El siglo XIX dice ser el siglo de la historia, un siglo en el cual o busca su autonomía de la filosofía

El siglo XIX dice ser el siglo de la historia, un siglo en el cual o busca su autonomía de la filosofía. Al lograrlo surgen comunidades de profesionales, se crean cátedras y lo más importante, el estado mismo mantiene a los historiadores ya no como literatos si no  como funcionarios. Así el estado mismo se vuelve historiador, donde la historia que se cuenta es la historia de los grandes hombres  o política, es la idea de contar aquello que es digno de ser contado.

De aquí surgen los grandes rasgos más importantes de la historiografía del siglo XIX, la historia política, la historia militar, la historia de batallas, sucesos y grandes hombres.

En este contexto la historia erudita nació, aquí debemos de mencionar a  Leopold Von Ranke  no solo es considerado creador de la historiografía contemporánea  si no también el máximo exponente del positivismo. El cual pretendía  que el historiador  debe de contar los hechos tal cual pasaron, para esto debe remitirse al texto y nada más. Se entendía a su  vez, que el texto hablaba por sí solo, el historiador solo debía de contar lo que decía, pero para ello era conveniente elegir aquellos ya clasificados y limpiados.

En  su texto “pueblos y estados en la historia moderna”, justamente es eso lo que busca, realizando no una historia de juicios o críticas, si no contar como sucedieron las cosas en realidad utilizando fuentes y testimonios que acrediten  un conocimiento real.

De esta manera la historia quedaría consagrada como la historia de los sucesos, la historia de las batallas o la historia historizante. A este sector ya consolidado, va a surgir un grupo que va a disputarle los sentidos de hacer historia, ese grupo es Annales, donde los máximos exponentes son  Bloch y Febvre.

Annales se funda para crear un nuevo tipo de historia, así Febvre dividirá la historia en la de ellos y la nuestra. Esta nueva historia trajo consigo innovaciones una de las cuales es la sustitución de la narración por un problema, así el historiador parte de una problemática, para desde allí arribar a una explicación que tenga en cuenta la mayor cantidad de aspectos a indagar. Febvre dirá que “Plantear un problema es precisamente el comienzo y el fin de toda Historia. Sin problema no hay Historia”^[1].

Así  busco apuntar una oposición hacia lo político, desarrollando una historia económica pero también social rescatando así al hombre como protagonista, también  busco un dialogo con las otras disciplinas (psicología, geografía, sociología, economía, etc.).

 Este objetivo lo podemos ver en Los reyes taumaturgos de Bloch, el cual nos dice” lo que he querido dar aquí es fundamentalmente una contribución a la historia política de Europa en sentido amplio, en el verdadero significado de esta palabra”^[2]   de esta manera podemos observar un critica a la historiografía erudita, donde el trabajo del historiador era solo decir lo que los textos le decían, donde el tenía un rol pasivo en cuanto a estos, los cuales desarrollaban no solo una historia nacional si no patriótica para formar ciudadanos.

De esta manera Bloch, no busca crear una historia política entendida como la entienden la historiografía erudita, sino más bien es ver con esto, la concepción de realeza que se manifiesta en ellos al curar las escrófulas.

A su vez para llevar a cabo su objetivo nos dice,  que “este ensayo de historia política adopta la forma de un estudio de historia comparada, pues Francia e Inglaterra por igual contaron con reyes médicos, y en cuanto a la realeza maravillosa y sagrada, ella fue común a toda la Europa occidental”. De esta forma pretende mostrar una historia compartida, buscando comparar ambos espacios, algo que para la historiografía erudita era impensable puesto que para ellos la misión del historiador era comprender la historia en su singularidad.

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