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Poemas. Amor Eterno


Enviado por   •  12 de Junio de 2014  •  Informes  •  410 Palabras (2 Páginas)  •  446 Visitas

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Amor Eterno.

Podrá nublarse el sol eternamente;

Podrá secarse en un instante el mar;

Podrá romperse el eje de la tierra

Como un débil cristal.

¡Todo sucederá!

Podrá la muerte

cubrirme con su fúnebre crespón;

pero jamás en mí podrá apagarse

la llama de tu amor.

Autoría: Gustavo Adolfo Becquer. ( 1836 - 1870 ).

Te vi llorar.

¡Yo te vi llorar! Tu lágrima, mía,

en tu pupila azul brillaba inquieta,

como la blanca gota de rocío

sobre el tallo delicado de la violeta.

¡Te vi reír! Y un fértil mayo,

las rosas deshojadas por la brisa

no pudieron dibujar en su desmayo

la inefable expresión de tu sonrisa.

Así como las nubes en el cielo

del sol reciben una luz tan bella,

que la noche no borra con su beso,

ni eclipsa con su luz la clara estrella.

Tu sonrisa transmite la fortuna

al alma triste, y tu mirada incierta,

deja una dulce claridad tan pura

que llega al corazón después de muerta.

Autoría.- I saw thee weep, Lord Byron (1788-1824)

El Nuevo Remordimiento.

El pecado era mío; yo no lo entendía,

Ahora en su cueva yace la melodía,

A salvo donde en vano agita la marea

Los inquietos y escasos remolinos.

Y en el hueco marchito de esta tierra

El verano ha cavado tan profundo su tumba,

Que apenas los sauces plomizos pueden desear

Un dorado capullo en manos del invierno.

¿Pero quién es aquel que viene por la costa?

(No, Amor, mira hacia allí y maravíllate)

¿Quién es este que llega con prendas teñidas del sur?

Es tu nuevo Señor, y él habrá de besar

Las encadenadas rosas de tus labios;

Yo te adoraré en mi llanto, como lo hice antes.

Autoría.- The New Remorse; Oscar Wilde (1854-1900)

Movimiento Contemporaneo

DEL PUEBLO NATAL

Ingenuas provincianas: cuando mi vida se halle

desahuciada por todos, iré por los caminos

por donde vais cantando los más sonoros trinos

y en fraternal confianza ceñiré vuestro talle.

A la hora del Angelus, cuando vais por la calle,

enredados al busto los chales blanquecinos,

decora vuestros rostros —¡oh rostros peregrinos!—

la luz de los mejores crepúsculos del valle.

De pecho en los balcones de vetusta madera,

platicáis en las tardes tibias de primavera

que Rosa tiene novio, que Virginia se casa;

y oyendo los poetas vuestros discursos sanos

para siempre se

...

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