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Concepto De Nación


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2012  •  5.703 Palabras (23 Páginas)  •  547 Visitas

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El concepto de Nación

y la fundamentación del nacionalismo

Luis Rodríguez Abascal

(Universidad Autónoma de Madrid)

Como señalaba Seton-Watson en un libro ya clásico, cuando hablamos de nacionalismo podemos estar refiriéndonos por lo menos a dos fenó-menos distintos: puede que estemos hablando de una doctrina política, o puede que nos refiramos, en cambio, a un movimiento político orga-nizado. Seton-Watson se ocupó, en ese mismo libro, del nacionalismo como movimiento político. Yo, en cambio, voy a dedicar esta ponencia al nacionalismo en cuanto que doctrina política.

Ahora bien, ni el tiempo de que dispongo ni mis conocimientos sobre esta materia son suficientes para que pueda abordarlo desde todos sus ángulos. Ni siquiera desde la mayoría de ellos. En adelante me limitaré apenas a esbozar de forma en absoluto exhaustiva una serie de reflexio-nes sobre el concepto de nación, concepto que considero el punto de apoyo sobre el que descansa toda su estructura teórica la doctrina na-cionalista.

Con instrumentos fundamentalmente analíticos, el concepto de nación ha sido estudiado con acierto por Francisco Laporta (1990), mientras que en Alfonso Ruiz Miguel (1989), David Mackinson (1988), o Jo-seph Raz y A. Margalit (1990), entre otros, pueden encontrarse también importantes trabajos marcadamente lógico-analíticos sobre cuestiones conexas. Estos y otros trabajos son de un enorme interés, pero dados los límites temporales de esta ponencia, voy a limitarme de momento a señalar su existencia.

Desde otras corrientes de la filosofía política, sin embargo, no ha sido tan frecuente, al menos en el ámbito académico en lengua castellana, encontrar trabajos que pongan decididamente de relieve los problemas conceptuales con los que se encuentra el nacionalismo. La aceptación prácticamente acrítica de la idea de nación -de existencia de las nacio-nes- como herramienta de trabajo ha caracterizado algunas de las obras más importantes y valiosas aparecidas entre nosotros en los últimos años, como las de José Ramón Recalde (1982), Andrés de Blas (1984) y Gurutz Jáuregui (1986 y 1990). Han sido aproximaciones no estric-tamente de filosofía política las que se han mostrado más críticas con el concepto de nación, en particular la de Juan Aranzadi (1981) y, en cier-ta medida, también las de Jon Juaristi (1987 y 1992).

Mi propósito es utilizar en esta ocasión los instrumentos metodológicos que dominan en el estudio del nacionalismo para, precisamente, dejar planteadas algunas dudas sobre la existencia misma de las naciones y, por lo tanto, sobre la utilidad y pertinencia de continuar usando el con-cepto de nación de la forma que se ha venido haciendo hasta ahora- para estudiar el nacionalismo. Acabaré por concluir además que, debido a sus dificultades conceptuales, la idea de nación no es apta para fun-damentar de forma satisfactoria teoría política alguna. Para quienes sospechen desde ahora que esta conclusión pudiera esconder alguna variedad de centralismo o nacionalismo españolista -o para quienes pretendan sacarle provecho en este sentido-, quiero anticipar también que el análisis que presentaré a continuación atañe por igual a todos los conceptos posibles de nación, y que la idea de España como nación no sale mejor parada que las demás a la hora de servir de fundamento a cualquier teoría política.

1) Definición del nacionalismo

Mi punto de partida va a ser una definición estipulativa de nacionalis-mo en cuanto doctrina política: el nacionalismo es aquella doctrina política que sostiene que la titularidad última de la soberanía reside en la nación.

Antes de continuar quisiera hacer tres comentarios sobre la definición propuesta aquí. En primer lugar, quiero señalar que, a pesar de haberla calificado de estipulativa, está muy cerca de ser una redefinición, por-que considero que representa el mínimo común denominador de las definiciones ofrecidas por los autores de más relieve en el estudio del nacionalismo, desde Hans Kohn a Miroslavv Hroch, pasando por Karl W. Deutsch, Elic Kedourie, A.D. Smith, Hugh Seto-Watson, John Breuilly, Benedict Anderson o Ernest Gellner, entre otros.

En segundo lugar, sostengo que esta definición abarca -describe- a to-dos aquellos que, en el terreno político, se consideran a sí mismos co-mo nacionalistas, y no sólo a ellos, sino que incluye además a muchos otros individuos y grupos que no se reconocen a sí mismos como tales: los nacionalismos que callan.

En tercer lugar, quisiera anticiparme a una de las muchas críticas sin duda posibles. En efecto, recortar los contenidos del nacionalismo hasta el punto de limitarlos a la defensa de la soberanía nacional puede pare-cer una simplificación que peca de formalismo —el concepto de nación queda sin definir—, y que deja fuera partes fundamentales de esta teo-ría política. Habrá quien esté pensando, no sin parte de razón, que des-de el nacionalismo se defienden más cosas y, con algo menos de razón, que además tendría que haber especificado en la definición qué se debe entender por nación.

Sin embargo, espero que se me perdone la insistencia si recurro una vez más que lo considero el mínimo común denominador compartido por todos los nacionalistas. En mi opinión, el trabajo de los teóricos del nacionalismo y de los movimientos sociales concretos comienza preci-samente a partir de la asunción del principio de la soberanía nacional. Y no es un trabajo menor, porque deben definir, en primer lugar, a la na-ción, y en segundo término en qué sentido debe la nación ejercer la soberanía cuya titularidad le atribuyen.

La definición que he propuesto es, en efecto, una definición formal, pero lo es necesariamente, porque lo que diferencia a unos teóricos del nacionalismo de otros y a los movimientos nacionalistas entre sí es pre-cisamente el contenido con el que la rellenan: por un lado, el concepto que mantengan de nación —tanto el concepto universalizable (en su caso) como el más inmediato de cuáles son las fronteras de la nación de que se trate y de quienes son sus miembros—; y por otro cuál debe ser el objetivo del ejercicio de la soberanía. Pero lo más relevante para los propósitos de esta ponencia es que, si la definición que he propuesto de nacionalismo se aproxima a una descripción -mínima- suficiente de esta teoría política, podría entonces sostenerse, con Liah Greenfeld, que el fundamento último del nacionalismo "su única condición, es decir, sin la cual no es posible nacionalismo alguno", es la idea de nación. Es preciso, por lo tanto, responder cuanto

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