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BERTRAND RUSSELL


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2013  •  4.321 Palabras (18 Páginas)  •  464 Visitas

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FILOSOFÍA PARA LEGOS

La humanidad, desde que existen comunidades civilizadas, se ha visto enfrentada a problemas de dos clases distintas. Por un lado, el problema de dominar las fuerzas naturales, de adquirir los conocimientos y la habilidad necesarios para fabricar herramientas y armas y de alentar a la naturaleza en la producción de animales y plantas útiles. De este problema, en el mundo moderno, se ocupan la ciencia y la técnica científica, y la experiencia ha demostrado que a fin de tratarlo adecuadamente es necesario adiestrar a una gran cantidad de personas muy especializadas.

Pero existe un segundo problema, menos preciso, y por algunos erróneamente considerado poco importante: me refiero al problema de cómo utilizar mejor nuestro dominio sobre las fuerzas de la naturaleza. Eso incluye cuestiones tan candentes como la democracia contra la dictadura, el capitalismo contra el socialismo, el gobierno internacional contra el dogma autoritario. En tales cuestiones el laboratorio no puede proporcionar una orientación decisiva. El tipo de conocimiento que da más ayuda para solucionar tales problemas es una amplia investigación de la vida humana, en el pasado como en el presente, y una apreciación de las fuentes de desdicha o satisfacción tal como aparecen en la historia. Se descubrirá que el aumento de habilidad no ha asegurado, por sí mismo, un aumento de la dicha o el bienestar humano. Los hombres que domesticaron los primeros caballos los emplearon para saquear y esclavizar a poblaciones pacíficas. Cuando, en la infancia de la revolución industrial, los hombres descubrieron cómo fabricar telas de algodón a máquina, los resultados fueron horribles: el movimiento de Jefferson por la emancipación de los esclavos en Norteamérica que había estado a punto de triunfar, fue aplastado; el empleo de mano de obra infantil en Inglaterra se desarrolló hasta un punto de crueldad espantosa; y en África fue estimulado un implacable imperialismo, en la esperanza de inducir a los negros a vestirse con telas de algodón. En nuestros días, una combinación de genio científico y habilidad técnica ha producido la bomba atómica, pero, habiéndola producido, estamos todos aterrorizados y no sabemos qué hacer con ella. Estos ejemplos, de períodos muy distintos de la historia, demuestran que es necesario algo más que habilidad, algo que quizá pueda ser llamado “sabiduría”. Es algo que debe ser aprendido –si se puede aprender- por medio de otros estudios que los requeridos por la técnica científica. Y es algo que se necesita ahora más que nunca anteriormente, porque el rápido crecimiento de la técnica ha hecho que los antiguos hábitos de pensamiento y de acción resulten más inadecuados que en ninguna otra época pretérita

“Filosofía” significa “amor a la sabiduría”, y filosofía en ese sentido es lo que los hombres deben adquirir si se quiere que los nuevos poderes inventados por los técnicos, y entregados por ellos a los hombres y mujeres corrientes para que los manejen, no precipiten a la humanidad a un espantoso cataclismo. Pero la filosofía que debería formar parte de la educación general no es lo mismo que la filosofía e los especialistas. No sólo en la filosofía sino en todas las ramas de los estudios académicos, existe una distinción entre o que tiene valor cultural y lo que sólo es de interés profesional. Los historiadores pueden discutir lo que ocurrió a la infructuosa expedición de Senaquerib en 698 a.C., pero los que no son historiadores no tienen por qué conocer la diferencia entre ésa la triunfante expedición de tres años antes. Los helenistas profesionales podrán discutir útilmente una interpretación dudosa de una obra de Esquilo, pero tales temas no son para el hombre que desea, a despecho de una vida atareada, adquirir algún conocimiento acerca de lo que lograron los griegos. Análogamente, los hombres que dedican su vida a la filosofía deben considerar cuestiones que el público educado en general hace bien en ignorar, tales como las diferencia entre la teoría de los universales en Aquino y en Duns Escoto, o las características que un idioma debe tener si quiere estar en condiciones de decir cosas sobre sí mismo sin caer en el disparate. Tales temas pertenecen a los aspectos técnicos de la y su discusión no puede formar parte de su contribución a la cultura general.

La educación académica debería tender a proporcionar, en estudios tales como la historia, la literatura y la filosofía, como correctivo de la especialización que el aumento de los conocimientos ha hecho inevitable y en tanta cantidad como el tiempo lo permita todo lo que tiene valor cultural.. debería facilitársele a un joven desconocedor del griego el adquirir por medio de traducciones algún conocimiento, por inadecuado que sea, de lo que los griegos lograron. En lugar el estudio reiterado en la escuela de los reyes anglosajones, habría que hacer algún intento de proporcionar un resumen de la historia universal, relacionando los problemas de nuestros días con los de los sacerdotes egipcios, los reyes babilonios y los reformistas atenienses, así como todas las esperanzas y desesperanzas de los siglos intermedios. Pero es sólo de la filosofía, tratada desde un punto de vista similar, que quiero escribir.

La filosofía, desde sus primeros tiempos, ha tenido dos objetivos distintos, que s crían estrechamente interrelacionados. Por una pare, aspiraba a alcanzar una comprensión teórica de la estructura del mundo; por la otra trataba de descubrir e inculcar la mejor forma posible de vida. Desde Heráclito hasta Hegel, y aun hasta Marx, tuvo en cuenta coherentemente ambas metas; no era puramente teórica ni puramente práctica, sino que buscaba una teoría del universo sobre la cual basar una ética práctica. De tal modo la filosofía ha estado estrechamente unida a la ciencia por un lado y a la religión por el otro. Consideremos primeramente su relación con la ciencia. Hasta el siglo XVIII la ciencia estaba incluida en lo que comúnmente se llamaba “filosofía”, pero desde entonces la palabra “filosofía” ha quedado limitada, en su aspecto teórico, a lo que es más especulativo y general en los temas que trata la ciencia. Se dice a menudo que la filosofía no es progresista, pero ésta es mayormente una cuestión verbal: en cuanto se encuentra un camino para llegar a un conocimiento definido de algún tema antiguo, el nuevo conocimiento es considerado perteneciente a la “ciencia” y la “filosofía” resulta despojada del mérito. En los tiempos griegos, y hasta la época de Newton, la teoría planetaria pertenecía a la “filosofía” porque era incierta y especulativa, pero Newton sacó el problema del reino del libre juego de las hipótesis y lo convirtió en uno que exigía un tratamiento distinto del que había requerido

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