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Escudo Nacional


Enviado por   •  24 de Mayo de 2015  •  1.743 Palabras (7 Páginas)  •  279 Visitas

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EL ESCUDO NACIONAL

Por Daniel Brión

Miembro de Número del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico

Argentino e Iberoamericano “Manuel Dorrego”

Presidente del IMEPU – Instituto por la memoria del pueblo

Introducción

Resulta más que evidente pensar que los escudos fueron utilizados desde los primeros tiempos de la humanidad, por el hecho de que el hombre los usó de muy diversos materiales, formas y tamaños para protegerse de los ataques de sus adversarios. Solían dibujar en ellos emblemas que, además de tener significados mágicos o religiosos, servían para el reconocimiento de amigos o enemigos, y para agruparse en torno al jefe y seguirlo en el combate.

Pero hasta el Siglo X, las armas o armerías, fueron solamente signos o emblemas de carácter personal y arbitrario. El estudio de tales manifestaciones, y otras posteriores de la misma índole, no corresponde a la Heráldica sino a la Simbología , disciplina que, modernamente, encara el estudio de los símbolos. Recién a partir del Siglo X, con la difusión de las justas y torneos que tuvieron su origen en Alemania y se extendieron rápidamente en el resto de Europa, los escudos (escudos de armas) comenzaron a ser señales de honor y nobleza, que pasando de padres a hijos representaban un linaje, su usos, métodos y normas se regularizaron y perfeccionaron en los tres siglos siguientes, especialmente cuando se hizo efectiva la autoridad real sobre los señores, con lo cual el monarca –en definitiva- adquirió el derecho exclusivo para su otorgamiento. Fue con motivo de las Cruzadas (1096-1291) que esta disciplina, la de la heráldica , tuvo singular desarrollo, ya que se transformó en arte práctica por la necesidad de poner orden en el mare mágnum de escudos de armas que proliferaron a raíz de tales conflictos.

Los primeros grandes esfuerzos por sistematizar las leyes y las Reglas de la Heráldica pueden ser encontrados aproximadamente en el siglo XI y se denominan Armoriales .

Las dos primeras obras que constituyen verdaderos tratados heráldicos se deben al jurisconsulto Bartolomé de Sassoferrato, de Perusa (+1536), autor del Tractatus de Insignis et Armis, y al Presbítero Juan Rothe, de Turingia, autor del Ritterspiegel, que lo elaboró entre los años 1380 y 1400.

Comenzó a decaer como arte práctica en el Siglo XVII y, a partir del XVIII, pero dio un paso mucho más importante aún, comenzó a funcionar como una herramienta auxiliar de la historia resultando importantísima como fuente para las investigaciones. En este sentido, los conocimientos que la Heráldica proporciona permiten identificar los restos hallados bajo una losa sepulcral o al personaje anónimo de un retrato; determinar el origen de una moneda, o precisar la cancillería que emitió un determinado documento; conocer quién fue el propietario original de un inmueble o de algún objeto, si en ellos están reproducidos escudos de armas, lo que es de capital importancia no sólo para los historiadores, sino también para museólogos, anticuarios y coleccionistas.

Desde principios del siglo XX ha experimentado un extraordinario renacimiento y, aún conservando su carácter de ciencia auxiliar, ha vuelto a ser un arte práctica, no tanto como heráldica nobiliaria o de familia, sino en lo alusivo a naciones, provincias, ciudades, universidades, instituciones, etc.

Considerada la Heráldica como ciencia, como arte o como disciplina auxiliar, su importancia se manifiesta inexorable y le asegura vida propia, ya que sirve a intereses más elevados y generales que la simple satisfacción del orgullo familiar o personal.

El Escudo Nacional Argentino

La aparición histórica de nuestro Escudo Nacional, como tal, no tiene fecha cierta pero podemos afirmar que la Asamblea Constituyente del año 1813 encomendó al diputado por San Luis, Agustín Donado, para que realice un sello oficial destinado a legitimar las resoluciones de la Asamblea, en reemplazo del utilizado durante el gobierno virreinal.

Hasta que se instaló la Asamblea General Constituyente el 31 de Enero de 1813, no existía un sello para legalizar los actos gubernamentales, pues venían utilizándose los sellos de las armas reales que se estampaban en los documentos durante el Virreinato. Ante tal necesidad, la Asamblea comenzó a utilizar un sello propio, inspirado en un modelo que compuso en 1812 el peruano Antonio Isidro de Castro por disposición de Bernardino Rivadavia y que le habla sido presentado al Primer Triunvirato.

No hay ley ni decreto que establezca su uso, el mismo se utilizó por primera vez el 22 de Febrero de 1813, al estampárselo con lacre en dos cartas de ciudadanía expedidas por la Asamblea, con las firmas del presidente del cuerpo, General Carlos María de Alvear y el secretario, Don Hipólito Vieytes.

Se estima que su orla ostentaba la leyenda "En Unión y Libertad"; la existencia de la misma es avalada por el decreto del 12 de Marzo de 1813, con el que la Asamblea General ordena al Supremo Poder Ejecutivo el uso del mismo sello, con la única diferencia de que la inscripción del círculo sea la de "Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata".

En el Archivo General de la Nación se guarda el decreto del 12 de marzo de 1813 firmado por Hipólito Vieytes y Tomás Antonio Valle, secretario y presidente respectivamente

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