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ECONOMIA EN LA SOCIEDAD


Enviado por   •  27 de Noviembre de 2017  •  Ensayos  •  3.140 Palabras (13 Páginas)  •  221 Visitas

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El carácter manifiestamente plural de estas ciudades que habitamos puede caracterizarse entonces, como lo ha hecho ya la historia de la arquitectura y el urbanismo contemporáneos, como el producto de las condiciones particulares del desarrollo del sistema capitalista en el mundo. Es posible caracterizar a estos cambios como reunidos alrededor de tres mitos muy poderosos de Occidente: el grito libertario que se basaba en la idea de futuro, con la idea de una tierra prometida que sería el destino manifiesto de un pueblo; aquel mito que, sumergido en la honda memoria recordara al paraíso como el modelo sobre el cual basar a la nueva sociedad y la que, olvidándose del pasado y de los sueños, creyera en el ascenso del individuo como la única fuerza transformadora de la cultura.

La crisis que la Revolución Francesa desató en las estructuras de poder de la vieja Europa parece no haber sido posible sin una revolución paralela del pensamiento que estaba experimentando el mundo occidental. Como otro fenómeno de este final del siglo XVIII, se estaba gestando el movimiento de independencia de Estados Unidos, era ya una realidad que la legislación de las "dos repúblicas" de los dominios españoles de ultramar era inoperante y opresiva para los virreinatos de América, y se estaban fundando las bases de formas de producción radicalmente diferentes al artesanado. La tradición que inició en Rhode Island en 1632 con la fundación de la Amana Society, por Roger Williams y Anne Hutchinson, una comunidad autosuficiente en la producción de sus propios insumos y abierta religiosamente, ofreció la posibilidad de fundar núcleos urbanos basados en creencias religiosas ligadas a unas visiones de mundo que hacían necesario el plantear reformas radicales a la forma de vida del momento en que se estaban gestando. La visión social del capitalismo estadounidense, que influyó decisivamente en la adopción de las políticas de vivienda, educación y salud después de la Guerra Civil, aunque matizada por la experiencia socialista europea, estaría fuertemente marcada por una visión religiosa cristiana protestante. El modelo urbanístico que se planteó desde los inicios del siglo xix, la ciudad jardín, y que apoyaría programáticamente los esfuerzos de reforma urbana del movimiento city beautiful, profundamente apoyados en la idea de la ciudad como una obra de arte creada por los gobiernos nacionales, se enfrentaría a las largas luchas por la reivindicación del nivel de vida de las clases bajas. Los Estados nacionales plenamente consolidados en modelos de gobierno parlamentarios y democráticos y fundados en firmes ideales de justicia social, inauguraron los llamados "Estados de bienestar", que pretendían asumir la responsabilidad del beneficio de los programas sociales, como vivienda, educación y salud. La crisis del modelo de administración estatal del capitalismo liberal encontraba en estos Estados un contrapeso para su feroz expansión y explotación obrera. No obstante que estos modelos surgieran en naciones desarrolladas e industrializadas como Alemania en tiempos de Bismarck o Estados Unidos en los de Teddy Roosevelt, el beneficio de los programas de vivienda para obreros, por ejemplo, o los de los sistemas de seguridad social y salud, no se aplicaron allende sus fronteras.

