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Historia Americana Introduccion


Enviado por   •  15 de Diciembre de 2013  •  5.220 Palabras (21 Páginas)  •  383 Visitas

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NTRODUCCIÓN

«La mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo crió, es el descubrimiento de Indias». Estas expresivas y enérgicas palabras de Francisco López de Gómara, dirigidas en 1522 al emperador Carlos V, pueden dar principio a esta Introducción. En efecto, es conocido de todos el interés que despertó en la Europa del Renacimiento y especialmente en la del siglo XVIII la literatura americanista. El erudito académico de la historia e investigador muy sagaz doctor Gabriel Giraldo Jaramillo, en su interesante estudio sobre la «Presencia de América en el pensamiento europeo», hace ver la influencia del Nuevo Mundo en la transformación de Europa que llegó, según él, hasta el punto de cambiar la mentalidad, orientar las costumbres y modificar las instituciones del Viejo Mundo. Y si fué clara esa influencia en Francia, no lo fue menos en los demás países europeos, gracias sobre todo a los relatos de los cronistas, viajeros y misioneros que se propusieron mostrar a Europa las maravillas de América.

En Italia, las circunstancias fueron especialmente favorables: allí buscaron refugio los millares de jesuitas expulsos de los dominios de José I de Portugal y Carlos III de España. Sin embargo, hay que confesar que no fueron ellos los primeros en despertar el interés por las cosas del Nuevo Mundo. Antes de que llegaran los expulsos a Italia, el erudito conservador de la Biblioteca Ambrosiana de Milán, abate Ludovico Antonio Muratori (1762 - 1750) aunque alejado un tanto de los hechos, escribió su obra II Cristianesimo felice nelle Mlissione de' Padri del Compagnia di Gesú nell Paraguay (1743 - 1749), inspirado en los relatos de los Padres Contucci. Lagomarsini y Orosz; ya se habían divulgado las obras americanistas de la Ilustración: la Historia Natural de Buffon, el Ensayo sobre las costumbres de Voltaire, y claro está, las dos obras centrales de las controversias europeas sobre América: las de Pauw y Raynal. Pero la presencia en Italia de los ex-jesuitas del Brasil y de la América española, va a dar comienzo a una rica literatura americanista, ya que fuera de ellos no puede ofrecer sino un nombre interesante pero secundario, el de Cian Rinaldo Carli con sus Cartas Americanas.

La circunstancia de que fueran tan conocidas las obras de Pauw, Raynal y la Historia de América de Robertson, movió a los antiguos misioneros a vindicar la obra colonizadora de España y Portugal, El Padre Juan de Velasco en su Historia del Reino de Quito advierte expresamente que él no se propone «notar las equivocaciones y errores de algunos escritores modernos, especialmente extranjeros», porque ese trabajo lo han tomado otros: Rinaldi, Clavigero, de Nuix, Molina y otros cuyas obras las verá tarde o temprano la luz pública con gusto. «Confiesan ya los imparciales literatos de Europa que las citadas plumas, continúa el Padre Velasco, convertidas en cañones de grueso calibre, han abatido los quiméricos sistemas de los señores Pauw, Raynal, Marmontel, Buffon y Robertson, que sin moverse del mundo antiguo han querido hacer la más triste anatomía del Nuevo» (1).

Y es interesante notar que esa pléyade de escritores jesuitas parece responder al llamamiento que hiciera San Ignacio de Loyola al Padre Gaspar Berze (Berceo) en carta de 24 de febrero de 1554, con estas palabras: «Algunas personas principales, que en esta ciudad (Roma) leen con mucha edificación suya las letras de las Indias, suelen desear, y o piden diversas veces, que se escribiese algo de la cosmografía de las regiones donde andan los nuestros, como sería, cuán luengos son los días de verano y de invierno, cuándo comienza el verano, si las sombras van siniestras, o a la mano diestra. Finalmente, si otras cosas hay que parezcan extraordinarias, o no in tal grandeza. etc. Y esta salsa, para el gusto de alguna curiosidad que suele haber en los hombres, no mala, puede venir, o en las mesmas letras, o en otras de aparte» (2). El mismo fundador les había mostrado el camino.

El Padre Miquel Batilori S. J. en su estudio sobre L'interesse americanista nell' Italia del Settecento. II contribulo spagnólo e portoghese,(3) a quien seguiremos fielmente en esta parte de la Introducción, divide en cuatro grupos la literatura americanista de los expulsos: el primero lo componen las obras destinadas a vindicar la obra colonizadora de España y Portugal; el segundo, las que tratan de los trabajos apostólicos de los jesuitas; el tercero, las que estudian la naturaleza del Nuevo Continente, y el cuarto las que tratan de las cualidades humanas de las razas indígenas.

I- Obras destinadas a vindicar la obra colonizadora.

Contra algunas expresiones de Clavígero y otros, Raimundo Diosdado Caballero publicó su defensa del Heroísmo de Hernán Cortés contra las censuras enemigas, (Roma 1806) y escribió otras obras aún inéditas, como los Medios para estrechar más la unión entre los españoles americanos o criollos y los españoles europeos, las Observaciones americanas sobre Clavigero, y las Consideraciones Americanas: excelencias de América española sobre las extranjeras, y una Refutación de las Casas.

El catalán Juan Nuix de Perpiñá escribió contra Raynal y Robertson sus no muy imparciales Reflexiones imparciales sobre la humanidad de los españoles en las Indias (Venecia 1780). El valenciano Llorente desarrolló el mismo tema en su Ensayo apologético de los historiadores y conquistadores españoles, y Montengon en un prosaico poema épico sobre La Conquista de Méjico por Hernán Cortes.

II- Trabajos apostólicos de los antiguos misioneros.

Este segundo grupo lo forman las crónicas del destierro y la literatura edificante sobre la vida y virtudes de los religiosos que predicaron el Evangelio en América. Hay que recordar aquí ciertas obras de interés histórico general, como la Vida del sacerdote don Bernardo Recio publicada por Gaspar Janer; la Vita venerabilis Patris Gabrielis Malagridae del portugués Matías Rodríguez, inédita pero utilizada por historiadores posteriores; las obras biográficas de Juan Luis Maneiro y Félix de Sebastián para Méjico, Onofre Pratdesaba para el Perú y José Manuel Peramás para el Paraguay. La introducción general de esta última obra, traducida al español con el título de «La República de Platón y los Guaraníes» (Emecé Editores, S, A. Buenos Aires. 1946) entra de lleno en la polémica suscitada en aquellos tiempos por Pauw y Raynal: «Si alguna vez fue oportuno llevar a la práctica aquella forma de gobierno que propone Platón en su célebre libro La República, lo es en estos tiempos en que un rebaño epicúreo de filósofos dementes, en su odio contra las santas instituciones de nuestros mayores y de toda forma recta de gobierno, subvierte todo lo existente y excogita algo

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