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B. La Extensión De La Crisis Al Resto Del Mundo. La "ex­portación" De La Crisis Se Explica Por El Peso De EEUU En La Economía Mun­dial. Desde Antes Del Crack, La Especulación Bursátil En Nueva York Había Acaparado La Mayoría De Los Capitales


Enviado por   •  21 de Junio de 2013  •  1.468 Palabras (6 Páginas)  •  904 Visitas

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B. La extensión de la crisis al resto del mundo.

La “ex­portación” de la crisis se explica por el peso de EEUU en la economía mun­dial. Desde antes del crack, la especulación bursátil en Nueva York había acaparado la mayoría de los capitales disponibles, y las inversiones y préstamos al ex­terior se habían reducido notablemente. Como es natural, desde el inicio de la crisis, las entradas de capital cesaron poco a poco (en dirección a Alemania, y también hacia ­América Latina), privando a muchos países de sus habituales medios de pago e impidiéndoles comprar productos europeos y de EEUU; además, los bancos y particulares se esforzaron por repatriar sus capitales. Privados del maná que recibían desde hacía unos diez años, los países deudores de EEUU tuvieron que reducir masivamente sus importaciones y aún más su consumo. En todo el mundo, los productores, si no querían perder su clientela, tuvieron que equipa­rar sus precios a los de EEUU, que sufrieron, como se ha visto, un des­censo medio del 30% entre 1929 y 1932: ¡incitación extraordinaria a reducir la producción!.

La brutal contracción de la economía de EEUU se contagió ­con gran rapidez al resto del mundo a través de los in­tercambios internacionales. En 1929, las importaciones que hacía EEUU repre­sentaban 1/8 del total mundial; un frenazo brutal de dichas compras fue suficiente para orientar los precios a la baja, sobre todo en los mercados de materias primas. Los productores de éstas, ya afectados por el freno de las inversiones ex­tranjeras, sufrieron una brutal caída de sus exportaciones e ingresos; el hun­dimiento de precios fue espectacular: el precio del quintal de trigo de Ca­nadá bajó a la mitad entre 1929 y 1931 (los ingresos netos de los agricultores canadienses bajaron de 1.500 millones $ en 1928, a 500 millones en 1931); los precios del té y del café cayeron en dos tercios, y ocurrió lo mismo con la seda en bruto, la lana, la carne bovina y ovina­. Esto supuso el hundimiento, según un informe de la SDN en 1931, de Argentina, Australia, Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, Egipto, Finlandia, Hungría, India, las Indias Holandesas, Malasia, México, Nueva Zelanda, Países Bajos, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, cuyo comercio exterior dependía de unos pocos productos primarios. Todos estos países jóvenes restringieron, pues, considerablemen­te sus pedidos de productos manufacturados, con lo que Europa se resentirá de la crisis de EEUU. En definitiva, ese fenómeno transformó la Depresión en un acontecimiento literalmente mundial.

Por último, los fenómenos monetarios internacionales contribuyeron de forma notable a acentuar la depresión. El movi­miento de los capitales flotantes, en busca de inversiones seguras, com­prometía peligrosamente, por su gran amplitud, la cobertura de los bancos y fondos de valores de los institutos de emisión, dificultando así los intercambios comerciales. Pero, sobre todo, el hun­dimiento del sistema monetario internacional, consecuencia directa del crack de 1929, paralizó el comercio mundial, y por tanto, en muchos países, las industrias orientadas a la exportación. Al aban­donarse el Gold Exchange Standard (el patrón-cambio-oro tan penosamente puesto en marcha en 1922) en septiembre de 1931, justo tras el hundimiento de las monedas de Europa Central, por parte del Reino Unido, que acababa de provocar la fluctuación de la libra, se privó a los intercambios del instrumento estable y seguro que se había utilizado durante decenios. Tras esta ruptura del mercado internacional se crearon blo­ques monetarios, se firmaron acuerdos comerciales bilaterales, instituyéndose a veces un control de cambios, y reinando siempre una fragmenta­ción económica claramente perjudicial para el comercio y la industria mun­diales: la adopción por los diversos países de tarifas prohibitivas constitu­yó un “proceso acumulativo de depresión”.

La caída de la producción industrial mundial fue espectacular: en ju­nio de 1932 alcanzó su nivel más bajo, un tercio de la de junio de 1929. También disminuyeron los intercambios mundiales: un 25% en volumen y un 60% en valor, dada la caída de los precios. La crisis fue, pues, brutal en los países muy industrializados. La situación relativamente favorable del Reino Unid­o se debió a que la devaluación de la libra (1931) relanzó sus exportaciones; en cuanto a Francia, su posición media se explica por el carácter poco especializado de su industria. En todo caso, jamás se había prod­ucido semejante hundimiento, ni siquiera durante la guerra.

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