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Canales educativos de una identidad cultural Libertador: los maestros, los viajes y la lectura


Enviado por   •  9 de Octubre de 2013  •  Tutoriales  •  5.861 Palabras (24 Páginas)  •  509 Visitas

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Tres son esencialmente los cauces formativos de la personalidad cultural del Libertador: los maestros, los viajes y las lecturas.

Bolívar dice que fue educado como podía serlo un niño rico en la América bajo dominio hispano, nunca le faltaron instructores de calidad. Su madre y su abuelo buscaron para la enseñanza inicial al Pbro. José Antonio Negrete, a Guillermo Pelgrón, Fernando Vides y otros distinguidos preceptores; entre éstos también contóse Andrés Bello como maestro de literatura y geografía; igualmente recibió lecciones de matemática del ilustrado Padre Andújar, noble personalidad intelectual y humana, muy admirada por Humboldt; también fue discípulo del Licenciado Sanz. Fue don Simón Rodríguez, sin embargo, el más influyente maestro de Bolívar; a ningún otro en todo instante -y especialmente en los años de gloria y de altura- le reconoció tanto poder sobre su corazón; sólo de Rodríguez dijo: "cuyos consejos y consuelos han tenido siempre para mí tanto imperio".

Don Simón Rodríguez, precursor y animador de la inquietud bolivariana, es por antonomasia el Maestro del Libertador; antes de que éste independizara a América, -su "maestro universal"- hace su tarea: independiza a Bolívar, lo divorcia de la realidad tradicional y lo acerca a la verdad futura; le ayuda a conseguir la perspectiva propia de un creador, a intuir su faena y a calcular las fuerzas de sus auxiliares y sus enemigos. Simón Rodríguez llama a Bolívar a ser terriblemente cuerdo entre aquellos mediocres que se autoestiman depositarios del buen juicio y de la sensatez, y a los ojos de los cuales la Independencia tenía que ser una "locura" singular.

La enseñanza de Rodríguez se cumple en la adolescencia y en los umbrales mismos de su edad adulta; superados algunos roces de la infancia entre maestro y discípulo, roces que nunca más recordará El Libertador, la compenetración entre ambos es intensa y duradera. Por el carácter independiente y rebelde de Rodríguez se comprende que cale tan hondo en el espíritu del joven.

Además de los maestros señalados, cuya enseñanza se desenvolvía sin "método" y con irregularidades motivadas por circunstancias propias de un alma inquieta y mimada, hay que señalar como los únicos estudios sistemáticos realizados por Bolívar, los de matemática en la Academia de San Fernando de Madrid. En esta ciudad hizo además el estudio de las lenguas francesa e inglesa con profesores competentes, bajo la inspección de su representante el Marqués de Ustáriz.

Conviene subrayar que adelantándose al concepto de la educación integral, los responsables de la formación bolivariana no se preocuparon sólo por los conocimientos teóricos; El Libertador recibió desde niño lecciones de esgrima, equitación y baile.

Desde la antigüedad se ha apreciado el valor formativo de los viajes. Nada mejor para el logro de una genuina mentalidad comprensiva, de un, espíritu tolerante, de una visión perspectiva capaz de recibir la relatividad de las culturas, y por ende, de facilitar el progreso y desterrar el dogmatismo.

El propio Libertador asigna a los viajes una importancia fundamental en su carrera; el 10 de mayo de 1828 decía: "es de creer que en Caracas o San Mateo no me habrían nacido las ideas que me vinieron en mis viajes, y en América no hubiera tomado aquella experiencia ni hecho aquel estudio del mundo, de los hombres y de las cosas que tanto me ha servido en todo el curso de mi carrera política".

Tres viajes realizó Bolívar a Europa con motivos diversos, pero tácitamente con un solo fin: construcción de su personalidad, búsqueda y acumulación de experiencias, elaboración de un destino. El primer viaje, siendo niño, es de estudios y culmina con su matrimonio. Pasa por México y Cuba, se sitúa en España y conoce Francia. Tiene oportunidad de presenciar la coronación de Napoleón y de sentir desprecio por primera vez, por la actividad que responde única y ciegamente a la ambición de poder. El segundo viaje lleva por propósito la distracción de la viudez temprana, dura tres años en los cuales disipa una cuantiosa fortuna material, culmina en el Monte Sacro y en el Juramento definitivo: es el viaje de aprendizaje con Rodríguez. Visita España, Inglaterra, Francia, Portugal, Italia y parte de Austria y Alemania; a su regreso desembarca en los Estados Unidos. La visión de los diversos pueblos europeos, colectividades con tradición que arranca de remotos tiempos, lo hará ser más comprensivo con su pueblo. En Europa logrará un más exacto sentido de las proporciones que no puede alcanzar en su patria, hallará una más vieja y alta tribuna para asomarse al espectáculo del devenir universal. Europa lo incita a la reflexión. Con satisfacción maravillada advierte que los problemas de América desde allá se miran con más claridad. Bolívar se descubre a si mismo en Europa, se aprecia mejor, se autocritica con mayor justicia; en este viaje eligió su signo y cimentó la evidencia de que no iba equivocado. Bolívar calibra en este viaje la diferencia entre Europa y América: un continente con entidad espiritual lograda en más de dos mil años; y otro, con el problema de culturas desiguales que no logran fundirse, con tres siglos apenas de historia conocida, en trance de indagación de su propia alma.

En el tercer viaje a Europa, va de diplomático a la Gran Bretaña, como intérprete de una de las primeras embajadas venezolanas. Bolívar tiene ocasión de gustar calmadamente la vida inglesa, este viaje es también, por eso, fundamental; sentirá siempre una admiración extraordinaria por el pueblo inglés, en el cual halla mucho de lo que falta en América y que él se empeña en fundar: estabilidad, respeto, dignidad, sensatez, sentido práctico, le produce la más viva impresión; quiere para América ese grupo sencillo de virtudes británicas: realización efectiva de la libertad y democracia en un clima sin violencias; tradición amorosamente cultivada como elemento vertebrador de la personalidad colectiva a través de las épocas. Esta justa apreciación de la calidad de la sociedad británica es la razón que lleva a Bolívar a recomendar cuantas veces puede una alianza de América con el estilo de vida de Inglaterra.

No sólo a Europa se dirigió la inquietud bolivariana; después, en plena contienda emancipadora, y por imperativos y necesidades de la misma, recorre a pie, a caballo, en flecheras, bergantines, goletas, etc., la mayor porción del continente americano. Desde Boston a Plata, los puntos más septentrionales y meridionales del itinerario bolivariano, prácticamente nada le es desconocido; tuvo la vivencia exacta de la patria americana; Bolívar

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