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El General en su Laberinto.


Enviado por   •  25 de Julio de 2016  •  Ensayos  •  1.257 Palabras (6 Páginas)  •  624 Visitas

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Escuela Superior Politécnica del Litoral

Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas

Técnicas de Expresión Oral y Escrita

Ensayo de:

El General en su Laberinto

-Gabriel García Márquez-

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Natalie Noriega Ramírez

Paralelo 111

Introducción

Seguramente al escuchar el nombre Simón Bolívar se nos viene a la mente aquel hombre con semblante de luchador, la gran cantidad de batallas que ganó para lograr la libertad de sus pueblos y su ferviente deseo de unirlos para crear una patria grande, su gran amor por Manuela Sáenz, sus fieles partidarios entre los que destaca Sucre en cada una de sus batallas, toda una vida de batallas ganadas por la libertad. Realmente esto es lo que siempre hemos escuchado de Bolívar. Sin embargo, lo que muy pocos saben es de su penoso final, los últimos días de su vida debatiéndose entre la vida y la muerte a causa de una terrible enfermedad, sus pocos amigos y seguidores fieles que estuvieron con él hasta su batalla final, el amor inquebrantable por su patria a pesar de que ésta le dio la espalda, pero sobre todo como jamás abandonó ese sueño llamado Gran Colombia por el que luchó, a pesar de todo hasta su muerte. Es esto lo que nos muestra Gabriel García Márquez, llevándonos a conocer más a fondo los últimos días de Bolívar y cómo de pronto se encontró envuelto en su propio laberinto del que, como él mismo decía, se le hacía imposible liberarse.

“La independencia era una simple cuestión de ganar la guerra…., los grandes sacrificios vendrían después, para hacer de estos pueblos una sola patria”.

–El general en su laberinto

Desarrollo

Simón Bolívar siempre fue un hombre luchador, su más grande sueño fue la creación de la patria grande, unir los pueblos que liberó del yugo español y hacerlos uno solo, el general vivió para eso. Cuando se vio sin apoyo para cumplirlo, después de que todo el pueblo le dé la espalda, tomó la decisión de renunciar a la presidencia y dejar el país acompañado de los fieles oficiales que le quedaban y su confidente y fiel sirviente José Palacios. Los últimos meses de su vida el general vivió prácticamente agonizando, pues aunque hasta en éste aspecto también fue siempre un luchador, a sus 47 años aparentaba haber vivido muchos años más pues la enfermedad que lo atormentaba lo estaba acabando y él se negaba a ser tratado por un médico, sin embargo su fiel servidor estuvo siempre a su lado ofreciéndole más que cuidado, una gran amistad.

Antes de dejar el país Bolívar visitó algunas ciudades donde ofrecían fiestas en su honor pero el general no tiene ánimos ni fuerzas de ser homenajeado, junto a él viajaban siempre sus leales oficiales, quienes a pesar de la situación en que se encontraba el general permanecieron a su lado y esperaban sus órdenes.

El libro muestra una imagen de Bolívar distinta a la que estamos acostumbrados, su lado humano, la forma en que sufrió la muerte de Antonio José de Sucre, su entrañable amigo, compañero de batallas y, para sus opositores y partidarios, su más cercano sucesor; además de cómo sentía que su sueño de la unión de los pueblos se desvanecía con el pasar del tiempo con su patria a manos de sus opositores, pero sobretodo la impotencia que sentía de no poder intervenir directamente como siempre lo hizo porque sentía que se acababan sus fuerzas.

La obra nos muestra también a Manuela Sáenz como algo más que su amante, pues ella era la única persona en la que el general confiaba ciegamente, a pesar de ser un hombre mujeriego, incluso ante los ojos de todo el que lo conocía, el sentía algo grande por Manuela, era algo distinto, fue la única mujer que lo hechizó. Ella se ganó su confianza y su amor, era la encargada de limpiar su nombre en su ausencia.

García Márquez narra como en los inicios de su vida el general venía de una familia acomodada y heredó grandes extensiones de tierra de sus padres, sin embargo en los últimos días de su existencia no tenía casi nada que heredar, lo había perdido casi todo al pasar de los años y antes de morir decía: “No tengo nada que dejarle a nadie”, sin embargo se encargó de que Manuela y José Palacios reciban una pensión vitalicia después de su muerte. Además, su vida personal había sido deprimente, sus padres habían muerto cuando él era muy pequeño y su esposa murió después de varios meses de haberse casado, y aunque prefería no hablar del tema, podía notarse, en las pocas veces que hablaba de ella, que esta parte de su vida lo marcó hasta el día de su muerte.

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