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CUENTOS DE RAFAEL POMBO


Enviado por   •  23 de Octubre de 2014  •  Síntesis  •  4.663 Palabras (19 Páginas)  •  292 Visitas

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1 CUENTOS DE RAFAEL POMBO

LA POBRE VIEJECITA

Érase una viejecita sin nadita que comer sino carnes, frutas, dulces, tortas, huevos, pan y pez. Bebía caldo, chocolate, leche, vino, té y café, y la pobre no encontraba qué comer ni qué beber.

Y esta vieja no tenía ni un ranchito en qué vivir fuera de una casa grande con su huerta y su jardín. Nadie, nadie la cuidaba sino Andrés y Juan y Gil y ocho criadas y dos pajes de librea y corbatín.

Nunca tuvo en qué sentarse sino sillas y sofás con banquitos y cojines y resorte al espaldar. Ni otra cama que una grande más dorada que un altar, con colchón de blanda pluma, mucha seda y mucho holán.

Y esta pobre viejecita cada año hasta su fin, tuvo un año más de vieja y uno menos que vivir. Y al mirarse en el espejo la espantaba siempre allí otra vieja de antiparras, papalina y peluquín.

Y esta pobre viejecita no tenía qué vestir sino trajes de mil cortes y de telas mil y mil.

Y a no ser por sus zapatos chanclas, botas y escarpín, descalcita por el suelo anduviera la infeliz.

Apetito nunca tuvo acabando de comer, ni gozó salud completa cuando no se hallaba bien. Se murió de mal de arrugas, ya encorvada como un 3, y jamás volvió a quejarse ni de hambre ni de sed. Y esta pobre viejecita al morir no dejó más que onzas, joyas, tierras, casas, ocho gatos y un turpial.

Duerma en paz, y Dios permita que logremos disfrutar las pobrezas de esta pobre Y morir del mismo mal.

PASTORCITA

Pastorcita perdió sus ovejas, y ¡quien sabe por donde andarán¡

No te enfades, que oyeron tus quejas y ellas mismas bien pronto vendrán. Y no vendrán solas, que traerán sus colas, y ovejas y colas gran fiesta darán.

Pastorcita se queda dormida y soñando las oye balar, se despierta y las llama enseguida: ¡ovejitas, vengan ovejas¡, y engañada se tiende a llorar.

No llores, Pastora, que niña que llora bien pronto la oímos reír y cantar.

Levantose contenta, esperando que ha de verlas bien presto quizás, y las vio, mas dio un grito observando que dejaron sus colas atrás: ¡Ay, mis ovejitas, pobres raboncitas¡ ¿Dónde están mis colas? ¿No las veré más?

Pero andando por todo el rebaño, otro grito una tarde soltó, cuando un gajo de un viejo castaño cargadito de colas halló. Secándose al viento, dos, tres, hasta cien, allí una tras otra colgadas las vio.

Dio un suspiro y un golpe en la frente, y ensayó cuanto pudo inventar, miel, costura, variado ingrediente, para tanto rabón remendar.

Busco la colita de cada ovejita y al verlas como antes se puso a bailar.

2. LEYENDA CALLE BONITA

La calle bonita

Tenemos que echar la vista atrás, varios siglos, para encontrarnos con esta leyenda. Estamos en la época en la que los IBAGUEREÑOS, eran felices con ver mujeres hermosas en esta calle llamada así por dicho suceso CALLE BONITA En aquel entonces, había una joven muchacha llamada Catalina, una mujer guapa, simpática y alegre, que era conocida en toda la ciudad. Catalina tenía buena fama y era conocida como la india no por ser fea precisamente, por lo bien que se desenvolvía con dicha belleza

Vivía en una pequeñ casa cerca de la actual calle bonita. En esta casa, Catalina tenía una pequeña ventana, por la que apenas podía asomar su bonita cara. Esta joven, cada vez que podía, se asomaba por la ventanilla, para que todo aquel que pasara por la calle pudiera ver su bello rostro.

Los hombres hacían cola para ver la cara de la hermosa joven, y sus mujeres les arengaban cuando llegaban a casa, diciéndoles que si habían sido “catalindiados”, que acabó siendo un sinónimo de infidelidad en aquella época, algo así como un dicho ibaguereño.

llegó el día en el que Catalina murió, aunque no se sabe muy bien cómo (se sabe que había mujeres celosas que atentaron varias veces contra su vida). Por su parte, algunos hombres entraron en la casa para ver si la india catalina seguía allí, en un intento por no querer asumir la muerte del rostro más bello que jamás habían visto.

Pero lo cierto es que aquellos intrépidos que entraron en la derruida casa de Catalina, jamás volvieron a salir de ella. Uno de los hechos más notables desde entonces es la presencia del fantasma de la india, que cada noche se asomaba a la Ventanilla.

De este modo, la leyenda cuenta que aquel lugar se le conocía como la calle bonita por la hermosa mujer de la Ventanilla, en honor a la guapa Catalina. Esta calle todavía existe y hoy es llamada calle bonita, fue creada una plazoleta a dicha india donde su hermosa figura, fue construida por muchos hombres que no quisieron olvidarse de la muchacha de la ventanilla.

3. Fábula de la lechera

La hija de un granjero llevaba un recipiente lleno de leche a vender al pueblo, y empezó a hacer planes futuros:

- Cuando venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos, descartando los que no nazcan, me darán al menos doscientos pollos.

Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas.

Cuando esté en el baile todos los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré uno a uno.

Pero en ese momento tropezó con una piedra, cayendo junto con la vasija de leche al suelo, regando su contenido.

Y así todos sus planes acabaron en un instante.

MORALEJA:

No seas ambiciosa de mejor y más próspera fortuna, que vivirás ansiosa sin que pueda saciarte cosa alguna. No anheles impaciente el bien futuro, mira que ni el presente está seguro.

4. FABULAS

LA TORTUGA Y EL ÁGUILA

Una tortuga que se recreaba al sol, se quejaba a las aves marinas de su triste destino, y de que nadie le había querido enseñar a volar.

Un águila que paseaba a la deriva por ahí, oyó su lamento y le preguntó con qué le pagaba si ella la alzaba y la llevaba por los aires.

- Te daré – dijo – todas las riquezas del Mar Rojo.

- Entonces te enseñaré al volar – replicó el águila.

Y tomándola por los pies la llevó casi hasta las nubes, y soltándola de pronto, la dejó ir, cayendo la pobre tortuga en una soberbia montaña, haciéndose añicos su coraza. Al verse moribunda, la tortuga exclamó:

- Renegué de mi suerte natural. ¿Qué tengo yo que ver con vientos y nubes, cuando con dificultad apenas me muevo sobre la tierra?

Moraleja: Si fácilmente adquiriéramos todo lo que deseamos, fácilmente llegaríamos a la desgracia.

EL AVARO Y EL ORO

Un avaro vendió todo lo que

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