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Un Mudo Feliz


Enviado por   •  21 de Mayo de 2015  •  432 Palabras (2 Páginas)  •  179 Visitas

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independiente.

—Pero en el intervalo —concluyó Mr. Foster nos las hemos arreglado para hacer un

montón de cosas con ellos. Ya lo creo, un montón de cosas.

—Éste es el espíritu que me gusta —volvió a decir el director—. Demos una vueltecita.

Cuénteselo usted todo, Mr. Foster.

Y Mr. Foster se lo contó todo.

Les habló del embrión que se desarrollaba en su lecho de peritoneo. Les dio a probar

el rico sucedáneo de la sangre con que se alimentaba. Les explicó por qué había de

estimularlo con placentina y tiroxina. Les habló del extracto de corpus luteum. Les

enseñó las mangueras por medio de las cuales dicho extracto era inyectado

automáticamente cada doce metros, desde cero hasta 2.040. Habló de las dosis

gradualmente crecientes de pituitaria administradas durante los noventa y seis metros

últimos del recorrido. Describió la circulación materna artificial instalada en cada frasco,

en el metro ciento doce, les enseñó el depósito de sucedáneo de la sangre, la bomba

centrífuga que mantenía al líquido en movimiento por toda la placenta y lo hacía pasar

a través del pulmón sintético y el filtro de los desperdicios. Se refirió a la molesta

tendencia del embrión a la anemia, a las dosis masivas de extracto de estómago de cerdo

y de hígado de potro fetal que, en consecuencia, había que administrar.

Les enseñó el sencillo mecanismo por medio del cual, durante los dos últimos metros

de cada ocho, todos los embriones eran sacudidos simultáneamente para que se

acostumbraran al movimiento. Aludió a la gravedad del llamado trauma de la

decantación y enumeró las precauciones que se tomaban para reducir al mínimo,

mediante el adecuado entrenamiento del embrión envasado, tan peligroso shock. Les

habló de las pruebas de sexo llevadas a cabo en los alrededores del metro doscientos.

Explicó el sistema de etiquetaje: una T para los varones, un círculo para las hembras, y

un signo de interrogación negro sobre fondo blanco para los destinados a

hermafroditas.

—Porque, desde luego —dijo Mr. Foster—, en la gran mayoría de los casos la

fecundidad no es más que un estorbo. Un solo ovario fértil de cada mil doscientos

bastaría para nuestros propósitos. Pero queremos poder elegir a placer. Y, desde luego,

conviene siempre dejar un buen margen de seguridad. Por esto permitimos que hasta un

treinta por ciento de embriones hembra se desarrollen normalmente. A los demás les

administramos una dosis de hormona sexual femenina cada veinticuatro metros durante

lo que les queda de trayecto. Resultado: son decantados como hermafroditas,

completamente normales en su estructura, excepto —tuvo que reconocer— que

...

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