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La crisis del Estado liberal


Enviado por   •  23 de Mayo de 2015  •  Ensayo  •  1.930 Palabras (8 Páginas)  •  313 Visitas

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ima expresión la encontramos en la Comuna de París de 1871 y la Revolución Rusa de 1917.

Los decenios de 1920 y 1930 serán testigos de la crisis del Estado liberal, manifestándose desde tres dimensiones fundamentales: crisis política, crisis económica y crisis del orden internacional. En el terreno político la supremacía del parlamento frente al gobierno conducirá en muchas ocasiones a la “parálisis” política, a lo que hay que añadir la falta de habilidad del Estado liberal para adaptarse a los nuevos movimientos reivindicativos y para conjugar las garantías del Estado de derecho con la política social de carácter igualitario. En la esfera económica la crisis del mercado de valores norteamericano de 1929 y sus repercusiones en las sociedades occidentales hará revisar el principio liberal clásico de no intervención. Los Estados recurren al gasto público para paliar el desempleo

y para activar la demanda, y de un Estado abstencionista se pasa a un Estado intervencionista en el que la organización estatal se constituye como principal agente económico. La crisis del orden internacional, que encuentra su manifestación más patente en la I Guerra Mundial, demuestra que el Estado liberal ya no garantiza las relaciones pacíficas entre los estados y se ve imposibilitado a cumplir las funciones que le asignaba la teoría clásica liberal.

La crisis del Estado liberal, que se hará patente en los decenios de 1920 y 1930, y la superación de los principios liberales decimonónicos, dará lugar a tres nuevas formas de Estado que caracterizarán la organización política del siglo XX: el Estado fascista, el Estado comunista o socialista, y el Estado social y democrático de derecho o Estado de bienestar.

1.3.- LAS DICTADURAS: ESTADO FASCISTA Y ESTADO SOCIALISTA

De igual modo que no es posible hablar de una formulación teórica previa al Estado fascista, ya que la praxis precede a la teoría, resulta también difícil la elaboración teórica a posteriori, al entrar en juego variables políticas, sociales, históricas y geográficas que ha generado en cada Estado calificado como fascista unas peculiaridades propias. Pero ello no empece que podamos encontrar determinados rasgos comunes.

En primer lugar, el fascismo se presenta como una tercera vía entre el comunismo y el capitalismo. Su pretensión ideal era integrar capital y trabajo, pero en realidad parece existir consenso entre la doctrina de que fueron de dictaduras del capital con negación expresa de la lucha de clases. En segundo lugar, el sistema político fascista se fundamenta y legitima en la imagen de un líder carismático, que bajo los principios del caudillaje, adopta formas de dictadura desde una concepción totalitaria o autoritaria del Estado. Esto supone que se produce la intervención y control por parte de las autoridades públicas de las diferentes esferas sociales, desaparece el reconocimiento de las libertades públicas

y de los derechos civiles, así como la anulación del imperio de la ley y del principio de legalidad. En tercer lugar, cabe destacar un espíritu expansionista de talante imperialista y el rechazo de medios pacíficos en la resolución de los conflictos internacionales, de tal forma que se produce una primacía de lo militar que genera economías de guerra. En cuarto lugar, se anulan los sistemas de representación política liberales y frente a una representación inorgánica, se pasa a un modelo representativo de carácter orgánico y mediatizado por el Estado. Por último, y en quinto lugar, desaparece el pluripartidismo, esto es, la libre competencia para el acceso al poder. En los regímenes fascistas un único partido representa los intereses de la nación, y como con frecuencia sucede en los regímenes no democráticos, el partido se convierte en un instrumento esencial del régimen de control social que representa el todo y no una parte.

Como señalábamos no es posible la elaboración de una teoría general sobre el Estado fascista, no sólo por su falta de fundamentación teórica sino también por las divergencias entre los distintos estados calificados como fascistas; así por ejemplo el racismo que estuvo presente en Alemania, no fue un rasgo característico de Italia o de España, o por citar otro ejemplo, las relaciones del poder político con la iglesia fueron buenas en Italia y en España, y prácticamente inexistentes en Alemania. Algunos autores prefieren señalar que el fascismo fue algo propio y exclusivo de Italia, prefiriendo calificar el régimen nazi alemán cono nacional-socialista o el franquismo español como nacional-sindicalismo.

La segunda forma de Estado que caracterizó los tres últimos tercios del siglo XX ha sido el Estado comunista o socialista. Se trata del único tipo de Estado que surge de una concepción teórica previa, como es sabido, inspirado fundamentalmente en Marx, Engels, Lenin o Stalin y que en términos generales representa un modelo teórico unitario.

Aunque las formulaciones teóricas preveían la desaparición del Estado como tal, la praxis política no sólo no lo ha confirmado, sino que lo ha convertido en algo consustancial a los regímenes de talante colectivista. Además, es el único Estado concebido como un proceso evolutivo, esto es, se trata de una forma de

Estado dinámica que prevé su propia extinción. El primer estadio de ese proceso lo supone la revolución, tras ella se instaura la dictadura del proletariado, una forma de dictadura provisional, extrema y violenta, cuyo objetivo es la ruptura de las estructuras institucionales existentes y la consecución de una sociedad sin clases, momento en el que el Estado ya no será necesario.

Paradójicamente el Estado socialista es en realidad heredero de las instituciones políticas liberales, si bien se les asigna a Éstas nuevas funciones. El Estado socialista y sus instituciones, concebidas como la superación del Estado liberal, se convierten en instrumentos para la consecución de fines políticos y sociales. Entre las características institucionales del Estado socialista cabe señalar la concepción planificadora del Estado, la existencia de un partido único como eje vertebrador y como órgano esencial del Estado, la supremacía -al menos teórica- del poder legislativo sobre el ejecutivo y judicial, y su

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