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Basura de Abad Faciolince: Crisis de fe en la Literatura


Enviado por   •  12 de Junio de 2012  •  Ensayos  •  2.804 Palabras (12 Páginas)  •  846 Visitas

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Basura de Abad Faciolince: Crisis de fe en la Literatura.

En el siguiente ensayo me propongo tratar una importante característica de la novela latinoamericana contemporánea de finales del siglo XX y principios del XXI: el tema de la “crisis de fe” en la literatura. Asimismo, para profundizar un tanto en esto, hablaré de lo que llamaremos el tema del “mínimo de fe.” Todo este análisis girará en torno a la novela Basura del colombiano Héctor Abad Faciolince.

Esta novela, (publicada en el año 2000 y galardonada con el I premio Casa de América de Narrativa Innovadora), reúne a dos personajes principales: Bernardo Davanzati, escritor frustrado de alrededor de 70 años que vive solo y la gran mayoría de su tiempo encerrado, y su vecino periodista a quien llamaré “Wilson” (ya que así lo llama alguna vez Davanzati, aunque se nos deje claro que este no es su verdadero nombre). Ambos comparten una obsesión por la literatura. Wilson vive en el apartamento que su ubica debajo del de Davanzati, pronto reconoce a su vecino y recuerda haber leído algunos de sus artículos en el magazin de El Espectador, e incluso consigue y lee una de sus dos novelas publicadas. Una noche, Wilson baja al basurero en busca de un periódico que arrojó a la basura por accidente. En su pesquisa, se encuentra con unas hojas arrugadas, hojas de puño y letra de su vecino, hojas, al fin y al cabo, con una clara intención literaria. De aquí en adelante, estos intentos de escritura de Davanzati se convierten en la más grande obsesión de Wilson que se vuelve su crítico literario, el reciclador de la “basura” que produce su vecino, de los incontables escritos que arroja por el shut. A partir de esto, Wilson se obsesiona con la vida pasada de Davanzati ya que en sus textos asoman historias de lo que le ha sucedido: Se casó con una mujer llamada Rebeca con la que tuvo una hija; ésta lo abandonó por un músico; él por su parte le fue infiel con la mujer de uno de sus mejores amigos llamada Anapola; llevó cocaína al exterior y trajo de vuelta dólares sucios; lo encerraron algún tiempo en la cárcel; volvió a Medellín y alejado del mundo se encerró a escribir.

Davanzati está convencido de que nadie nunca lo va a leer y mucho menos a publicar y aunque esto no le importa para nada, no puede dejar de escribir, dice sufrir de este “vicio incurable” del que nunca se repondrá. Al principio de la novela, nuestro frustrado escritor anota: “Escribo y sé que nunca nadie va a leer lo que escribo, escribo porque tengo el vicio incurable de escribir, escribo como quien orina, ni por gusto ni a pesar suyo, sino porque es lo más natural, algo con lo que nació, algo que debe hacer diariamente para no morirse y aunque se esté muriendo. ¿Para qué orina ya un moribundo? ¿Para qué escribe ya un agonizante? Y sin embrago orina. Y sin embargo escribo. Si lo publicara, admitiendo que alguien me lo quisiera publicar, lo primero que pensarían los críticos es que busco algún honor, reconocimiento, notoriedad, fama, plata. Y sí, eso es lo que buscan casi todos, eso es lo que yo mismo buscaba en otros tiempos. Ahora no quiero que nadie me premie porque orino; qué bien orina el señor Davanzati, realmente qué bien orina este señor. Tampoco temo que algunos critiquen mi manera de orinar: qué poca fuerza tiene la orina de Davanzati, qué amarilla está, cuánta espuma saca y qué mal huele. Me importa un bledo lo que piensen sobre mi manera de orinar. No puedo dejar de hacerlo, no sé hacerlo de otra manera. Lo más que me pueden pedir es que escoja un sitio discreto para hacerlo. Cumplo con el precepto. Lo hago a escondidas y no espero que nadie me aplauda por la meada. Lo hago a menudo porque a menudo me dan ganas, porque tomo mucha agua o mucho vino o porque tengo pequeña la vejiga, crecida la próstata, baja la hormona antidiurética, qué sé yo. Lo hago porque si no me reviento por dentro. En realidad, no tendría tampoco nada de malo reventarse, pero es más agradable mear que reventarse. Mear, seguir meando hasta el día que me muera. ” Este pequeño fragmento de uno de los tantos textos que desecha Davanzati nos deja una muy buena idea de qué tipo de persona es, de qué piensa de su escritura y del estado de ánimo que lo envuelve.

Ahora bien, en cuanto a Wilson (narrador de la historia), se puede decir que no es menos obsesivo que su vecino: a medida que va recogiendo, reciclando, seleccionando, analizando y evaluando los textos de Davanzati, su interés por éste crece exponencialmente. Analiza los sobrados de su comida, lo sigue en sus caminatas mañaneras, escucha sus pasos en el piso de arriba, intenta desesperadamente averiguar sobre su vida e incluso en una ocasión viaja a Bogotá en busca de su ex mujer.

Así pues, habiendo ya presentado el argumento de la obra y a grandes rasgos el perfil de los dos personajes principales, quisiera entrar en la temática central de la novela: la crisis de fe en la literatura. En el contrapunto de estos textos y narraciones que se presentan en la obra, se entretejen reflexiones acerca del oficio de escribir, del papel de la literatura y de la labor de la crítica. De esta manera se le va presentando al lector de forma creciente la temática de la crisis. Pero antes de empezar a abordar este asunto directamente en la novela, quisiera exponer brevemente de dónde viene esta actitud de la novela postmoderna en Latinoamérica. Sucede que frente a la eminente crisis de la Modernidad el hombre quedó huérfano. Hechos como la llamada “Muerte de Dios” y el fracaso de los “nuevos misticismos” dejaron al ser humano desamparado en el mundo ante la falta de una idea que le diera sentido a su existencia; “(…) ante las pérdidas derivadas de la crisis de los mitos modernos, que significan importantes ganancias, tenemos a cambio el riesgo de la desesperanza y el nihilismo. Riesgo, en el sentido del vacío y la incertidumbre, (…) Desvanecidas las grandes ideologías, los meta-relatos y los mitos modernos, sustitutos de las viejas creencias sagradas que dominaron en las etapas previas al proceso de secularización de la cultura, hemos quedado expuestos al vacío de todo y, por encima de todo, a la crisis de cualquier clase de fundamento racional y de la idea misma de sentido de la existencia. ” Así pues, la crisis aquí es en la literatura, en su objeto, en sus exponentes, en todos los cultos y eventos que acaecen a su alrededor.

En este orden de ideas quisiera puntualizar el tema de la crisis en la literatura abordando el artículo titulado Una crisis de fe, escrito por el mismo Faciolince como texto introductorio a su novela. En este breve artículo, el autor afirma estar pasando por una crisis de fe no sólo con respecto a su oficio de escritor, sino tambien con respecto al

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