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Urbanizacion


Enviado por   •  15 de Marzo de 2014  •  2.030 Palabras (9 Páginas)  •  323 Visitas

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Urbanización en Honduras

Los países tercermundistas, Honduras entre ellos, han estado experimentando desde hace varias décadas una fuerte migración interna poblacional del campo hacia la ciudad.

Las causas más evidentes son muy conocidas:

a) Existen esperanzas de mejores perspectivas de vida en la ciudad.

b) Más facilidades para adquirir una educación, tanto para los padres como para los hijos.

c) Más oportunidades de trabajo y mejores ingresos económicos.

ch) Las masas rurales son atraídas por el espejismo inducido a través del cine, la radio, la televisión, las revistas consumistas, que aguijonean al hombre o mujer incautos a buscar rápidamente una vida muelle, ostentosa y regalada, elegante y cómoda; en fin, un espejismo que sólo muestra triunfos y riquezas y la meta de una vida dorada que nunca llega.

EL PANORAMA DEL SER HUMANO RURAL EN HONDURAS

La población rural hondureña es mayor que la urbana, el 63%, o sea 3,15 millones de personas que viven en el campo, las aldeas, los caseríos, pueblos y comunidades interioranas de todo el país.

Esta población apenas puede asistir a la escuela rural, recibir alguna asistencia médica, trabajar como peón en las faenas del campo, o en las labores agrícolas familiares(1).

1.- En el estrato rural campesino se pueden detectar varios niveles de estatus social desde el punto de vista económico. En primer lugar está el ganadero próspero que todavía no ha dejado su estatus de campesino y vive sin las comodidades que sus ingresos económicos le permitirían; tiene poca educación y sus hijos—algunos— logran estudiar en la ciudad populosa más próxima.

En segundo lugar se encuentra el campesino que vive de su parcela o de su participación en la cooperativa agropecuaria y recibe ingresos estacionales según los tiempos de cosecha o venta de ganado. Este campesino tiene como habitación una casa de adobe, o de bahareque, con techo de cinc, teja o manaca. Los hijos —generalmente numerosos— apenas logran estudiar los tres primeros grados de primaria en la escuela rural que tradicionalmente imparte clases con mucha deficiencia y mala calidad.

En tercer lugar, está el campesino asalariado, que ofrece su fuerza de trabajo al ganadero, al granjero, la cooperativa o al gran terrateniente individual o empresa agrícola nacional o trasnacional.

En cuarto lugar, se encuentra al paria campesino que no tiene tierra, ni trabajo, ni pertenece a ninguna agrupación campesina y vive en una chocita hecha de rajas de madera, techo de manaca, a la vía de los caminos o áreas rurales marginadas, generalmente obtiene su alimentación de la caza, la pesca o pequeños hurtos de cosechas, ganado menor o trabajos ocasionales.

¿QUE ENCUENTRA EL HOMBRE DEL CAMPO EN LA CIUDAD?

En la búsqueda de una vida mejor para él y su familia, el ser humano del campo se encuentra con problemas socioculturales y económicos diferentes y profundos. Esa masa migratoria nacional intestina se encuentra con los famosos cinturones de miseria radicados en los suburbios aledaños de la ciudad.

Los suburbios son barracas, chozas, pocilgas, cuchitriles construidos con desperdicios de madera, cartón, cinc, náilon, etc. Se erigen, de la noche a la mañana, sin plan ni orden, en los lugares menos pensados de las afueras o lotes baldíos internos de la ciudad. No cuentan con alcantarillado, agua potable ni luz eléctrica.

Las villas miseria son ciudadelas cuasi medievales donde el crimen, la prostitución, el alcoholismo, el vicio, la lipidia, las enfermedades, la insalubridad, el analfabetismo, la drogadicción y el hacinamiento marchan de la mano hacia un futuro no muy halagüeño.

El hombre rural una vez instalado en la villa miseria, aunque vive casi en la urbe y parece disfrutar de las comodidades y servicios —así lo ve desde lejos el hombre rural que no ha emigrado aún— que ofrece la ciudad. No todos tienen un verdadero acceso a la educación primaria y secundaria, ni mucho menos a la universitaria.

Obtiene trabajo en las fábricas e industrias como peón u operario semicalificado. Sus ingresos económicos aunque aparentemente son más altos que el ingreso rural, en realidad es muy bajo si se considera con su ingreso real.

Este ambiente de recibir ingresos inadecuados impulsa al hombre rural recientemente emigrado a buscar ingresos adicionales en otras fuentes de trabajo, ya sea honrado o ilegal, inmoral o perverso, criminal u honesto.

¡DEBE HABER UNA MANERA MEJOR Y MAS JUSTA!

Es claro que la solución de este grave problema social consiste en llevar al área rural las condiciones que existen o se piensan instalar en la ciudad.

Si el área rural contase en todas sus aldeas, pueblos y caseríos, con los suficientes medios de comunicación terrestre y telecomunicativos; con los centros de salud equipados con medicinas modernas y criollas naturales, médicos, paramédicos y curanderos reconocidos; con escuelas y colegios artesanales, técnicos y vocacionales; con energía abundante; con facilidades crediticias para la micro y pequeña industrias (artesanal y de trasformación); pudiera ocurrir que estas actividades fuesen predominio del área rural, ya que tendría menos costos de operación debido a la vida más barata que disfruta la aldea y el pueblo interiorano hondureño.

Al hacerse eso, la migración interna cesaría, pues el bienestar —por ahora ilusorio— que se busca en la ciudad estaría también en el campo.

La actividad de los políticos en Honduras se ha deformado tanto que sólo piensan en la actividad política per se y se olvidan del rol mayor de la política. Por ello vemos que el centro político nacional: Tegucigalpa, es una verdadera olla de grillos; olvidan las propias necesidades de la ciudad y de sus pobladores. Comienza a notarse un éxodo callado de capitalinos o allegados a esa ciudad desde hace algún tiempo hacia San Pedro Sula, donde la libre empresa con la actividad de las zonas maquileras de Choloma, Villanueva y Puerto Cortés están logrando mejorar los ingresos de la masa obrera.

Las ciudades que sufren la migración interna son incapaces de solucionar todas las necesidades de servicios básicos de los nuevos pobladores marginales que no tributan, en su mayoría, pero exigen se les cumpla con dichas necesidades.

Desde principios de los años 80 se nota un interés nacional —en realidad promovido por el AID6— de extender la infraestructura básica por casi todo el país. Ya en el 92, se pudo apreciar que las zonas de mayor potencial agropecuario, económico y agroindustrial en el corredor privilegiado

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