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La Ciudad La Gente Y Las Costumbres (etapa Indígena)


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2014  •  449 Palabras (2 Páginas)  •  422 Visitas

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“La ciudad, la gente y las costumbres”

La población que se encontraba en los valles de México, Toluca y Puebla-Tlaxcala, se encontraba dividida entre los nahuas y los otomíes, (mitad y mitad). Pero los otomíes se distinguían de los nahuas, por ser una población rústica y de montaña, sus costumbres y oficios estaban un poco alejados de la vida urbana que llevaban los nahuas. Además de haber llegado a estas regiones tiempo antes de que los nahuas crearán estas grandes ciudades y centros ceremoniales. Los otomíes nunca se destacaron por desarrolla grandes sistemas para regar o unos asentamientos urbanos muy elaborados y detallados como los nahuas. Pero los recursos que ellos explotaban les daban un poco de ventaja por sobre los nahuas, sus grandiosas habilidades para la caza (por consiguiente tenían mucha valentía y y habilidad para la guerra), además de la recolección de madera (ventaja que obtenían por vivir en la sierra), la explotación del maguey (aguamiel y pulque) y lo más importante para ellos, el maíz.

En cuanto a los nahuas, y su sociedad urbana, se encontraban integradas por “calpullis” se refieren a algún tipo de casas o centros donde se impartían diferentes oficios o tareas (agricultores, recolectores de sal, aguadores, pescadores, cazadores de patos, etc.). Dentro de esta urbe, el bullicio y el ruido no se hacían esperar aunque el sonido de fondo y continuo era el ruido del agua que pasaba por los canales, el viento, el eco de las voces de los mercaderes y de la gente que se encontraba en las plazas, y en los amaneceres el ruido del tambor del templo de Quetzalcóatl. Y en cuanto al los olores, a diferencia de las colonias de ese entonces Europeas, el aire podía sentirse puro y sin pestilencias, aunque no era perfecto puesto que en ocasiones, y más en la tarde-noche había olores de residuos de comida al levantarse los mercados de las plazas, en cuanto al excremento humano era interesante que tenían una manera de acumularlo y posteriormente secarlo y pulverizarlo para usarlo como abono o para el curtido de pieles de animal, el aire estaba impregnado la mayoría del día por olor a copal y flores que la gente se encargaba de llevar en ramillete, ya que el olor que si se encontraba impregnado y era latente, era el olor a sangre y carne humana por los sacrificios hechos a prisioneros o a habitantes, para las ofrendas y festividades religiosas hechas por los nahuas, cuando más se ocupaban flores y copal, era en temporadas en las que se sabía habría una gran cantidad de sacrificios para ofrendar y la ciudad y el templo estarían impregnados de esa fuerte pestilencia por un largo tiempo.

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