Costumbres Engañosas

COSTUMBRES ENGAÑOSAS

A veces se inventan tradiciones para atraer la atención de la comunidad internacional y de los turistas.

Hoy todo vale con tal de vender, incluso inventarse costumbres para el goce de los turistas u otras motivaciones. Es común que cuando visitamos un lugar, nos muestren culturas o costumbres que con el tiempo se han desvirtuado tanto que serían irreconocibles para sus antepasados, carentes de cualquier significado, porque ahora sólo se hacen para el disfrute de los viajeros y, sobre todo, por motivos económicos.

Algunos turistas solo quieren ver una parte de la cultura del país, sin profundizar lo más mínimo ni llegar a conocer la realidad. Debido a ello, han proliferado los negocios que venden una cultura “agradable” a los turistas. “Aquí no se han producido todavía cambios que pueden llegar a ser aberrantes”, explica Julia Vela, directora artística de la Galería Die Augen; sin embargo, ha habido ocasiones en las que se ha intentado. Vela cuenta que cuando trabajó en turismo hubo una propuesta de la iniciativa privada para que se hicieran trajes típicos cortos, del tamaño de una minifalda, a fin de “atraer al turismo”. “Menos mal, al final no se llevó a cabo”, opina.

Los Tasaday

En otras ocasiones, los casos llegan a ser escandalosos, porque se inventan todo. El engaño más conocido fue el descubrimiento, en 1971, de la tribu situada al sur de Mindanao, la isla más meridional del archipiélago de las Filipinas. Fue el mayor fraude antropológico de la historia. Según se vendió en el momento, los habitantes de la tribu denominada Tasaday habían vivido aislados del mundo exterior desde hacía más de dos mil años.

Eran una pequeña comunidad de alrededor de 26 miembros que todavía vestían taparrabos hechos de hojas de plátanos y seguían en la Edad de Piedra, debido a que no cultivaban la tierra, no conocían los metales, ni la cerámica, no se dedicaban a la artesanía y su dieta se reducía a raíces y frutos, ranas, cangrejos y larvas que anidaban en los troncos podridos. Para encender el fuego, colocaban una rama dentro de una madera agujereada. Además, eran pacíficos ya que en su vocabulario no existía ninguna palabra que aludiera al concepto de guerra.

Se hizo tan popular esta curiosa tribu que la prestigiosa revista National Geographic le dedicó no sólo un reportaje con portada incluida, sino también un documental de una hora. A partir de entonces llovieron multitud de libros y artículos sobre el tema. Todo ello, pese a que los estudiosos que podían acceder a la tribu eran muy escasos, por poco tiempo y, además, siempre estaban bajo la mirada constante de los funcionarios del régimen de Ferdinand Marcos, el dictador de Filipinas.

Sin embargo, cuando cayó Marcos, en 1986, un periodista filipino, Joey Lozano, y el antropólogo suizo Oswald Iten consiguieron entrar en la reserva sin permiso, encontraron algo sorprendente: los Tasaday existían, pero eran similares a cualquier tribu del sudeste asiático: usaban hierro, ropa de algodón y pantalones de lona, y sólo dormían en las cuevas cuando iban de cacería.

El objetivo del fraude no está claro. Quizás Marcos quiso inventar algo para desviar la atención sobre su régimen. Lo único que se sabe, sin embargo, es que todo fue orquestado por Manuel Elizalde, conocido como Manda y responsable entonces del Panamin (Asociación Privada de las Minorías Nacionales,

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