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Análisis Vacas, Cerdos, Guerras Y Brujas De Marvin Harris


Enviado por   •  11 de Septiembre de 2013  •  3.588 Palabras (15 Páginas)  •  1.584 Visitas

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Análisis del libro de Marvin Harris “Vacas, cerdos, guerras y brujas.”

Javiera Montecinos

El libro al cual nos referimos habla sobre las creencias y tabúes del mundo que podrían tomarse como “irracionales” a los ojos del mundo occidental, tomando las etnias analizadas en el texto como representación de esto. El autor parte de la base de que la sociedad está ciega a comprender las causas de la vida social de culturas diferentes y que esa respuesta es producida por una falta de estudios y poca sensibilidad ante las costumbres, aparentemente ilógicas, del resto del mundo; proponiendo como objetivo de esta obra dar soluciones probables y razonables, no una verdad absoluta.

Empezando con el primer capítulo, nos encontramos en la India y leyendo una de sus más conocidas creencias: El amor a la madre vaca. Para el hombre y la mujer hindú, la vaca cebú representa todo lo que está vivo, es la mismísima madre de la vida y matarlas es un sacrilegio. Pero tiene su lado negativo, ya que se considera este culto como uno de los factores económicos pujantes hacia la pobreza debido a la gran cantidad de vacas improductivas y los gastos que el gobierno debe tener por ellas, como asilos en los que se puede dejar al animal seco para que sean cuidados, tomando en cuenta que en realidad esta vaca produce muy poca leche a lo largo del año. Además de esto nos encontramos con los sangrientos disturbios que se provocaban entre musulmanes e hindúes por el asunto del consumo de la vaca y el cerdo respectivamente, lo que demuestra los extremos a los que se puede llegar por defender un dogma y la intolerancia entre religiones.

Sin embargo esto es sólo la punta del iceberg, la adoración a la madre vaca tiene sus características positivas que no pueden negarse, como por ejemplo el variado uso de su boñiga, ya que esta es utilizada como combustible en las cocinas de la casa hindú e incluso combinada con agua se transforma en un material liso y duro que funciona como suelo, ambos rasgos se adecúan perfectamente a la vida de la familia promedio en India. Se habla mucho también de que la vaca consume plantas o cultivos destinados originalmente para el consumo humano, pero la verdad es que la mayoría de lo que este animal come es desperdicio; siguiendo con esta línea económica podríamos también mencionar que la vaca no es usada para el arado, si no que se utiliza el buey de agua, mucho más escaso y preciado entre la población agrícola de este país, por lo que se deduce que sin vaca, no hay una cría de buey y que sin esta no hay forma de entregar cosecha a estas familias que forman la mayoría de la población hindú. Por otro lado si se consumiera la vaca en forma masiva como en E.E.U.U, existiría de verdad una competencia por el producto agrícola, ya que conviene absorber calorías directamente de los cultivos que de la carne en sí. Al pensar en esto nos damos cuenta de que la abolición de este tabú traería más consecuencias para la población pobre que para la población minoritaria rica y que en realidad la India aprovecha mejor su ganado que las grandes potencias, no porque este produzca más, si no porque mantiene un delicado “equilibrio” al aprovechar al máximo lo que este produce.

