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TxpEl Principe


Enviado por   •  28 de Octubre de 2013  •  2.632 Palabras (11 Páginas)  •  298 Visitas

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EL PRÍNCIPE, NICOLÁS MAQUIAVELO

La obra ya previamente analizada, en la primera parte menciona que existen principados, los cuales se dividen según el criterio de él, entre los principales que menciona que existe los hereditarios, que son los más fáciles de conservar, y los nuevos a los cuales se le llama mixtos, que su principal característica a la vez es y hace mención que es por la forma de adquirirse, a la vez la forma de adquirirse es por medio de sus armas y el talento propio que posean por lo cual es una forma muy segura de contraer el poder, en donde se adquiere con dificultades pero se puede conservar, en donde se ven en opresión cuando se implantan leyes y costumbres para poder fundar el estado y observar si debe de dirigir a la súplica para realizar su objetivo o simplemente imponerla por la fuerza, además menciona también la que se adquiere por medio de las armas y fortunas de otros, los cuales son inseguros por la forma, por medio de crímenes y por el principado civil, que hace referencia que es establecido por el pueblo o por los nobles, en donde se mantiene con una mayor estabilidad el que fue elegido por el pueblo ya que si por la misma presión del pueblo, los nobles se ven en la obligación de elegir a un príncipe pero no se mantiene por la misma razón del deseo del pueblo, lo cual provoca que no los pueda manejar de la forma que desea.

Entre los tipos de gobierno se menciona que existen dos en el primero se dice que es asistido por siervos, en el cual el príncipe tiene la posibilidad de manejar y conducir a su pueblo con una autoridad excepcional y por cualquier motivo también prácticamente obliga a sus siervos a que le sean fieles ya que de lo contrario el príncipe los puede oprimir, y en otro aspecto está el asistido por los llamados nobles, en los cuales los noble tienen un determinado control sobre una determinada población, y estos a su vez son de un sencilla y fácil forma de sobornarlos por su mismo descontento y por lo cual puede cambiar o crear nuevos noble el mismo príncipe.

En los siguientes capítulos menciona para gobernar plenamente a una ciudad o principado que antes de la conquista se regía por sus propias leyes, contempla tres reglas: primero, destruirlo; después, radicar en él; finalmente, regirlo por sus propias leyes, obligarlo a pagar tributo e integrar un gobierno con pocas personas de entre sus mismos ciudadanos. El gobernante que menos confía en la suerte conserva mejor su conquista. Imponer nuevas leyes es difícil y peligroso, por lo que debe hacerse con habilidad. Es fácil convencer al pueblo de algo, pero difícil mantenerlo en la convicción. El príncipe nuevo debe deshacerse de enemigos, conquistar amigos, hacerse amar o temer de los súbditos, hacerse respetar y obedecer por sus ejércitos, disolver milicias infieles, reemplazar antiguas leyes y conservar la amistad de los poderosos. Para conservar el poder, los actos criminales deben ejecutarse de una sola vez para evitar intranquilidad y desconfianza.

No hay cosa más difícil que manejar, ni cuyo acierto sea más dudoso, que el obrar como Jefe para introducir nuevos estatutos. Tiene enemigos a cuantos sacaron provecho de los antiguos, mientras los que pudieran sacar el suyo de los nuevos, lo defienden con tibieza.

Los que fueron elevados al Principado por sola fortuna, llegan sin mucho trabajo, pero tiene un sumo para conservarlo. Y cuando lo logran tiene todo tipo de obstáculos. Estos Príncipes no pudieron adquirir su Estado más que comprándolo o haciéndolo dar por favor.

Los Estados que se forman repentinamente son como todas aquellas producciones de la naturaleza que nacen con prontitud, no tienen raíces.

Los actos de severidad mal usados son aquellos que no siendo más que en corto número al principio, van siempre aumentándose y se multiplican día en día, en vez de disminuirse y de mirar su fin. Es menester que el que toma un Estado preste atención a los actos de rigor que le es preciso hacer, a ejercerlos todos una solo vez e inmediatamente, a fin de no estar obligado a volver a ellos, y poder no renovándolos, tranquilizar a sus gobernados, a los que ganará después fácilmente, haciéndoles bien.

Es cuando con la ayuda de sus conciudadanos, llega a reinar en su patria. El que consigue la soberanía con el auxilio de los grandes se mantiene con más dificultad que el que la consigue con el pueblo.

Un ciudadano hecho Príncipe por favor del pueblo debe conservar su afecto. El que llegó a serlo con la ayuda de los magnates y contra el voto popular debe tratar de conciliarse.

Únicamente éstos príncipes tienen Estado sin estar obligados a defenderlos, y súbditos sin experimentar la molestia de los gobiernos. Estos Estados son los únicos que prosperan y están seguros.

Las armas con que un príncipe defiende su Estado son las suyas propias, o mercenarias, o auxiliares o armas mixtas. Las mercenarias y auxiliares son útiles y peligrosas. Si apoya su Estado con tropas mercenarias, no tiene seguridad ninguna porque carece de unión; Por ser indisciplinadas e infieles. La causa de esto es porque no tienen más amor que su sueldo. Los capitanes mercenarios son hombres excelentes o no lo son.

Un Príncipe sabio evitó siempre valerse de unas y otras, y recurrió a sus propias armas, prefiriendo perder con ellas a vencer con las ajenas. Ningún principado puede estar seguro cuando no tiene armas que le pertenezcan en propiedad. Depende del enteramente de la suerte, porque carece del valor que sería necesario para defenderle en la adversidad.

Las propias son las que se componen de los soldados ciudadanos a hechura del Príncipe. Todas las demás son mercenarias o auxiliares.

Un Príncipe no debe tener otro objeto que la guerra, el orden y disciplina de los ejércitos, porque es el único que se espera ver ejercido por el que manda. Además de esto, debe ir con frecuencia a la caza. Este es un estudio que debe poner la mayor atención. El Príncipe, para ejercitar su espíritu debe leer historias y estudiar la vida de esos varones insignes. Que son liberales, miserables, cruel, compasivo, ateo creyente, afeminado y pusilánime, soberbio, lascivo, casto, franco, artificioso, duro, dulce y flexible, grave, ligero. No pudiendo un Príncipe ejercer la liberalidad de un modo notorio, debe inquietarse por no ser considerado avaro, ya que con el tiempo dirían que es un liberal. Un Príncipe debe cuidarse de ser menospreciable y aborrecido. Todo Príncipe debe desear ser temido por clemente y no por cruel, sin embargo, el Príncipe debe temer hacer el mal uso de la clemencia. Un Príncipe no debe temer la infamia ajena a la crueldad cuando se le requiere, para tener unido a sus gobernados.

Un Príncipe debe saber obrar competentemente, según la naturaleza de los animales

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