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Ensayo Equidad de género


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2015  •  Ensayos  •  2.125 Palabras (9 Páginas)  •  508 Visitas

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ESCUELA NORMAL JUAN DE DIOS RODRÍGUEZ HEREDIA.

Equidad de género y prevención de la violencia en primaria.

Formación Cívica y Ética.

Ulises Raúl Uitzil Balam.

30/06/2015


Equidad de género y prevención de                                                                                                               la violencia en primaria.

        La educación se ha convertido con el paso del tiempo en un medio que usa la sociedad para combatir las desigualdades, establecer valores éticos y morales, así como ser una herramienta, que con el paso del tiempo, impulsará el desarrollo económico en nuestro país mediante la implementación de las competencias.

De igual forma, conforme ha transcurrido el tiempo, han surgido cambios en los distintos ámbitos de la sociedad ya sea en lo cultural, económico, religioso y político, lo cual moldea nuevas formas de vida en el mundo moderno. En el caso de la educación, esta no se ha quedado atrás, pues ha vivido grandes cambios en su reforma educativa, así como también se han ido actualizando los libros y las formas de evaluación.

Sin embargo, quisiera hacer hincapié en una situación que con el paso del tiempo se ha hecho presente en las escuelas primarias: la violencia y la falta de equidad de género. Aunado con los resultados de la práctica docente, me atrevo a abogar por el dato que nos presenta la lectura, donde se afirma que en la mayoría de las instituciones existen diversas formas  de  violencia  y  discriminación  de  género, así como la persistencia de estereotipos y concepciones culturales de género tanto en el ámbito de los hogares como en las percepciones de alumnas y alumnos, personal docente y directivo. A partir de esto, quisiera plantear la problemática en la escuela primaria “Ignacio Zaragoza” sitio donde se realiza la práctica docente, localizada en la comunidad de Xalau, Chemax, Yucatán.

Es grave cuando se tiene una institución en dónde el número de alumnos varones supera a las del sexo femenino, o cuando el trato general del maestro hacia sus estudiantes es diferenciado, dependiendo si se trata de alumnos o alumnas, e incluso, cuando en las relaciones interpersonales los docentes utiliza tonos distintos para dirigirse a las niñas o a los niños (siendo condescendientes o exigentes); todos estos contextos son señales de que no se está llevando a cabo una educación equitativa, ya que de una u otra forma se excluyen principalmente a los individuos del sexo femenino.

Recayendo un poco en esta situación, en Equidad de género y prevención de la violencia en la primaria  (2010, pág. 21) se mencionan una serie de atributos peculiares atribuidas a los niños y niñas, reconociendo a los primeros como valientes, independientes, seguros, razonables, inquietos, aventureros, tenaces, fuertes, bruscos, entre otras; mientras a las del sexo femenino a manera de dóciles, dependientes, inseguras, sensibles, hogareñas, comprensivas, delicadas, tiernas, intuitivitas, etcétera. Lamentablemente, concuerdo en que estas cualidades están asignadas de manera desigual y diferente a hombres y mujeres, además, ellas mismas se han constituido en estereotipos de género, es decir, se han fijado como si constituyeran algo inalterable y perdurable, aun cuando sabemos bien que tanto hombres como mujeres pueden compartir características de ambos lados.

Es así como se llega a la siguiente concepción, respondiendo a la interrogante: ¿Quién o quienes se encargan de transmitir esos roles de género? La respuesta es sencilla, la comunidad y sus habitantes, quienes comparten una serie de creencias y características. Las ideas de lo masculino y lo femenino se han ido creando a través del tiempo y de las distintas culturas, y a esta construcción se le llama actualmente género. Fíjese que en el poblado de Xalau, Chemax aún perduran esta clase de creencias, notando en los comentarios de los padres de familia que ellos son los responsables de conseguir el dinero para la subsistencia del núcleo familiar (ya sea emigrando a otros lugares, en las labores de la milpa, o por medio de cualquier otro oficio); mientras que, por parte de las madres de familia, estas tienen la concepción de que están hechas para las labores domésticas, para el cuidado de los hijos, e incluso, no tienen puesto a la educación como principal prioridad en la formación de sus hijas. Así es como este conjunto de creencias (roles de género) se irán transmitiendo con el paso de los tiempos entre las generaciones de individuos que subsisten, teniendo al centro escolar como único medio capaz de revertir dicha situación.

Es ilógico que se siga pensando que nacer mujer u hombre predestina para que los comportamientos o las actitudes se ajusten a los estereotipos de lo masculino y lo femenino establecidos en la sociedad; tan absurda es esta postura que al parecer esta clase de estereotipos son un muro u obstáculos para el desarrollo de las comunidades y los proyectos de vida de las mujeres. Está más claro que un estereotipo de género no sólo obliga a los niños y niñas —a los ojos de otros y en función de un modelo social— a ser de alguna manera femenina o masculina, sino que también les asigna un lugar, una función y un papel que desempeñar en todos los ámbitos. Esto es claro cuando en la escuela primaria se observan pequeños grupos de amigos o amigas que llevan a cabo distintas prácticas, por lo general, los del género masculino son los más traviesos, andan por todos lados y normalmente se encuentran en constantes discusiones y enfrentamientos con otros; mientras que las del femenino regularmente son las más tranquilas, no buscan problemas con otras personas y se quedan dentro del aula a platicar.

Sin embargo, la alteración, a veces mínima, de los lugares, las funciones y los papeles designados provoca reacciones negativas porque lo que se perturba es un orden preestablecido que pugna por permanecer, aun cuando esté demostrado que no es benéfico para nadie. Tras esto se dan conatos violencia, intimidación y distintas formas de exclusión hacia uno de los dos bandos.

Por todo lo antes expuesto, es urgente implementar acciones dentro y fuera del aula escolar para erradicar esta patología, tal y como se encuentran especificadas en Equidad de género y prevención de la violencia en la primaria  (2010, pág. 30), por ejemplo, subrayando los cambios y las continuidades que las formas estereotipadas de ser mujer u hombre han experimentado a lo largo de la historia en la comunidad.

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