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Cinta De Mobius


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2012  •  5.461 Palabras (22 Páginas)  •  468 Visitas

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LA BUSQUEDA DEL ESPACIO CONTINUO O

LA UTOPIA DE LA ARQUITECTURA MODERNA

Arqº. Alfredo Queirolo

Compilador: Arqº.CARLOS S. SANTIVAÑEZ SAMANIEGO.

ANTECEDENTES HISTORICOS:

Si observamos el panorama Europeo posterior a la revolución industrial, encontraremos una época de renovación y de replanteamiento de muchos de los valores que hasta ése momento se consideraban inamovibles. Por una parte el proceso de incipiente modernización ya había comenzado a generar nuevas búsquedas en el repertorio conceptual y formal del mundo. La difusión del idealismo y del criticismo, junto al racionalismo y al positivismo, que junto a los nuevos planteamientos sociales renovaron los conceptos del arte y de la ciencia, lograron definir aquello que ahora conocemos como “modernidad”. De modo tal que, para inicios del siglo XX, el modelo conceptual imperante sobre “el mundo” (tal cual había existido) había colapsado y se hacía necesaria una nueva interpretación del fenómeno al que denominábamos “realidad” para lograr ubicarnos dentro del mundo. Esta primera (des)composición del presente en muchos campos, empezaba a anunciar el albor de una nueva manera de “conceptualizar” el mundo, de interpretar el complejo universo denominado “cultura”. Esto es lo que en historia se conoce como “Modernidad” y -aunque han existido muchas “modernidades” a través de la historia (la caída del Imperio Romano, el Renacimiento, el medioevo, etc. han sido señaladas como tales) la del presente siglo se ha caracterizado por las siguientes dicotomías:

• La división entre el Mundo Real y el Mundo pensado: Abandonado el “pensamiento mágico” que imperaba hasta dicha época, teorías positivistas como la de Descartes empezaron a poner en tela de juicio el “significado” de la existencia, creando además el caldo de cultivo para que Darwin (con su teoría evolucionista) y Marx (con sus primeras teorías sobre la influencia de la sociedad y el sistema de intercambio de valores) terminaran por sepultar cualquier vestigio de “determinismo religioso” en la sociedad. De ahí en adelante el hombre “moderno” tuvo que plantearse un nuevo derrotero que lo guiara a sí mismo -desde su propia interpretación de la existencia- a definir no sólo el futuro sino su presente inmediato (lo filosófico).

• La ruptura entre el Ser y parecer: Las diferencias entre el contenido y el continente que son abordadas por los dadaístas, los surrealistas, los cubistas y los puristas al diferenciar en sus obras la apariencia del contenido hasta subvertir la representación (el significante) figurativa que hasta el momento imperaba, reemplazándolo por la visión “personal” del artista (lo estético)

• La escisión entre lo consciente y lo subconsciente: Los actos deliberados y los actos fallidos descubiertos y enunciados por Freud sepultaron los conceptos maniqueos del bien, del mal y de las asociaciones –hasta el momento existentes- entre falta y culpa. Se empezaron a deshacer las fronteras -hasta ese momento definidas entre- lo íntimo y lo colectivo (lo psíquico)

• La yuxtaposición entre lo público y lo privado: El comportamiento público y el comportamiento privado que hasta ese momento histórico contrastaban por la moral puritana, salieron a la luz al caer los sistemas represivos de censura social fijados por la tradición conservadora. Lo semipúblico se convirtió en los limbos destinados a compartir experiencias comunes (lo social)

• La homogenización entre “lo propio” y “lo ajeno”: Las hegemonía de la sociedad civil sobre el poder dejaron de clasificar a los miembros de la sociedad en estratos y esto, a su vez, logró que la identificación con lo colectivo otorgara una misma identidad a todos los individuos (lo político)

La sumatoria de estos cambios en la historia, que se habrían producido debido a las manifestaciones de la cultura (como conjunto de “representaciones colectivas” de la sociedad) condujeron finalmente a una nueva manera de ver el mundo: una escindida, dicotómica, dual. La lógica de la ciencia (incluso del propio positivismo científico) empezó a dividir el mundo en sus opuestos (por lo menos como “proposición tautológica”) aunque el propósito fuera siempre “integracionista”.

A los arquitectos les correspondió traducir estas condiciones históricas y elaborar un objeto, un espacio (arquitectónico pero también urbano) y un “proyecto” (en el más amplio sentido del término) acorde con la nueva concepción de la sociedad, del pensamiento y los objetivos sociales de la época. De hecho, la arquitectura (situada en una posición técnico-científica al mismo tiempo que estética-artística), representa un excelente laboratorio de ideas desde el cual “significar” los “sentidos intrínsecos de historia” o “zeitgeist”.

LA ARQUITECTURA MODERNA

“modernidad” como el establecimiento del “pasado” de un presente” o la concepción de “un” pasado desde “el” presente) ha llevado a historiadores, críticos y teóricos a muchísimas discusiones, muchas de éstas basadas únicamente en “categorías” antes que en una verdadera “concepción” de la “modernidad (en muchos libros se consigna a Gaudí, Loos o al propio Schinkel como arquitectos de la “modernidad” sin haber evaluado seriamente si las aproximaciones estaban enmarcadas dentro de dicho carácter).

Por lo tanto, habría que diferenciar la arquitectura “moderna” (los arquitectos anteriormente mencionados, más Sullivan, Wright, Horta, etc.) de la verdaderamente heroica o “temprana” (planteada por “de Stijl”, Mies o por Terragni y Le Corbusier) en que estos últimos “comprendieron” las aspiraciones de la sociedad y se dedicaron a establecer los legítimos –y nuevos-parámetros del desarrollo del “espacio”, al mismo tiempo que iban configurando la “imagen” de lo que la arquitectura moderna debía representar para convertirse en un espejo de la sociedad (en muchos de estos heroicos ejemplos, el arte se anticipó a la vida a diferencia de otras en que el arte sigue a la vida).

Dado que los arquitectos “proyectistas” (quienes han marcado finalmente el derrotero de la arquitectura a través de la historia) han sido los únicos encargados de resolver o “elaborar” en la práctica cada nueva etapa de la historia (o “modernidades”) mediante la mejor manera en la que podían hacerlo: mediante “hacer” arquitectura, muchas veces dichas aproximaciones o “teorías prácticas” (aunque la definición en sí suene contradictoria) han quedado flotando en una suerte de “limbo”

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