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Analisis El Cantar De Roldán


Enviado por   •  17 de Agosto de 2014  •  2.782 Palabras (12 Páginas)  •  3.270 Visitas

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Importancia de anonimia:

El autor de el Cantar de Roldan es anónimo, esto debido a que en la época a los escritores no les importaba ser reconocidos si no le tomaban más importancia a resaltar a su héroe, su lengua la cual era el castellano y por supuesto su país, ciudad o región en donde se encontraban.

Síntesis del texto:

Marsil, el rey moro acuerda con sus consejeros enviar una gran cantidad de obsequios a Carlomagno para librarse de su ejército que se ha establecido ya por siete años en España y que ahora se encuentra muy cerca de Zaragoza. Los mensajeros llegan con el rey Carlos, quien llama s sus barones para formar consejo; el conde Roldán sugiere al emperador no confiar en Marsil, pues éste ya los había traicionado. Por el contrario, Ganelón, uno de sus hombres, piensa que es bueno aceptar las palabras del rey moro y a sugerencia de Roldán es enviado hacia allá para llegar a un convenio. Ganelón esta enfurecido en contra de Roldán por enviarle a un destino fatal y públicamente le hace afrenta, asegurándole a él y sus amigos una segura venganza. Así pues, se dirige a la corte de Marsil, quien le ofrece obsequios a Ganelón y le pregunta en que forma podría combatir a Carlomagno. Ganelón traiciona la confianza del emperador y le propone al rey pagano acabar primero con el conde Roldán.

A su regreso Ganelón hace creer a Carlomagno que el ejercito de Marsil se perdió en el mar, tratando de evitar la sumisión, así que el rey, aceptando los regalos del rey y las palabras enviadas, se dispone a regresar a Francia. Por sugerencia de Ganelón deja a Roldán en la retaguardia de sus hombres. Éste va acompañado de sus compañeros más leales: Oliveros, Garín, Atón, Berenguer, Astor y Anseis, entre otros. En sus sueños Carlomagno presiente una traición.

El sobrino de Marsil, junto con otros musulmanes se ofrecen para atacar a Roldán y su gente. Oliveros ve acercarse al ejercito y, aunque pide a Roldán llamar a la tropa de Carlomagno para que regrese en su ayuda, éste se rehúsa por no parecer cobarde. El arzobispo Turpín, mientras tanto, motiva a la gente con su discurso prometiendo que se convertirán en santos y mártires en su lucha contra los infieles.

Comienza una gran batalla. Los franceses, a pesar de su inferioridad numérica ofrecen una feroz resistencia y aún el arzobispo participa en el enfrentamiento. Marsil llega en auxilio de su ejercito. Roldán ataca con mayor bravura al ver morir a sus compañeros. El infiel Grandonio da muerte a Garín, Gerer, Berenguer, Guido de San Antonio y el duque Austorí, los hombres fuertes de Roldán, pero este aparece dándole muerte.

Roldán entra en combate con el rey Marsil, a quien le corta la mano diestra. Se mencionan cuatro mil paganos muertos; Roldán, a pesar de los consejos de Oliveros decide llamar al rey Carlos; éste se da cuenta de la traición de Ganelón y ordena que el jefe de cocineros junto con sus ayudantes le detengan. Al frente de la batalla queda Marganice, tío de Marsil y quien gobierna Cartago, Alfrere, Armalia y Etiopía. Logra herir a Oliveros, quien cegado por su propia sangre, ataca a Roldán; éste al ver tan lastimado a su amigo se enternece y le expresa su gran cariño. Después de encomendarse a Dios, Oliveros fallece.

De todos los hombres de Roldán, solamente quedan el arzobispo Turpín de Reims y Gualterio, quienes piensan huir. Al ver a su amigo muerto, Roldán los anima a continuar a pesar del gran número de sus enemigos. El arzobispo, aún herido, logra derribar cuatrocientos sarracenos. Roldán, exhausto hace sonar de nuevo su olifante y Carlomagno ordena sonar los clarines anunciando su regreso.

Mientras tanto, Roldán reúne los cuerpos de sus compañeros para que el arzobispo Turpín los bendiga. Al sentirse atacado por un moro que pretende quitarle la espada, Roldán se defiende y hace un recuento de los lugares donde luchó acompañado de su noble arma, Durandarte, la que en la empuñadura tiene atesorados un diente de San Pedro, la sangre de San Basilio, cabellos de San Dionisio y un pedazo del manto de Santa María. Quiere romperla antes que caiga en manos paganas. No puede. Se acuesta bajo un pino y pone junto a sí su espada y su olifante; mira hacía España... San Miguel, San Gabriel y un Querubín llevan el alma del cristiano al Paraíso.

Al llegar el emperador ve el campo cubierto con los cuerpos de franceses y árabes y siente un profundo dolor por la suerte de sus hombres, especialmente de Roldán. Lleno de coraje pide a Dios detenga el día un poco más para darle alcance a los paganos, que perseguidos llegan hasta el río Ebro y tratando de pasarlo, muchos mueren ahogados. El emperador decide descansar antes de preparar su regreso, acomoda su espada Joyeuse (Gozosa)3 junto a él y recuerda que en honor a su arma fue tomado el grito de sus hombres “¡Montjoie!”4. En los sueños de Carlomagno se presenta San Gabriel, además tiene una visión de sus hombres que presentan una gran batalla y él se encuentra incapaz de poder auxiliarlos.

Los moros reclaman a sus dioses y a su profeta Mahoma por la derrota de la que fueron víctimas.

Carlomagno siente una enorme pena al encontrar a su sobrino Roldán. Dispone que los corazones del conde, del arzobispo y de Oliveros sean envueltos en seda y guardados en un féretro de mármol; también que los cuerpos se laven y se cubran con pieles y sábanas de Galicia.

El rey forma a su ejercito compuesto por franceses, normandos, bretones, potevinos, barones de Auvernia, flamencos y barones de Frisia, caballeros de Lorena y Borgoña. Los franceses llevan la barba encima de la lóriga como su rey. Carlomagno nombra a Rabel y Guinemán para que ocupen el lugar de Roldán y Oliveros. El emir ha llamado a su espada Preciosa y ese es el grito de guerra de sus caballeros; su hijo Malprimis le solicita ser el primero en atacar, a cambio, el emir le ofrece donarle sus dominios, desde el Jordán hasta Valmarqués.

El ejercito del emir está compuesto por hombres de Argos, Bozanta, Milcenia, Nubia, Blos, Brusia, Esclavona, Sorabia, Serbia, Armenia, Mauritania, Jericó, Nigricia, Balisa la fuerte, además de kurdos; al frente van el rey Torley y el rey Dapamor. También se organizan otros diez escuadrones formados por cananeos, turcos, persas, petchenegos, sulanios, hombres de Avers, ormalandos, egeos, del pueblo de Samuel, de Brusa, de Clavers, de Occián la Desierta, de Malpersa, además de hunos, húngaros, lituanos, astrimonios, hombres de Bagdad, Marasca, de Heraclea, de Clarbona y Fronda.

En el camino de regreso, Carlos deja como ofrenda el olifante en el altar del barón San Severino. Los cuerpos de Roldán, Oliveros y el arzobispo son depositados en San Román. La doncella Alda, que esperaba el regreso de Roldán para desposarlo muere al

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