Pasando a otras culturas nos encontramos con dos términos opuestos: la porcofobia y la porcofilia. Comenzando con el primer término, el odio al cerdo es una creencia compartida por judíos y musulmanes; en el caso de los judíos, Harris plantea el hecho de que los hebreos solían ser pastores nómadas de cabras, ovejas y vacas, y que la prohibición de los cerdos sería debido a que no sólo solía ser un competidor alimenticio para el hombre, si no que su condición de animal oriundo de lugares más cercanos al bosque fresco que de zonas áridas, representaría una amenaza ecológica en estos lugares deforestados donde un rumiante se adapta mejor; sin mencionar de que su poca resistencia a altas temperaturas lo hacen tener que usar sus excrementos para refrescarse, lo que le da su fama de animal “sucio” y poco saludable para el consumo humano, además de no producir leche y comer lo mismo de lo que su dueño podría sobrevivir. Por el lado musulmán, donde también existía una rica producción de ganado de cabras, ovejas y vacas, el consumo de animales que no produjeran leche, principalmente el cerdo, se consideraba un lujo que costaba la ecología y la economía de la población, la cual iba en crecida. Aunque la cría de cerdos es una desventaja en el Oriente Medio, su carne es suculenta y apreciada, por lo mismo a mayor tentación, mayor es necesaria una prohibición divina para que esta sea respetada y se mantenga el equilibrio entre el pueblo. Aclaradas ya ambas prohibiciones, cabe preguntar el por qué esta continúa hasta el presente si ya no existen esas mismas condiciones. La razón recaería en que estos tabúes pasaron a ser más un símbolo distintivo que los hace diferentes a las otras comunidades y los identifica en su modo de vida.

Por el lado contrario se encuentra la porcofilia, que es el estado de completa comunidad entre el cerdo y el hombre, que incluye convivir con el animal como un miembro más de la familia, llorarlo en enfermedad, dormir con ellos y darles la mejor parte del alimento, pero que también conlleva el sacrificio de este en un ritual especial, realizado aproximadamente cada doce años, en el que se consumen todos los cerdos en el afán de llegar a la máxima demostración de adoración en la cual la carne y espíritu del cerdo se una a la del anfitrión y, por lo tanto, a la de los antepasados. Estas costumbres forman parte del modo de vida de la tribu Maring, ubicada en Nueva Guinea, que celebra este festín unos pocos meses antes de combatir contra los clanes vecinos; los cerdos sobrantes se comen durante el tiempo de lucha y cuando estos se terminan se ven en la obligación de entablar una tregua para obtener el favor de los ancestros, plantando un pequeño árbol, llamado rubim, en el cual todos los varones ponen su mano en presencia de un mago, que jura a las generaciones pasadas que no se iniciará guerra hasta que este caiga; ese momento sería cuando se han criado nuevamente la cantidad de cerdos necesarios para la ceremonia, se tala el árbol y se inicia un nuevo combate. Este ciclo ajusta la población animal y humana de la tribu; la cría de cerdos puede durar muchos años, trabajo que recae en las mujeres que mantienen también a los hombres y niños con un sistema de cultivo tradicional, tarea que implica un enorme esfuerzo y una disminución en la seguridad de todo el clan, el cual se distancia para dar más espacio a los animales, factores que producen discusiones entre hombres y mujeres; motivados por esto, se inspecciona nuevamente el rubim de la tregua, la cantidad de cerdos y se termina por decidir que es hora de una nueva celebración. Este rumbo de vida es para mantener un número limitado de cerdos, de manera que no comiencen a consumir todo el alimento de la tribu y la ingestión de proteínas para el hombre no disminuya tan drásticamente, además de poder ofrecer a los clanes aliados parte del festín y asegurar su lealtad en tiempos de batalla, relacionando así la crianza de este animal con su futuro éxito.

La “guerra primitiva”, la cual Harris plantea como un método de control la población, puede comprenderse cuando se entabla la relación entre combate y el acercamiento a la falta de alimento o al exceso de consumo de recursos, es decir, cuando aparecen este tipo de problemas los varones de la tribu deciden ir a combate (puede tomarse como ejemplo la celebración Maring cuando los cerdos afectan la vida del clan), sin mencionar que el factor de venganza entre clanes por algún daño motiva a tomar la decisión definitiva. Además de esto, la guerra promueve la preferencia de criar niños en vez de niñas, mucho más eficientes en combate visto de un punto de vista técnico; esta inclinación a controlar el número de mujeres y hombres debido a la guerra, es propuesta por el autor como un control de la población que es eficiente para la tribu. De esta manera da a entender de que si la guerra no es producida por un instinto homicida natural del hombre, los factores que la producen pueden cambiarse evitando así el acto bélico, aunque esto es difícil de aplicar en las guerras modernas.

