caracterizados minuciosamente tanto por las descripciones objetivas, como por el lenguaje salpicado de regionalismos y locuciones coloquiales que dan sabrosura y vitalidad a la novela.

El desarrollo de la trama, largo y con frecuencia truculento, corresponde al género folletinesco, cuya característica sobresaliente es la de conservar el interés del lector dejando en suspenso la acción al final de cada capítulo, ya que se publicaba por entregas semanales. De este modo, no sorprende la casi inaudita complicación de episodios y peripecias que van conformando esta obra, la primera de este género realizada por un mexicano, Payno, quien la publico en Barcelona en el ano de 1891.

Para tema de su obra, el autor elegía un hecho real, protagonizado por el coronel Juan Yánez -el Relumbrón de la novela- quien jefaturaba una banda de salteadores, abigeos, rateros y domésticas, y paga sus crímenes cuando fue descubierto.

A este eje protagónico, Payno añadía un cumulo de sucedidos que toma de crónicas periodísticas publicadas en distintas fechas, todo -como él dice- para ofrecer un cuadro exacto, verídico, de aquella época ya ida y recreada por él con mucho talento y veracidad.

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