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El Moustro Sin Nombre


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2011  •  1.050 Palabras (5 Páginas)  •  808 Visitas

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El monstruo sin nombre

Título original: Obluda kierá nemá své jméno

Autor: Emil Sebe

Erase una vez un país muy lejano, un monstruo sin nombre.

El monstruo deseaba un nombre y decidió salir de viaje en busca de uno

Pero el mundo es grande así que se dividió en dos,

uno fue al este y el otro al oeste

el monstruo que fue al este encontró una aldea y allí encontró a un herrero

"Señor Herrero por favor dame tu nombre, si me lo das te hare más fuerte"

el monstruo se introdujo en su cuerpo y se convirtió en Otto el herrero

Otto era el hombre más fuerte de la aldea

pero un dia "miradme, miradme"

"Mira que grande se ha hecho el monstruo en mi interior",

"grush grush","ñam ñam","grumpf grumpf","glup"

y el monstruo se lo comió desde dentro y volvió a ser un monstruo sin nombre

lo mismo le ocurrió a Hans el zapatero y Tomas el cazador.

El monstruo encontró un castillo donde había un niño enfermo

"Si me das tu nombre te haré más fuerte” dijo el monstruo

"Si me haces recuperar de mi enfermedad te lo daré" dijo el niño

El monstruo se introdujo en el niño y este se recuperó

Al monstruo le gustaba el nombre del niño y la vida en el castillo

pero el hambre del monstruo era muy grande pero se contenía

Asi que el niño se comió a todos los habitantes del castillo

porque el monstruo ya no podia con su hambre

cuando no quedo nadie se fue del castillo y caminó y caminó

Un día se encontró con el monstruo que fue al Oeste

"ya tengo un nombre" dijo el niño

"Se puede ser feliz sin uno, al fin y al cabo somos monstruos sin nombre"

y el niño se comió al monstruo que había ido al oeste

Y aunque había conseguido un nombre,

al final no había nadie que pudiera llamarlo por su nombre

aun siendo Johan un nombre muy bonito.

La historia del hombre de los ojos grandes y el hombre de la boca grande

-Ya sé, hagamos un trato –dijo el Diablo.

-No, no y no, no quiero –dijo el hombre de los ojos grandes.

-Vale, hagamos un trato –dijo el hombre de la boca grande.

Y en un santiamén, en el jardín del hombre de la boca grande florecieron mil flores distintas.

El hombre de los ojos grandes era tan pobre que se moría de hambre y ya no sabía qué hacer. En cambio, el hombre de la boca grande se pasaba los días riendo, feliz y contento y saciaba su apetito con las deliciosas frutas de su jardín.

Por eso, no sé percató de que el jardín empezaba a morirse. Cuando quiso darse cuenta, ya era tarde y el hombre de la boca grande no pudo hacer más que sollozar en un jardín cuyos árboles y flores estaban marchitos. Deseó no haber pactado jamás con el Diablo. El hombre de los ojos grandes, por su parte, se moría de hambre. Sus enormes ojos vertían lagrimones sin descanso. Ojalá hubiese aceptado aquel trato -pensaba.

Ya sé, hagamos un trato -dijo el Diablillo.

El Dios de la Paz

El Dios de la Paz está siempre ocupado. Apenas tiene tiempo de mirarse al espejo, se pasa el día tocando su trompeta. La trompeta del Dios de la Paz hace feliz

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