Sin embargo, algunos modelos de equilibrio de la producción del capital con el crecimiento del nivel de vida fueron tomados en nuestras naciones y desarrollados con cierta efectividad. Así, aunque tardíamente, se empezaron a tomar modelos de desarrollo de vivienda que estaban directamente vinculados con las fábricas. Los experimentos sociales de Owen, Godin, Fourier o Pullman eran trasladados directamente a nuestros países por algunos industriales. Es correcto ligar las políticas sociales de los gobiernos latinoamericanos de esta época con las que el Departamento de Estado estadounidense consideraba como las correctas para ser implantadas por las naciones que caerían bajo su "tutela", es decir la América de la doctrina Monroe. Las más importantes agencias encargadas de edificar estos asentamientos serían en este periodo el Department of Transportation and Housing de la Emergency Fleet Corporation, la United States Housing Corporation del Department of Labor y el Ordinance Department. Así, el espíritu que rodeó a la edificación de estos asentamientos, aparentemente lejos de los ideales de justicia de los movimientos socialistas o de los programas religiosos y doctrinarios de las agrupaciones cristianas protestantes, la labor se centró en la más clara lógica fordista de producción ligada al incremento del capital y de la base productiva. En medio de estos cambios de visión del Estado con respecto a su función en la producción de las ciudades hay una serie de cambios en la visión de los habitantes mismos acerca de su papel en el mundo y de lo que deberá ser un lugar para vivir, que, igual que en las culturas que analizamos en el capítulo anterior, se manifestaron a través de imágenes y mitos que apoyaron y dieron sentido a esas ideas de mundo que estaban formulándose. Es muy interesante que los momentos mencionados se relacionen con imágenes muy poderosas de la religión y que sirvan de apoyo para poner en marcha movimientos sociales de una honda influencia en la historia y la cultura. La fuerza de la tradición urbana de las comunidades de granjeros protestantes estadounidenses que se desarrolló sobre la base de una nueva visión de las relaciones de los hombres con la producción y con la tierra, a la que me referí en la sección anterior, y que influyera hasta la actualidad en los discursos políticos e ideológicos de los gobiernos y algunos sectores de la población estadounidense, tal vez encontró un fuerte incentivo para su desarrollo en una imagen muy poderosa de la tradición religiosa de Occidente: la tierra prometida. La utopía renacentista, con su abundante producción de modelos ideales para la planificación de lugares habitados, su limpieza, su visión perfecta, ideal y su privilegio de la razón como atributo supremo del hombre, fue puesta en la realidad en este escenario histórico concreto. Las leyendas y las imágenes de la tierra prometida sintetizan muy bien el espíritu de este proceso. Una invasión urbana-marginal en Latinoamérica arranca con este grito desesperado por un Estado injusto y opresivo, por la falta de trabajo y de comida, por la pobreza más lacerante, por la desesperación de ver que los niños mueren, pero se fortalece en esta promesa de felicidad y bienestar. La imagen del líder comunitario se transforma entonces para la visión de los habitantes en la del profeta de los relatos bíblicos. Es el portador de la promesa y de la arenga que garantiza tierra a los sin techo. Esta visión se orienta hacia la acción colectiva, porque hace sobreentender a quienes les sueñan, que la ruta del pueblo de Moisés es la del bienestar de los hijos, no la propia. La materialización más inmediata de este mito está presente en la ciudad de los marginales, en los pobres urbanos. Nuestras clases medias, por el contrario, se animan más en la satisfacción propia, en una especie de presente eterno, que recurre a otros recursos para apoyar su visión de mundo. La tierra prometida es la constante construcción de nuestras ciudades y nuestras casas, es vivir siempre en una casa inacabada, es dejar las varillas de la obra siempre listas para recibir un cuarto más, es guardar los manteles finos y la vajilla buena para cuando esté lista la casa, para cuando tengamos algo mejor al revisar diversas tradiciones culturales, está presente en gran número de mitos alrededor del mundo. Implica en todos ellos una vuelta a un estado perfecto e inocente del hombre, cuando no había perdido la palabra con el Creador, cuando vivía de su cuidado paterno. Está implicada en la memoria. Está hecha del pasado remoto. Los movimientos ideológicos que en el siglo xix se comprometieron en esa crítica a lo establecido, como el socialismo, partieron de esa poderosa imagen del paraíso original. El romanticismo, que se fundamentaba en la nostalgia, exploró este recuerdo hondo de la cultura. Me parece que los movimientos de reivindicación de los pobres que desencadenaron estas ideologías tuvieron más que ver con la idea de un estado de bienestar perdido que con la esperanza de un futuro que pertenece al pueblo por herencia divina. Los movimientos conservadores del siglo xix tendieron a perpetuar el estado de cosas que les favorecían al alzarse como herederos de este antiguo derecho sobre el pasado. Las vanguardias artísticas parecen haber dado cuerpo a estas visiones conservadoras y nostálgicas que fueran desencadenadas por la visión roussoniana del "buen salvaje", porque situaron -ahora en el contexto del siglo xix, positivista y científico- el bienestar material muy lejos y en el pasado histórico. Así la pintura, por ejemplo, se regocijó con el retrato de estos mundos idílicos en Gauguin, el paraíso se trasladaba del antiguo y gastado Medio Oriente a los nuevos mundos, primitivos, salvajes e inexplorados. La crisis que desata en el hijo del gobernante la visión perturbadora del hambre y la desesperación en la que vivían los obreros y el encuentro con María, la heroína de la película, sólo puede compararse con el relato bíblico de la expulsión del paraíso, referencia que tal vez haya inspirado a Lang. Cuando esto ocurre, la transformación social ya no puede ser detenida. En una secuencia rápida de acontecimientos, se muestra a María como una reformadora social y profeta del cambio, que realizaba en secreto (y lo que es más significativo, en la clandestinidad) reuniones de disidentes planeando el nuevo mundo

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