El siguiente capítulo que puedo relacionar a este tema es el “macho salvaje”, el cual explica la supremacía del hombre en las tribus primitivas, tomando como ejemplificación de esto a una de las tribus más belicosas y machistas que existen en el mundo: Los Yanomano. Este clan ha sido estudiado por etnógrafos y antropólogos, y todos han visto una conducta violenta y claramente inclinada hacia el hombre, repudiando y viendo como inferior la imagen femenina; los varones de estos clanes practican la poliginia, los duelos entre ellos, la guerra constante y el maltrato a la mujer en varias formas. Si la esposa no cumple rápido y eficazmente los deseos del marido, arriesga un castigo físico brutal que puede llegar hasta el asesinato en algunos casos; sin embargo para sorpresa de los estudiosos, las mujeres comparan entre ellas las cicatrices que poseen y creando la relación que entre más magullones presenten entonces más debe quererla su esposo. No conciben un mundo en el que no exista este tipo de abuso.

El macho primitivo suele ser en lo extremo violento y exhibe con orgullo las marcas de batalla en su cuerpo; este tipo de lucha puede darse generalmente por actos de venganza o descontentos, tanto reales como imaginarios, y los duelos pueden darse no sólo con clanes vecinos sino que también con miembros de la tribu entre sí. Las batallas entre clanes se dan para capturar mujeres y unirlas en matrimonio con guerreros del grupo vencedor, lo que pone en duda por qué el odio hacia la mujer si supuestamente es ella la causa de tanta lucha. El autor dice que el hecho de que un solo hombre posea múltiples parejas, causa frustración entre los miembros más jóvenes, por lo que se debe optar por el adulterio con una esposa ajena o la batalla para conseguirlas. A pesar de esta escasez de mujeres, se practica el infanticidio femenino y la crianza preferente de un niño agresivo como primogénito, los padres incluso sienten regocijo cuando su hijo de 4 años los abofetea en la cara. Pero esto no parece ser una explicación suficiente para Harris, que plantea que las madres se dirigen al bosque, completamente solas, para parir y que en ellas reside el poder de criar una población femenina mayoritaria. Entonces ¿por qué no evitan una vida de sufrimiento al consentir la educación de una niña dominante? La tribu de los yanomano es nómada; se trasladan constantemente porque deben buscar sectores en los que puedan cazar debido a la poca ingesta de proteínas; como las mujeres no poseen los conocimientos de las armas, sólo los hombres son los encargados de esta actividad por lo que es crucial para ellas criar niños agresivos. Mayor población varonil, mejor cacería para toda la tribu.

En el siguiente capítulo se refiere al Potlach, una tradición de la antigua tribu india kwakiutl que consistía en un festín y una entrega de opulentos regalos para el jefe y los seguidores del clan enemigo; el objetivo de esto era demostrar el derecho de poseer un alto status social y una producción exitosa. El jefe enemigo, indignado, desprecia los regalos y promete realizar un potlach aún más ostentoso que el ofrecido. Este ritual demanda un esfuerzo intenso para acumular riqueza, trabajar y producir más la tierra, además de asegurar que la productividad no se reducirá al punto de una crisis, creando una expectativa económica. En un principio la idea original era transmitir riquezas al grupo más pobre, pero esto se fue perdiendo con la llegada del hombre europeo y las ganancias económicas consecuentes, terminando como una técnica para atraer poblado a las zonas más áridas. Sin embargo el trabajo pesado le correspondían a los seguidores, lo que según Harris, llevaría al siguiente paso de los reyes hereditarios, que no trabajaban y se quedaban con lo mejor, pero antes de los jefes habría una sociedad igualitaria sin fines de competitividad, en la que habría reciprocidad y en la que el regalo es algo habitual y natural entre sus miembros. El problema aquí es la poca creación de un excedente y es a causa de esto que se inicia la redistribución.

