La Primavera Arabe

La primavera árabe se puede definir como la serie de levantamientos populares sin precedentes que han generado la caída de varios regímenes y la oposición a algunos otros. Una serie de factores se suman al llamado movimiento de la primavera árabe: regímenes totalitarios (con poderes de hecho, sin sufragio universal) que llevan décadas y han generado un notable deterioro en las condiciones sociales de su población, con elevados niveles de corrupción, bajo el manto religioso que facilita la perpetuidad de sus gobiernos y la herramienta de las redes sociales que han convocado activistas jóvenes con mayor facilidad.

Por otro lado un elemento clave es que los países que han sido la base de los levantamientos tienen una población joven muy grande, ampliamente heterogénea, incluso con algunos niveles de formación, que contribuiría a motivar los levantamientos. Túnez, primer país en iniciar su levantamiento, fue la iniciativa de Mohamed Bouazizi, vendedor ambulante de frutas, a quien la policía le confiscó su mercancía y le propinó una golpiza en diciembre de 2010. Estos hechos lo motivaron a poner una denuncia, que no obtuvo ninguna respuesta por parte de las autoridades locales, y luego tomo la decisión de inmolarse. Con su muerte, en enero de 2011, se desencadenaron una serie de protestas en todo el país y posteriormente en toda la franja del norte de África. El levantamiento llevaría a la caída de Ben Alí.

Luego de Túnez vendría Egipto, donde Mubarak, el presidente que llevaba cerca de 30 años en el poder, terminó fuera del país ante una serie de multitudinarias manifestaciones. Egipto reunía las condiciones ideales para una revuelta: salarios bajos, una dictadura de varias décadas, niveles de corrupción importantes y unos jóvenes muy activos en las redes sociales.

Libia no quedó fuera de estos movimientos, aunque en este caso derivó en una guerra civil en la que los opositores de Gadafi buscaron su caída.

Para finalizar se puede decir que la profunda transformación y modernización de las estructuras políticas, económicas y sociales, la ola de cambio que sacudió al mundo Árabe ha puesto fin a la falsa alternativa entre autocracia y teocracia que ha mantenido en los países árabes al margen del proceso de modernización global. Con sus protestas, la emergente población árabe ha derribado las bases sobre lo que se cimentaban las relaciones entre Oriente y Occidente, inaugurando un nuevo paradigma en las relaciones internacionales.

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