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La Querella De Las Investiduras


Enviado por   •  16 de Octubre de 2014  •  351 Palabras (2 Páginas)  •  279 Visitas

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1. En historia que significo la querella de las investiduras

La querella de las Investiduras fue un enfrentamiento entre papas y reyes católicos del Sacro Imperio Germánico entre 1075 y 1122. La causa de dicho desencuentro era la provisión de beneficios y títulos eclesiásticos. Se puede resumir como la disputa que mantuvieron pontífices y emperadores del Sacro Imperio Germánico por la autoridad en los nombramientos en la Iglesia.

El papa regente Nicolás II dicto que la simonía que había y la autoridad que tenían los reyes de nombrar y colocar cargos eclesiásticos quedaban anulados y que solo el papa tenía esa autoridad. En el que además de ordenar la excomunión de los sacerdotes casados que no repudiasen a sus esposas, prohibía a los laicos participar en misas celebradas por ellos. En el I Concilio de Letrán (1123), Cánones 3 y 11, se vuelve a condenar el matrimonio de los sacerdotes, diáconos, subdiáconos, y monjes

Sin embargo, no bastaba excluir a los simoniacos que a los cristianos; importaba extirpar de raíz la simonía, y para ello había necesidad de quitar a los príncipes la posibilidad de nombrar obispos, como Nicolás II quitó a los señores feudales romanos la posibilidad de tomar parte en la elección del papa. Era preciso volver a poner en vigor el uso de la elección de los obispos por el clero y el pueblo.

. El primer conflicto estalló entre el emperador Enrique IV y Giorgio VII, y duró desde 1076 hasta 1122. Enrique IV, haciendo caso omiso de las prohibiciones de Gregorio VII, nombró dos nuevos obispos y puso en venta la dignidad de abad de Fulda. El papa, después de haber protestado, reunió un consejo, compuesto principalmente de obispos simoníacos, que declaró a Gregorio VII indigno del pontificado. El emperador, con ese motivo, escribió al papa: << Enrique, rey no por usurpación, sino por la voluntad de Dios, a Hildebrando en adelante monje falso y no papa. Condenado por la sentencia de nuestros obispos y la nuestra, desciende y abandona el puesto que has usurpado. ¡Que la silla de San Pedro la ocupe otro! ¡Desciende de tu trono; desciende!

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