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Analisis De Las Redondillas


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2013  •  1.017 Palabras (5 Páginas)  •  1.339 Visitas

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ANALISIS DE LAS REDONDILLAS – SOR JUANA INES DE LA CRUZ

El poema trata de una sátira, reclamo o crítica hacia los hombres que culpan a la mujer seducida por acceder a sus pasiones sin darse cuenta de que la mitad de la culpa es de ellos. Los hombres, según el poema, toman a la mujer por fácil si se porta como Thais, y la tratan de cruel si no les corresponde: como Lucrecia lo hubiera hecho si se hubiese dado cuenta de que se acostaba, con la luz apagada, no con su marido sino con Sexto Tarquino.

Desde la primera estrofa, se hace evidente la sin razón masculina de la que habla todo el poema. Se toma al hombre como la causa del efecto, es decir, que el comportamiento de la mujer seducida se debe a los cortejos masculinos. De este modo, se permite entrever en las líneas de Sor Juana Inés de la Cruz una dualidad: un problema que obedece a lo pasional, asumido desde un punto de vista racional y moralista. Dice el poema que el hombre quiere que la mujer sea decente, pero que trata e insiste para que acceda a sus deseos. Más adelante retoma el tema: Y después de hacerlas malas/las queréis hallar muy buenas. A partir de ahí, por medio de antítesis, se evidencia la sin razón del hombre novohispano: se opone al rechazo de la mujer que seduce, pero la culpa porque accede a sus deseos:

Combatís su resistencia

Y luego, con gravedad,

Decís que fue liviandad

Lo que hizo la diligencia.

También, teniendo correspondencia o indiferencia de la mujer, el resultado siempre será negativo: o burla o queja:

Con el favor y desdén

Tenéis condición igual

Quejándoos si os tratan mal

Burlándoos si os quieren bien.

El poema ubica a los hombres en el círculo de la ilógica. No están contentos ni con Thais ni con Lucrecia, porque a una la culpan por fácil; a la otra, por cruel. Una culpa que, al final de cuentas, es compartida. El Yo poético no comprende cuál es la mujer que el hombre quiere:

¿Pues cómo ha de estar templada

La que vuestro amor pretende

Si la que es ingrata ofende

Y la que es fácil enfada?

Sin embargo, a esto encuentra solución poniéndoles a elegir entre imperativos: queredlas cual las hacéis/ o hacedlas cual las buscáis.

En las últimas estrofas del poema, el Yo poético se dirige a l hombre novohispano para decirle que la culpa no es solo de las mujeres, sino que también es suya, pues como se culpa a la prostituta de pecadora, también se culpa de pecador al que con ella se acuesta, y así la culpa queda dividida, y ninguno es menos culpable que el otro. Este es un ejemplo que se equipara a lo dicho en todo el poema: el hombre culpa a la mujer sin darse cuenta de que la mitad de la culpa es suya. El problema radica en que es el hombre el que conquista, y por ende, parte de él la culpa.

Antes de concluir el poema comparando al hombre, en promesas y súplicas, con el pecado espacial y corporal, que lo caracteriza como

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