Los Hornos De Hitler

Los Hornos de Hitler

Este es un libro de Olga Lengyel sobreviviente de los campos de concentración alemanes en la cual nos relata lo duro que la paso desde que la trasladaron a los campos de concentración alemanes hasta que la liberaron. La autora nos relata cómo fue agredida por la policía alemana, como fue engañada para llevarla a los campos de concentración, como fue que agredían a los judíos, cristianos y hebreos.

La autora nos describe cómo es que Hitler quería ser el dios de este planeta y como conseguiría eso pues matando a todo creyente y esclavizar a algunos de ellos y empezar una nueva era, la era de Hitler su reino. Al intentar esto Hitler tuvo que esclavizar a muchos judíos y la confiscación de sus bienes para que en cuestión de segundos los judíos queden en la pobreza. También nos describe los saqueos de los negocios por los soldados de la Gestapo o de las fuerzas de la SS que eran normales así como los fusilamientos en masa de los bosques y los cuerpos eran arrojados al rio o simplemente los mandaban a los famosos hornos que ahí era donde quemaban a los cuerpos vivos o muertos.

Nos habla también sobre la barraca en la que estuvo y dice que era una especie de establo donde se encontraban unos camastros y dormían de 16 a 20 personas y que ahí casi se mataban por la comida, por las camas en donde dormían, y por la ropa aunque en realidad solo eran unos trapos. En la barraca tenían escases de agua y cuando tenían derecho de lavarse la cara y asearse, se tomaban el agua que les correspondía ya que no les daban agua.

Olga conoció a un joven polaco prisionero de Auschwitz que sonreía a pesar del descarnado espectáculo que a diario tenía que presenciar. Llevaba cuatro años en campos de concentración y según recuerda la autora, “era la única voz que tenía sonidos humanos”. Inician una amistad. Tadek invita un día a Olga a salir de la barraca y la lleva a un apartado donde otros reclusos –había muy pocos hombres- cocinaban una papa. Para Olga aquello era inconcebible pues ningún alimento que se precie de serlo, era destinado a los reclusos. Tadek mostró pronto sus intenciones al querer seducir a Olga quien pronto se desilusionó del único amigo que tenía. Tadek no se disculpa, habla con Olga y le dice que la vida en un campo de concentración es horrible y todos tenían que procurarse pequeños placeres. Por medio de sus contactos, Tadek intercambiaba comida por sexo. Olga llevaba días sin probar bocado y va a un apartado donde había escuchado que los hombres se reunían y que existía la posibilidad de que alguno compartiera un mendrugo de pan. Sin embargo, encontró a hombres y mujeres apretados en la pequeña estancia donde el mercado negro de favores sexuales por algún pedazo de mantequilla eran las reglas del juego. Un anciano que remojaba su pan se encontró con un pedazo de patata que, por carecer de dientes no podía tragar, se lo ofreció a Olga y cuando aquella se proponía comer su precioso bocado, le fue arrebatado por otra mujer. De nada sirvió el reclamo. La ley del más fuerte se imponía.

Al pasar unas semanas Olga fue condenada a muerte y fue tentada a una acción de corrupción para bien de Olga ya que, era un esqueleto viviente, víctima de calenturas y ataques de tos. Cierto día, fue seleccionada junto con otras a la cámara de gas. Olga se asombró pues muchas mujeres ignoraban o no querían saber de la existencia de las cámaras y hornos. Se encontró en el dilema de hacerlas reaccionar o dejarlas en sus fantasías. Magda una de sus amigas, era una de ellas. Olga le dice que tienen que huir. Magda se resiste a creer. En un descuido de los guardias, Olga escapó y llegó a otra barraca, se cambia de indumentaria y regresó a su barraca. La blocova de su zona reconoció a Olga y le pidió sus botas a cambio de no decir nada. Olga aceptó.

Tiempo después la autora nos cuenta que aunque el campo

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