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VERDADES AMARGAS


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2012  •  323 Palabras (2 Páginas)  •  1.098 Visitas

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VERDADES AMARGAS

Yo no quiero mirar lo que he mirado

a través del cristal de la experiencia;

El mundo es un mercado en que se

Compran; honores, voluntades y conciencia.

¿Amigos?... ¡Es mentira, no hay amigos!

La amistad verdadera es ilusión,

ella cambia, se aleja y desaparece

con los giros que da la situación.

Amigos complacientes sólo tienen

los que disfrutan de venturas y calma,

pero aquellos que abate el infortunio

sólo tienen tristeza en el alma.

Si estamos bien, nos tratan con cariño

nos buscan, nos invitan, nos adulan:

más si acaso caemos, francamente

sólo por cumplimiento nos saludan.

En este laberinto de la vida,

donde tanto domina la maldad,

todo tiene su precio estipulado:

amores, parentescos y amistad.

El que nada atesora, nada vale,

en toda reunión pasa por necio,

y por más noble que sus hechos sean,

lo que alcanza es la burla y el desprecio.

Lo que brilla nomás tiene cabida

y auque brille por oro lo que es cobre,

lo que no perdonamos en la vida

es el atroz delito de ser pobre.

La corrupción, el vicio y hasta el crimen

puede tener su puesto señalado;

las llagas del defecto no se miran

si las cubre un diamante bien cortado.

La sociedad que adora su desdoro

persigue con gran saña al criminal,

más si el puñal del asesino es de oro,

enmudece… ¡y el juez besa el puñal!

Nada humano es perfecto y nada afable,

todo está con lo impuro entremezclado,

el mismo corazón, con ser tan noble,

¡cuántas veces se muestra enmascarado!

Que existe la virtud, yo no lo niego,

pero siempre en conjunto defectuoso:

hay rasgos de virtud en el malvado,

hay rasgos de maldad en el virtuoso.

Cuando veo a mi paso tanta infamia

y que mancha a mi planta tanto lodo,

ganas me da de maldecir la vida,

ganas me da de maldecir de todo.

A nadie habrá de herir lo que aquí digo,

porque ceñido a la verdad estoy:

me dieron a liberar hiel y veneno

hiel y veneno en recompensa doy.

Pero si tengo las palabras toscas

de estas líneas oscuras y sin nombre

doblando las rodillas es el polvo,

pido perdón a Dios, pero no al hombre.

Autor: Ramón Ortega, Poeta y Escritor Hondureño

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