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Romeo Y Julieta Escena IV Guion


Enviado por   •  29 de Enero de 2013  •  606 Palabras (3 Páginas)  •  424 Visitas

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ESCENA IV

Sala en casa de Capuleto

(MÚSICOS y CRIADOS)

CRIADO 1°.- ¿Dónde anda Cacerola, que ni limpia un plato, ni nos ayuda en

nada?

CRIADO 2°.- ¡Qué pena me da ver la cortesía en tan pocas manos, y éstas

sucias!

CRIADO 1°.- Fuera los bancos, fuera el aparador. No perdáis de vista la plata.

Guardadme un pedazo de pastel. Decid al portero que deje entrar a Elena y a

Susana la molinera. ¡ Cacerola!

CRIADO 2°.- Aquí estoy, compañero.

CRIADO 1°.- Todos te llaman a comparecer en la sala.

CRIADO 2°.- No puedo estar en dos partes al mismo tiempo. Compañeros,

acabad pronto, y el que quede sano, que cargue con todo. (Entran Capuleto, su

mujer, Julieta, Teohaldo, y convidados con máscaras.)

CAPULETO.- Celebro vuestra venida. Os invitan al baile los ligeros pies de

estas damas. A la danza, jóvenes. ¿Quién se resiste a tan imperiosa tentación?

Ni siquiera la que por melindre dice que tiene callos. Bien venidos seáis.

EL PRIMO DE CAPULETO.- ¡Dios mío! Hace más de 30 años.

CAPULETO.- No tanto, primo. Si fue cuando la boda de Lucencio. Por

Pentecostés hará 25 años.

EL PRIMO DE CAPULETO.- Más tiempo hace, porque su hijo ha cumplido

los treinta.

CAPULETO.- ¿Cómo, si, hace dos años, aún no había llegado a la mayor

edad?

ROMEO.- (A su Criado.) ¿Dime, qué dama es la que enriquece la mano de ese

galán con tal tesoro?

CRIADO.- No la conozco.

ROMEO.- El brillo de su rostro afrenta al del sol. No merece la tierra tan

soberano prodigio. Parece entre las otras como paloma entre grajos. Cuando el

baile acabe, me acercaré a ella, y estrecharé su mano con la mía. No fue

verdadero mi antiguo amor, que nunca belleza como ésta vieron mis ojos.

TEOBALDO.- Por la voz parece Montesco. (Al Criado.) Tráeme la espada.

¿Cómo se atreverá ese malvado a venir con máscara a perturbar nuestra fiesta?

CAPULETO.- ¿Por qué tanta ira, sobrino mío?

TEOBALDO.- Sin duda es un Montesco, enemigo jurado de mi casa

CAPULETO.- ¿Es Romeo?

TEOBALDO.- El infame Romeo.

CAPULETO.- No más, sobrino. Es un perfecto caballero, y todo Verona se

hace lenguas de su virtud, y aunque me dieras cuantas riquezas hay en la

ciudad, nunca le ofendería en mi propia casa.

TEOBALDO.- Cuadra, cuando se introduce en nuestra casa tan ruin huésped.

¡No lo consentiré!

CAPULETO.- Sí lo consentirás. Te lo mando. Yo sólo tengo autoridad aquí.

¡Pues no faltaba más! ¡Favor divino! ¡Maltratar a mis huéspedes dentro de mi

propia casa! ¡Armar quimera con ellos, sólo por

...

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