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Resumen Voltaire, Filosofía de la historia


Enviado por   •  25 de Julio de 2021  •  Monografías  •  3.431 Palabras (14 Páginas)  •  316 Visitas

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Resumen Voltaire, Filosofía de la historia [Estudio preliminar, traducción y notas Martín Caparrós], Tecnos, Madrid, 1990, p. 3-74.

François Marie Arouet, Voltaire (París, 1694 – ibíd 1778) escritor, historiador, filósofo y abogado. En 1746 fue elegido miembro de la Academia francesa.

Voltaire alcanzó la celebridad por sus escritos literarios y filosóficos. No ve oposición entre una sociedad alienante y un individuo oprimido, idea defendida por Rousseau. Cree en un sentimiento universal e innato de la justicia, en las leyes de todas las sociedades. La vida en común exige una convención, un «pacto social» para preservar el interés de cada uno.

No cree en la intervención divina en asuntos humanos. Fue ferviente opositor de la Iglesia católica (símbolo de la intolerancia e injusticia). Se convirtió en modelo para la burguesía liberal y anticlerical y en la pesadilla de los religiosos. Acuñó el concepto de tolerancia religiosa. Tuvo discrepancias con Montesquieu acerca del derecho de los pueblos a la guerra, y con Rousseau, al que  achacó de sensiblero e hipócrita.

1. CAMBIOS EN EL GLOBO. No buscáis sino verdades útiles. Se propone examinar si el globo era antaño como es hoy. No hay orilla que el tiempo no haya alejado o acercado al mar. ¿Debemos sorprendernos de que nuestro pequeño globo sufra continuos cambios?

Guardémonos de mezclar lo dudoso con lo cierto, y lo quimérico con lo verdadero: tenemos suficientes pruebas de grandes revoluciones en el globo, sin necesidad de buscar otras nuevas.

II. DE LAS DIFERENTES RAZAS DE HOMBRES. Es interesante la sensible diferencia entre las especies de hombres. Las características físicas y la medida misma de la inteligencia interponen diferencias prodigiosas. Los mulatos no son sino la raza bastarda de negro y blanca o viceversa.

Las diferencias son tan marcadas que no es posible imaginar que unos y otros no sean de razas diferentes. Sí nos preguntamos de donde han venido los americanos, la respuesta es que la Providencia que puso a los hombres en Noruega, los puso también en América.

Los albinos son escasos, débiles y tan maltratados por los negros, que es de temer que esta especie no subsista mucho tiempo más.

En cuanto a la duración de la vida de los hombres, es verosímil que todas las razas humanas hayan disfrutado de una vida aproximadamente tan corta como la nuestra. Como los animales, los árboles y todas las producciones de la naturaleza han tenido siempre la misma duración (es ridículo exceptuarnos de esta regla).

Hay que señalar que, como los hombres eran más robustos y laboriosos en la simplicidad del estado campestre para el cual nacieron. Si en Constantinopla, París o Londres un hombre entre cien mil alcanza los cien años, es probable que veinte hombres entre cien mil alcanzaran antaño esa edad.

El género humano en Asia y en los bellos climas de Europa se multiplicaba más fácilmente que en los demás sitios. Es de suponer que en los climas favorables, disfrutaba antaño de una vida más sana y feliz que la que vivió desde el establecimiento de los grandes imperios. Eso no equivale a decir que los hombres hayan vivido jamás 300 o 400 años, eso es un cuento absurdo.

III. DE LA ANTIGÜEDAD DE LAS NACIONES. Todos los pueblos, en especial los de Asia cuentan una sucesión de siglos que espanta. Para que una nación se constituya en un cuerpo, organizado y sea poderosa, aguerrida, sabia, es necesario un tiempo prodigioso. En América no había más que dos reinos, no se había inventado todavía el arte de la escritura.

Todos estos pueblos viven en chozas; se visten con pieles de animales en los climas fríos y van casi desnudos en los templados. Se alimentan de la caza, de raíces que recogen. No han buscado otro estilo de vida, porque no se desea lo que no se conoce. Su industria no ha podido ir más allá de sus necesidades urgentes.

Samoyedos, lapones están aún menos avanzados que los pueblos de América. La mayoría de los negros, todos los cafres (colonia inglesa de Cafrería, en Sudáfrica), están sumergidos en la misma estupidez y en ella se pudrirán durante mucho tiempo.

Se necesita un conjunto de circunstancias favorables durante siglos para que se forme una gran sociedad de hombres reunidos bajo las mismas leyes, con la formación de un lenguaje. Los hombres no articularían si no se les enseñase a pronunciar palabras, no se entenderían sino por señas.

Fue necesario más tiempo para que algunos hombres, dotados de un talento singular, formaran y enseñaran a los otros los primeros rudimentos de un lenguaje imperfecto y bárbaro, que el que se necesitó para llegar luego al establecimiento de una sociedad. Hay naciones que no llegaron a formar un lenguaje regular. Así debieron ser los trogloditas, según el informe de Plinio.

Este estado de brutalidad debió predominar en todos los climas. Los hombres apenas podían satisfacer sus necesidades y auxiliarse. Las bestias carnívoras debían poblar la Tierra y devorar a la especie humana. Los hombres sólo se defendían con piedras y ramas de árboles; tal vez de ahí viene la noción confusa de la antigüedad que pretende que los primeros héroes combatían contra leones y jabalíes armados con mazas.

Los países más poblados fueron los de clima cálido, donde el hombre encontró una alimentación fácil y abundante en los cocos, los dátiles, las piñas y el arroz, que crece por sí mismo. Es bastante verosímil que la India, la China, las orillas del Éufrates y el Tigris estuviesen muy pobladas cuando las otras regiones estaban casi desiertas.

IV. DEL CONOCIMIENTO DEL ALMA. ¿Qué noción habrán tenido del alma los primeros pueblos? Una idea confusa, sobre la que nunca reflexionan. La naturaleza ha tenido con ellos demasiada piedad como para hacerlos metafísicos. Ella hizo sentir a las primeras sociedades que había algún ser superior al hombre, cuando sufrían azotes. Les hizo sentir también que hay en el hombre algo que actúa y piensa. Aquellas sociedades no distinguían esta facultad de la de la vida (la palabra alma significó siempre vida entre los antiguos).

¿Por medio de qué pasos se puede llegar a imaginar en nuestro ser físico otro ser metáfísico? Se formaron, andando los tiempos, sociedades poco civilizadas, en las cuales un pequeño número de hombres tuvo oportunidad de reflexionar.

Debió suceder que un hombre golpeado por la muerte de un ser querido, lo haya visto en sueños. Sueños de esta naturaleza habrán inquietado a todo un pueblo. Un muerto se aparece a los vivos; y sin embargo este muerto sigue en su sitio. Se trata de su alma, una figura de sí mismo. Tal es el razonamiento natural de la ignorancia que comienza a razonar.

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