Viajando nuevamente a Nueva Guinea, se encuentra el “cargo” fantasma. Cuando los europeos llegaron a colonizar las tierras de las tribus primitivas, hacían regalos y mantenían su credibilidad usando sólo este método, comenzando así la creencia del cargo, que es la espera de aviones o barcos que traen a sus antepasados y una mejora a la vida global de los nativos. Los profetas del “cargo” dicen que la riqueza traída por el hombre blanco es fabricada en lugares lejanos y usando medios sobrenaturales. Según Harris esta creencia es producto de la lucha por los recursos naturales y humanos, al igual que en otros pueblos se lucha para devolver a la cultura invasora de vuelta a su lugar de origen; aunque es una causa destinada al fracaso debido a la poca igualdad entre las fuerzas. Por esto decidieron adecuarse al sistema impuesto, pero interpretando la religión cristiana a su forma y exigiendo una retribución por el trabajo realizado para el hombre blanco. Lo que ellos no sabían era que el conquistador europeo no sentía ninguna obligación de repartir las riquezas que los mismos oriundos producían, veían pero no disfrutaban. Y ese era el secreto del “cargo”.

Retrocediendo en el tiempo, se analiza el inicio del término “mesías”. En el tiempo del rey David, se creía que mantenía una relación directa con Yahvé, por lo que se asocia el origen de la palabra mesías con la persona que tiene cercanía a la santidad o al poder de lo sagrado, además su elevación desde el puesto militar era el ejemplo ideal de la percepción militar-mesiánica judía. Sin embargo el imperio de David se desmoronó poco después de su muerte y el pueblo judío sometido a esclavitud por varias generaciones; esto se interpretó como consecuencia de no cumplir con las leyes sagradas y dejarse tentar por la práctica de rituales herejes y figuras de dioses falsos. La llegada de alguien divino que liberara al pueblo comenzó a profetizarse y los primeros guerrilleros que comenzaron a rebelarse contra el imperio romano aparecieron, primero como ladrones o bandidos (lestai) y luego reconocidos por el celo con la ley judía (zelotes); estas personas creían en el poder mesiánico e incluso se podrían identificar varios líderes de este tipo, sin contar a Jesús y Juan Bautista. La guerra contra Roma fue provocada por las desigualdades y sus razones eran mundanas, aunque la pantalla pública era religiosa. Las decisiones tomadas en este tipo de revoluciones suelen ser tan desesperadas que vale la pena aplicarlas en nombre de derrotar al opresor. Por esto la aparición de un Mesías pacífico parece equívoca en el contexto histórico en que se expica y esto es lo que se plantea en el siguiente capítulo: “El secreto del príncipe de la paz”.

La duda respecto a la aparición cronológica de Jesús podría aclararse si se acepta la idea de que en realidad no era un mesías tan pacífico como popularmente se cree, incluso varios evangelios dicen que dos de sus discípulos tenían apodos para combatientes (Simón, el zelote y Judas Iscariote, similar al término “sicarri” usado para denominar a los asesinos de romanos), el resto poseía apodos militares y que durante la detención de Jesús opusieron resistencia y cargaban con espadas. También dice que sus enseñanzas no podrían estar tan desligadas de la creencia judía debido a la estrecha relación de similitudes que compartía con Juan Bautista, que es una imagen mucho más cercana y certera del mesías pacífico anunciado. Aparte de esto llama mucho la atención el hecho de que fuese crucificado con dos zelotes más y poniendo en cuestionamiento si no fue más que una demostración de los tipos de tortura romana, ya que para los creyentes no era posible que un Mesías hijo de Dios se dejase crucificar.

Al respecto, Harris plantea la posibilidad de una manipulación de los evangelios, para que estos fueran dirigidos a la descripción del personaje pacífico esperado. Esta figura no se perfeccionaría hasta que Pablo sentara las bases para el culto del mesianismo pacífico, predicando frente a millones de judíos exiliados del imperio romano, lo que provocaría enfrentamientos en la comunidad de Jerusalén, la cual creía que Pablo beneficiaba a los no judíos e infringía las leyes sagradas. El cristianismo pudo ser predominante cuando la iglesia judía perdió su poder; esta nueva creencia era para los grupos desplazados y no para el campesino romano. En el momento en que Constantino y su imperio romano se convirtieron, el Mesías romano presidiría la muerte de un sinnúmero de soldados cristianos y de sus enemigos.

