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El Conde De Montecristo


Enviado por   •  9 de Junio de 2013  •  2.433 Palabras (10 Páginas)  •  374 Visitas

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el conde de montecristo

La novela empieza con Edmond Dantès volviendo a Marsella, donde se encuentra con su familia y sus amigos. Allí, el lector se entera de que es el primer oficial del barco, a punto de recibir una promoción de capitán, y también de que está a punto de casarse con una bella catalana, Mercédès.

Se revela que el anterior capitán, Leclére, que era un acérrimo defensor del ahora exiliado Emperador Napoleón, encomendó a Dantès en su lecho de muerte que entregara un paquete al gran mariscal Maréchal Bertrand, que se encontraba exiliado en la isla de Elba. Durante su visita, habló con el propio Napoleón, que le pidió que entregara una carta confidencial a un hombre en París.

Sin embargo, el inocente Dantès no se da cuenta de cómo afecta su fortuna a los que él considera sus amigos. Danglars, el jefe de cargamento que envidia la promoción de Edmond, y Fernand, que ama a Mercédès, pretenden acusar a Edmond como agente bonapartista; es enviado al procurador y magistrado Villefort. Aunque Villefort se convence enseguida de la inocencia de Edmond y está a punto de dejarlo en libertad, descubre que el destinatario no es otro que su propio padre, Noirtier, un importante bonapartista. Sin embargo, el hijo ha denunciado a su padre para mejorar sus relaciones con el actual régimen realista, y un resurgimiento de las especulaciones sobre su verdadera lealtad podría dañar irrevocablemente su carrera y evitar su inminente boda con una conocida familia aristócrata. Para enterrar este secreto, Villefort envía a Edmond a pudrirse indefinidamente en el infame Castillo de If.

Escape hacia la riqueza

Durante el encarcelamiento, Dantès comienza a perder el juicio lentamente. Empieza rezando a Dios por su liberación, pero sigue sufriendo año tras año, y al cabo intenta suicidarse por inanición. Sin embargo, cuando le ronda la muerte, recupera la voluntad para vivir al escuchar el sonido de otro prisionero cavando. Poco después se encuentra con el otro prisionero, el abate Faria, con quien forma una profunda amistad. Faria se convierte en su instructor en varios temas, desde la historia a las matemáticas, el lenguaje y la filosofía. Como resultado de sus conversaciones con Faria, Dantès empieza a juntar las piezas de la trama que le condenó a su penuria actual. Él y Faria trabajan durante largas horas en un túnel de escape, pero el viejo y enfermizo Faria no sobrevive para verlo terminado. Sabiéndose moribundo, Faria le confía a Dantès el escondite de un gran tesoro en la isleta de Montecristo. A continuación, Dantès se escapa mediante el sencillo recurso de ocupar el lugar del cuerpo de Faria, aunque está a punto de morir cuando los carceleros, en lugar de enterrar el cuerpo como él suponía, lo atan con pesadas cadenas y lo lanzan al mar por un barranco cercano.

Tras su escapada, Dantès, después de pasar tres meses entre contrabandistas, recupera el tesoro y se reinventa como el enigmático conde de Montecristo. Su larga estancia en prisión le ha cambiado físicamente, tanto que sus antiguos socios no le reconocen; mentalmente, dándole un conocimiento mucho más profundo y amplio; y socialmente, gracias al acceso a su gran riqueza. Sin embargo, quizás el mayor cambio es psicológico; de un joven idealista se ha convertido en un hombre sombrío e intenso, casi obsesionado con sus planes de hacer pagar tanto a los que le han hecho bien como a los que le han hecho mal.

Recompensas

Dantès regresa a Marsella para retomar contacto con sus seres queridos, pero sólo halla desesperación. Tomando distintas personalidades, desde un abate italiano a un banquero inglés, Edmond Dantès puede confirmar sus sospechas a través de Caderousse, al que visita disfrazado, fingiendo cumplir el último deseo de Edmond. De su antiguo vecino descubre que todos los que le traicionaron han triunfado en la vida; Fernand se ha convertido en un conde y par de Francia, Danglars en un barón y en el banquero más rico de París, y Villefort en la personificación de la justicia parisina como Procureur du Roi. Es más, Fernand se ha casado con Mercédès y tienen un hijo, Albert.

Mientras tanto, los amigos de Edmond han sufrido en manos del destino. Al principio de la novela, M. Morrel es el rico y amigable propietario de un negocio naval en alza. Pero durante el encarcelamiento de Edmond, Morrel sufrió una trágica serie de desventuras, y en el momento en el que Edmond regresa a Marsella no tienen nada más que a sus dos hijos, Julie y Maximilian, y unos cuantos criados leales. La compañía está al borde de la bancarrota, y Morrel piensa en suicidarse. Al descubrir esto, Dantès restituye anónimamente la fortuna de Morrel justo a tiempo, bajo el seudónimo de "Sinbad el marino".

Venganza

Diez años después de su viaje a Marsella, Dantès empieza su búsqueda de venganza, habiendo dedicado la década anterior preparándose física y mentalmente para las tareas que tenía planeadas. Resurge en Roma, donde se da a conocer brevemente a Franz d'Epinay y Albert de Morcerf. A continuación se traslada a París y se presenta en sociedad, convirtiéndose en la sensación de todo París. El conde contrae amistad y confianza con sus enemigos, y maquina la destrucción de cada uno de ellos.

Manipula a Danglars para que le dé un "crédito ilimitado" de seis millones de francos, y manipula la bolsa para destruir la fortuna de Danglars, cobrando los seis millones solo cuando Danglars está al borde de la bancarrota y forzándole a huir a Italia. Montecristo tiene una esclava griega, Haydée, cuya famila y hogar en Yanina fueron destruidos por Fernand durante una guerra. Manipula a Danglars para que investigue el suceso, que es publicado en un periódico. El artículo es retirado, pero luego se republica. Fernand es llevado a juicio para afrontar los cargos. Haydée testifica contra él, y Fernand queda deshonrado. Es más, Mercédès, que parece conocer la verdadera identidad de Montecristo, confiesa la historia completa de su juventud a su hijo Albert, que casi se bate en duelo con Montecristo tras culparle de la deshonra de su padre. Albert y Mercédès abandonan a Fernand, que se suicida.

La familia de Villefort está dividida. Valentine, la hija que tuvo con su primera esposa Renée, va a heredar toda la fortuna de la familia, pero su segunda esposa, Heloise, pretende reclamar la fortuna para su hijo Edouard. Montecristo conoce las intenciones de Heloise y, de forma aparentemente inocente, le proporciona una toxina capaz de curar a una persona con una gota, y de matarla con una sobredosis. Heloise asesina a un sirviente de la casa, Barrois (sin querer), a los Saint-Mérans, suegros de Villefort,

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