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El Modelo De Lector En El Quijote


Enviado por   •  5 de Mayo de 2014  •  2.542 Palabras (11 Páginas)  •  285 Visitas

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El modelo de lector en

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha

En el siguiente ensayo se analizará el modelo de lector que construye el Quijote, obra de Miguel de Cervantes, en sus dos volúmenes. Para ello, se tomará la siguiente definición, del papel del lector frente al texto, que plantea: un texto representa una cadena de artificios expresivos que el destinatario debe actualizar, requiere ciertos movimientos cooperativos, activos y conscientes, por parte del lector. (Eco, 1978:73-74)

En la actualidad, El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha es considerada como la primera novela moderna del mundo, debido a los personajes, la historia y los recursos utilizados en ella. Cervantes fue un innovador en relación a los modelos clásicos de la literatura greco-romana, en un momento de revolución literaria. Reprochó y criticó algunos aspectos de las convenciones establecidas, por lo que se dice que, el autor, ha creado a su medida:

En la elaboración de esta novela- más seguramente que en ninguna otra- hay un sistemático, conciente y calculado propósito de combinar la invención creadora con la meditación crítica. (…) el Quijote fue escrito en un continuo acto de creación crítica y crítica creadora. (Gilman, 1968: 3-4)

Miguel de Cervantes escribe su obra en un momento de revolución literaria, en el que comienza a dársele un lugar central a la producción local. Se evidencia una tendencia a innovar, a jugar con las formas de la literatura consagrada, no para crear nuevos géneros, sino tomar lo que ya estaba en el sistema y complejizarlo, recombinarlo. Es en este momento de renovación, que Cervantes concibe el Quijote, el autor se muestra crítico ante situaciones muy convencionalizadas, por lo que toma elementos muy reconocibles que provienen de distintas tradiciones literarias, muchas de ellas son convenciones provenientes del teatro y los somete a una evaluación crítica. Este hecho no implica el rechazo, sino el poner al desnudo la convención, apelar a la percepción, a la inteligencia, a la capacidad evaluativa del lector para que sea conciente de que esa ficción es, precisamente, una ficción:

…vemos un Cervantes, que desde su experiencia como creador ha aprendido una importantísima e inesperada lección crítica: la literatura hecha a medida de ese ente que nosotros llamamos las masas no pone en peligro el alma del lector individual (…) Y en aquella sociedad tan enloquecida por la literatura y tan miedosa de la opinión, esas imágenes estereotipadas de uno mismo eran sumamente importantes. (Gilman, 1968: 12)

Ante lo expuesto, se puede decir que el accionar innovador de Cervantes era intencional y conciente, es por ello que establece un cierto diálogo tácito con el lector, poniéndolo frente a la necesidad de replantear sus presupuestos acerca de qué es leer una ficción. Concibe entonces, la obra literaria como un diálogo permanente con un receptor, con quien, a través de su mensaje, desea compartir vida, conocimientos, experiencias. Desde el prólogo, toma contacto con su lector al que quiere hacerle tomar conciencia de la nueva situación comunicativa en la que, a diferencia del receptor antiguo y medieval que escuchaba a un aedo o a un juglar, el moderno lee y queda inserto en la cultura del libro que exige un lector activo:

Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza; que en ella cada cosa engendra su semejante. Y así, ¿qué podrá engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación?(…) Pero yo, que, aunque parezco padre, soy padrastro de Don Quijote, no quiero irme con la corriente del uso, ni suplicarte, casi con las lágrimas en los ojos, como otros hacen, lector carísimo, que perdones o disimules las faltas que en este mi hijo vieres; y ni eres su pariente ni su amigo, y tienes tu alma en tu cuerpo y tu libre albedrío como el más pintado, y estás en tu casa, donde eres señor della, como el rey de sus alcabalas, y sabes lo que comúnmente se dice: que debajo de mi manto, al rey mato. Todo lo cual te esenta y hace libre de todo respecto y obligación; y así, puedes decir de la historia todo aquello que te pareciere, sin temor que te calunien por el mal ni te premien por el bien que dijeres della. (Quijote I, prólogo: 29) 1

La época configuraba la aparición de un nuevo lector, de un nuevo público, que Cervantes saluda con entusiasmo y que también ayuda a crear. El autor intuye que el texto escrito es un punto de encuentro con su lector. Y así lo muestra en el prólogo, cuando le presenta su obra y le solicita que desarrolle determinadas actitudes en relación con el acto de leer, oportunidad propicia para ejercer su libertad y desarrollar espíritu crítico:

…conciencia cervantina de estar creando algo enteramente nuevo y su pretensión de encontrar un lector independiente capaz de juzgar por su propia cuenta lo que el autor ofrece a su consideración. (Pineda, 2005:113)

La obra está dirigida a un lector desocupado, ya que Cervantes espera que éste le dedique tiempo y libere su mente de todo otro pensamiento o preocupación, que no sea la lectura, para que sea el texto el que lo ocupe; también, al calificarlo como carísimo, desea que posea la capacidad para establecer, a través de la distancia física y temporal, una relación personal, afectiva, con el autor que ofrece su amor al otro que vislumbra en un futuro incierto y que conoce por ser un hombre, como él también lo es. Este adjetivo intenta construir un lazo afectivo entre el lector y el autor y no con lo narrado. Sobre el adjetivo suave, se puede inferir que Cervantes espera de su lector un estado de ánimo apacible, pacífico, equilibrado.

La imagen, por lo tanto, que Cervantes tiene de su lector afecta a aspectos sociales, económicos, intelectuales y afectivos. Quiere un lector desocupado, suave, es decir, de apacible trato, curioso, de mente abierta al que quiere entretener y enseñar a través del proceso de comunicación y recreación que es la lectura. Además, el lector al que se dirige Cervantes debe poseer ciertos conocimientos para lograr capturar el sentido crítico y paródico de la obra:

…la obra quiere que el lector forme parte de la maquinaria narrativa y que se constituya también en

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