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Sistema Alimentario De Los Mayas


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2011  •  10.478 Palabras (42 Páginas)  •  915 Visitas

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EL SISTEMA ALIMENTARIO DE LOS MAYAS

Breve Historia, Situación Actual y Perspectivas

Por una cultura de Amor, Reciprocidad y Compromiso con la Naturaleza

Por Francisco Álvarez Quiñones: Sna Jtz’ibajom, Cultura de los Indios Mayas, A.C.

Altar para el 1er. Encuentro Internacional del Maíz, S.C. L.C., 1999.

Foto: Francisco Alvarez

Resumen Ejecutivo: En esta presentación se destacan los avances más significativos hasta Enero del 2008 de la investigación denominada “El Sistema Alimentario Maya: breve historia, situación actual y perspectivas”, iniciada en Abril del año pasado; se describen las motivaciones, experiencias, vivencias y lecturas de diversas fuentes bibliográficas y electrónicas que condujeron a la elaboración de este ensayo, todavía en proceso, tratando de ordenar los textos en un orden aún tentativo, pero que en el momento actual se considera que deben llevar sus capítulos, y los temas de los que tratarán, pensando ya en un marco teórico que refleje el resultado final, y se incluyen ejemplos del material analizado, trabajado y someramente redactado, ya que las siguientes etapas serán de corroboración en campo, síntesis, integración metodológica, redacción final, pre-edición con fotografías e ilustraciones, y traducción al tzotzil de todos los materiales, incluyendo los que sirven de ejemplo.

Queridas amigas y amigos: comenzaré por decir una Oración a Nuestra Madre Tierra:

¡En tu cruz de maíz contienes el espíritu de los dioses, las voces de los truenos, el caracol que ordena la reunión de las mujeres y los hombres, de los pueblos, el regreso de las temporadas y las lluvias, la abundancia y variedad de vegetales y animales, que nos obsequias para nuestro sustento: ¡Tú, Casa que veneras y amas el poder del Sol y la luna, y de sus pueblos florecientes! ¡Vuelve a nosotros tus ojos, tus semillas floridas, y danos la bondad en nuestro ser, el calor de la paz con justicia y dignidad que por tanto tiempo están esperando todos los pueblos que habitan sobre ti, Sagrada Madre Tierra!

LA FILOSOFÍA MAYA Y SU IDENTIFICACIÓN CON LOS ELEMENTOS, LA NATURALEZA Y EL COSMOS.

Hay saberes que trascienden al paso de los siglos, por su propia y vital naturaleza, como es el caso de los sistemas alimentarios de los Mayas, heredados de los Mokayas u Olmecas; estos pueblos agrícolas y religiosos principalmente del maíz y del sol, aunque más propiamente, del tiempo, la naturaleza y el orden del Cosmos, cuyos descendientes han persistido sabiamente, preservando de múltiples maneras sus culturas milenarias, de tal manera que en los tiempos actuales se encargan de preservarlas, desarrollarlas y evolucionarlas, con verdadera generosidad han venido cultivando con eficacia estos milenarios sistemas y con ello, han venido entregando sin reposo, de generación en generación, año tras año, beneficios alimentarios y tecnologías vernáculas para provecho principalmente de la humanidad, pero también con el afán de preservar la providencia de todo lo que existe en la Sagrada Tierra y en la naturaleza, pues en nuestras visiones numinosas consideramos al Dios Creador del Universo como un Todo Inteligente, Emocional y Vivo, con alma hasta en sus mínimas manifestaciones; a la constelación y al tiempo en que vivimos se les nombra Camino Iluminado, y más cercanamente se aprecian como valores insustituibles el Camino del Sol y el de la Luna; todos esos caminos, sintetizados en el calendario de 18 meses de veinte y uno de cinco días que hacen el año, se identifican también con los sueños, como nos ha revelado el profeta y patriarca Lacandón Chan K’in de Najá: sueños que existen con cualidades de otra dimensión, pero siempre entretejidos con la exhuberancia realista de la vida, a la manera que nos recuerda un rezo tzotzil, mencionado por el profesor Enrique Pérez López en Abril de 1999, al cerrar el Segundo Encuentro Indígena de las Américas, ya muy cerca del fin del milenio:

“¿Acaso no somos iguales/ a una planta,/ a un bejuco,/ a un árbol,/ a un ave,/ a un animal,/ que mueren,/ que desaparecen,/ de la faz, / del rostro/ de nuestra sagrada madre Tierra?/ Pues no somos eternos/ No somos piedra/ ni somos hierro./ No sabemos cuántos días tenemos/ No sabemos cuántas horas/ Cuántos soles,/ Cuántas Lunas/ Viviremos”.

Sabemos que el deseo que ahí él expresó, es también el de los pueblos originarios de este continente, y que consiste en

“realizar un mundo donde nuestros hijos puedan verse como hermanos, aunque con diferencias en nuestra forma de ver y entender el mundo, aunque sea diferente nuestra palabra, diferente el color de nuestra piel.

Tal vez parezca mucho pedir, pero debemos aspirar a una sociedad más humana y más en armonía con la naturaleza, lo cual es siempre el motivo de nuestras reuniones; en ellas pedimos que nuestros acuerdos lleguen a los oídos, a las mentes y corazones de nuestros pueblos, para seguir defendiendo nuestra existencia”.

La sabiduría y valiente resolución de estos deseos viene de un concepto indispensable, de acuerdo a lo que dicen los consejeros rituales y consejos de ancianos, cuando hacen sonar la caracola, la trompeta o las campanas para llamar y reunir al pueblo, con el fin de celebrar rituales y banquetes, hablando a nombre de la entidad dual llamada “Padres Madres”, o

“Totil Me’iletik”, término con el que se designa un solo ser sagrado que sintetiza a los más remotos ancestros creadores, a nombre de quienes exclaman:

“¡Escuchen todos! ¡El maíz es el origen de nuestra vida! Él es quien habla, quien ríe, quien reza y llora. Él es quien danza y canta: ¡El Sagrado Maíz! ¡No nos olviden, no nos pierdan, miren primero sus casas, miren primero sus pueblos!” ,

con lo que se reafirma que la creación y agricultura del maíz formó el principio del desarrollo cultural, económico y religioso de nuestros pueblos, ya que en torno al maíz se integraron los sistemas alimentarios sustentables que permitieron calidad de vida para nuestros pueblos, hasta la llegada de los invasores hispánicos, y con ellos, del forzado y creciente olvido de pueblos enteros acerca de su propia soberanía, y por lo mismo, de su propio sistema alimentario, del cual, sobre todo en el mundo globalizado y comercial moderno, se encuentra cada vez más alejada. Frente a un sistema alimentario de negociable aunque venenosa abundancia, y los supermercados y comercios colmados de una oferta aparentemente tan variada como interminable de productos chatarra, la gente ha dejado de preguntarse cuestiones tan fundamentales como éstas: ¿quién produce nuestros alimentos y cómo se producen? ¿De

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