Llegando a la parte final, vemos que el libro concluye con la última temática, la cual se divide en tres capítulos más. En el primero nombrado “Escobas y Aquelarres”, el autor plantea la popular práctica de cazar brujas entre los siglos XV y XVII; antes del año 1000 se negaba la existencia de hechiceras y nadie denunciaba si llegaba a ver un vecino hablando con el mismo diablo, sin embargo desde el año 1480 la iglesia prohibió no creer en ellas, lo que coincidía con la autorización de la tortura para perseguir a grupos eclesiásticos independientes, como los cántaros (o albigenses) en el sur de Francia. Para combatir esto la iglesia creó la inquisición, un poder paramilitar cuya única función era extirpar la herejía. Aunque en un principio su preocupación no era dirigida exclusivamente a las brujas, con el tiempo se convirtieron en la prioridad de esta agrupación e incluso anunciaban el desarrollo de una bruja que podía volar. En el año 1488 Roma autoriza a los inquisidores de actuar y usar métodos de tortura contra los acusados de brujería. Se comprobó que las brujas se relacionaban con el uso de “ungüentos mágicos”, ahora se sabe que eran ungüentos a base de una sustancia alucinógena, que se absorbía por la piel y causaba sueños muy vívidos a quienes los usaban; debido a esto la gente acusada de concurrir a aquelarres o volar en escoba, terminaba por confesar o decir nombres de otras personas durante la tortura, ya que este alucinógeno los hacía pensar que realmente había pasado de lo que se les acusaba.

Siguiendo con esta línea de ideas, pasamos al capítulo siguiente: “La gran locura de las brujas”. Durante los siglos XIII y XVII, existían muchos levantamientos militares mesiánicos que iban en contra del poder ostentado por la clase gobernante y su monopolio de riqueza. La caída del feudalismo y el nacimiento de monarquías nacionales provocaron que se optara por la optimización de los recursos, cambiando así la relación entre burgueses y subordinados. Un ejemplo de estas rebeliones fue Joaquín de Fiore, el cual profetizaba la llegada del Señor y la división del mundo en tres etapas: La etapa del Padre, la etapa del Hijo y la etapa del Espíritu Santo en la que el hombre podría vivir solo por su espiritualidad. Sus seguidores hicieron de esto un culto fuerte que se separaba de la iglesia Católica y ninguneaba la santidad del Papa, tras varios profetas que pertenecían a esta muchedumbre de creyentes y batallas contra los pecadores, se terminó por dividirse en varios grupos que hicieron su asiduo de practicantes y forjaron sus religiones, todo esto culminando con la reforma. ¿Cómo se relaciona esto con las brujas? Hay quienes afirman que las brujas también era una revolución social, sin embargo Harris no piensa igual. El autor plantea que se debe examinar la consecuencia terrenal de la creencia en brujería; más que un acto deliberado, era una manipulación del temor del pueblo hacia la imagen de poder de la iglesia, así el pueblo le temía a una fuerza sobrenatural y satánica que podría dominarlos, en vez de sentirse temerosos al dominio de sus gobernantes religiosos.

Finalmente concluye este tema con el capítulo “El retorno de la brujas”, en el cual expone la visión de una bruja moderna, a la que no se teme ni se desprecia a diferencia de la visión de una bruja medieval. Explica que en nuestros tiempos reaparece esta creencia de poder dominar la vida a través de los poderes sobrenaturales, pero vistos de una forma mucho más cercana y natural, impidiendo la prioridad del materialismo y los aspectos racionales a lo largo de nuestra existencia.

Al realizar una valoración personal del libro, nos podemos dar cuenta que más allá del tabú y la creencia ajena como algo irracional, es importante para crearnos una identidad única que nos diferencia del resto del mundo; de esta forma comprendemos que la ignorancia es un obstáculo en el estudio de las ciencias sociales y que esta visión holística de la humanidad que integra otras culturas es importante para desarrollar en las mentes más jóvenes un pensamiento tolerante, comprensivo y crítico hacia otras etnias.

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